Según Europol, los datos personales de ciudadanos de la Unión Europea se cotizan al alza en el mercado negro. El robo de información personal y financiera que se utiliza, por ejemplo, para obtener de manera fraudulenta acceso a cuentas bancarias y tarjetas de crédito o de establecer nuevas líneas de crédito tiene un mercado, un valor, mecanismos y vías concretas para poner en contacto a proveedores e interesados en los archivos.
El crimen organizado se beneficia de la globalización moviéndose entre diferentes países y continentes a golpe de click. Foros, redes sociales y profesionales han abierto una nueva era también para los delitos informáticos al favorecer el reclutamiento de personas capaces de violar la privacidad de los ordenadores y poner los datos a disposición de organizaciones.
"Mulas" son reclutadas a través de sitios web de búsqueda de empleo y redes sociales para servir de apoyo a los responsables últimos de estas operaciones de rastreo y recopilación de datos personales. El perfil de las personas que acceden a realizar estas labores es
- joven menor de 25 años,
- altamente calificado, y
- estudiante universitario de cualquier rama de conocimiento.
- raramente se ajusta al perfil tradicional de los integrantes del crimen organizado.
¿Hay cifras económicas? Europol cuenta con que estas "mulas" manejan tarifas de este cariz:
- 30 dólares por facilitar acceso a una tarjeta de crédito,
- entre 10 y 125 dólares por datos bancarios,
- 12 dólares por datos de correos electrónicos.
Este tipo de delincuentes no sólo están interesados en información sensible o completamente confidencial, sino también en cosas en principio aparentemente inofensivas como dirección postal, número de teléfono, número de afiliación a la Seguridad Social o fecha de nacimiento.
Todos estos datos robados se venden al por menor en el mundo del hampa, que está impulsando una serie de nuevas actividades ilegales, incluyendo la distribución de software para poder desarrollar actividades ilegales y concretamente modos de romper las barreras de acceso a bases de datos corporativas. Una vez que estos jóvenes diseñan los programas los venden a organizaciones. Estas organizaciones son las que llevan a cabo los grandes ataques cibernéticos a las empresas u organizaciones gubernamentales, de las que normalmente la ciudadanía no tiene noticia.
