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29/03/2024. 00:00:34

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El doctorado como salida profesional

Alfonso García Martínez y David Escobar Nader
Responsables del Aula Aranzadi de la Universidad Alfonso X El Sabio

La realización del doctorado es una salida profesional que permite acceder a la docencia universitaria, pero también es una forma de generar valor añadido personal. Entrevistamos al doctor en Derecho y Filosofía, profesor de la Universidad Alfonso X el Sabio, Javier López de Goicoechea Zabala, quien nos dará opiniones y consejos sobre esta opción que aparece frente al estudiante de Derecho como uno de los múltiples caminos entre los que elegir una vez finaliza su carrera.

Javier López de Goicoechea

P. ¿En primer lugar, por qué decidió realizar un programa de doctorado?

R. Porque hoy en día el hecho de tener un doctorado es algo que está muy valorado en los ámbitos jurídicos y no sólo da puntos de cara a oposiciones. Antes no existía ese aprecio por la investigación del doctorado. Ahora los despachos valoran mucho los capacidades que te aporta un doctorado: la constancia, la profundidad, la capacidad de trabajo y el rigor. Esto antes sólo se consideraba necesario para los investigadores.

Y también por la posibilidad que ofrece de profundizar en la materia elegida. Ese ámbito a nivel doctrinal me ha servido para conocer esa parte del derecho y valorarlo mucho más a nivel metodológico y práctico.

P. ¿Cómo funcionó durante los años de investigación?

R. Distingo dos etapas. Un primer tiempo de dificultad porque una investigación doctoral exige un grado de profundidad doctrinal al que un estudiante no está acostumbrado. Al principio cuesta bastante el proceso de búsqueda de fuentes,  doctrina, etc. Pero poco a poco se va viendo la luz de la hipótesis, el objetivo buscado del tema escogido. Una vez que se ha leído, investigado y recopilado fuentes, ya se tiene material para trabajar, pasando así una fase mucho más "gozosa", más fácil, porque te das cuenta de que se está construyendo algo novedoso, distinto, y algo propio, iniciando una etapa muy creativa. Profundizar en el derecho cuando tienes materiales es muy apasionante.

P. ¿Cuál fue la importancia de su relación con el director de tesis?

R. La relación con el director resulta muy enriquecedora y muy importante para marcar los tiempos, especialmente al principio, la fase más engorrosa, más dura, en la que no se tiene el tema muy perfilado y no sabes la información que buscar.

En esos  primeros momentos es el director el que tiene que, aparte de animar a la persona, saberle guiar y saberle valorar los caminos de investigación que poco a poco va trazando. En esa fase es muy importante una buena relación con el director, más continuada, para perfilar muy bien el tema, la materia, el objetivo de lo que se va a trabajar y la metodología (la estructura que uno va a ir dando a ese trabajo). Después, la relación con el director consiste sencillamente en corroborar los avances que uno va haciendo, e ir un poco revisando los elementos de aspecto crítico, fuentes, estructura, coherencia, desarrollo, etc. Es una etapa más fácil para ambas partes.

En definitiva, la relación con el director tiene que ser lo más fluida posible, de confianza, y no debe pecar ni de obsesiva ni de dejadez.

P. ¿Cómo te sentiste cuando lograste terminar del doctorado?

R. Los momentos previos de preparación son momentos muy tensos en el que uno roza lo obsesivo para citar a todo el mundo, para que no se olvide ninguna fuente, para que todo esté perfecto, para que las citas estén bien hechas, etc. Ahí, el director también tiene que tranquilizar y dar los últimos consejos para rematar bien el trabajo.

Luego, una vez realizada la defensa, un doctorando pasa por la fase depresiva, en el sentido de que sientes que te falta algo, echas en falta la dedicación que durante tanto tiempo, cuatro años en mi caso. En ese momento te preguntas, ¿a qué me dedico yo ahora?. Es también un momento de cierto rechazo, porque has sido tan obsesivo en la última etapa de perfeccionamiento de la tesis que uno acaba un poco cansado y nota un cierto rechazo al trabajo realizado.

Este es un tiempo que pasa rápido porque enseguida retomas por trabajo a través de publicaciones o conferencias que tengas que impartir el vínculo con la materia trabajada. Ahí te das cuenta de todo lo conseguido, de todo lo que has avanzado, incluso a nivel personal y jurídico lo que has madurado como investigador y jurista.  Pero también como profesional y disfrutas bastante de ese momento de valorar lo que tú mismo durante cuatro años has estado trabajando.  Al final hay un antes y un después en tu vida y en tu valoración jurídica. Hay un salto perceptivo gradual muy evidente.

P. ¿Laboralmente hablando, merece la pena?

R. Para un abogado en ejercicio, un doctorado abre las puertas a incorporarte a la enseñanza aunque sea de manera puntual, lo que es una bonita y enriquecedora faceta que puedes compaginar con tu labor de abogado. En tu ámbito de abogado, a parte del valor añadido que das a tu despacho, también vas a notar que tus opiniones o colaboraciones está más valoradas, porque estarán mejor elaboradas y con mayor profundidad gracias a los conocimiento adquiridos.

Fuente: Alfonso García Martínez y David Escobar Nader
Responsables del Aula Aranzadi de la Universidad Alfonso X El Sabio

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