EL PASO/ WASHINGTON, Estados Unidos (Reuters) – Dos tiroteos que dejaron 29 muertos en Texas y Ohio sacudieron la escena política de Estados Unidos el domingo, con los demócratas exigiendo leyes más estrictas sobre armas y acusaciones contra el presidente Donald Trump de avivar las tensiones raciales.
El primer tiroteo ocurrió el sábado por la mañana en la ciudad fronteriza de El Paso, donde un hombre armado con un rifle mató a 20 personas e hirió a otras 26 en un supermercado de la cadena Walmart antes de entregarse.
El domingo las autoridades indicaron que están tratando el ataque como un caso de terrorismo local. El gobernador de Texas dijo que parecía ser un crimen de odio, mientras que la policía citó un documento que atribuyeron al sospechoso, un hombre blanco, como prueba de que actuó por motivos raciales.
En otro incidente ocurrido en las primeras horas del domingo en Dayton, Ohio, un hombre armado abrió fuego en un distrito del centro de la ciudad matando a nueve personas e hiriendo al menos a otras 26, dijeron la policía y el alcalde de la ciudad. El asaltante fue abatido a tiros por la policía.
Varios miembros del Partido Demócrata insistieron en tomar medidas más estrictas para el control de las armas, mientras que otros vieron en los ataques conexiones con un resurgimiento del nacionalismo blanco y la política xenófoba en el país.
Trump escribió el sábado en Twitter que el tiroteo de El Paso era "un acto de cobardía" y el domingo dijo que las autoridades estatales y locales estaban trabajando juntas para investigar ambos ataques.
Sin embargo, el presidente de EEUU no ha hecho una declaración pública sobre los disparos más allá de sus publicaciones en Twitter, en las que también expresó sus condolencias a las víctimas.
Una declaración de cuatro páginas publicada en 8chan, un foro de mensajes en línea utilizado frecuentemente por extremistas, y que se cree fue escrito por el sospechoso, llamó al ataque de Walmart "una respuesta a la invasión hispana de Texas". También expresó su apoyo al tirador que mató en marzo a 51 personas en dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda.
