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28/03/2024. 10:33:57

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Estudiantes, ¿en qué se fijan los despachos?

Anna Domingo y Eva Gallardo
Responsables del Aula Thomson Reuters de la Universidad de Lleida

Puedo afirmar por experiencia propia que, a veces, los estudiantes tendemos formarnos unas ideas erróneas de lo que creemos que buscan en nosotros los bufetes de abogados o despachos dónde nos gustaría trabajar el día de mañana.

Despachos

Creemos que en lo primero que se van a fijar van a ser en nuestras notas académicas, o en nuestra capacidad de “solucionar casos” el primer mes de estar en prácticas. Y nada más lejos de la realidad. Puedo afirmar (después de haberlo vivido en persona) que mi visión de las cualidades que un joven abogado debería tener a la hora de empezar a trabajar, distan mucho de la dinámica real. Igual que no se puede pretender  empezar a correr maratones sin haber salido apenas a caminar antes; no se puede pretender empezar el primer mes de prácticas solventando casos como lo haría un abogado experimentado (el cual lleva muchísimo tiempo aprendiendo, también, de sus errores).

Primero debemos aprender a escuchar, a atender aquellos pequeños detalles: cómo escribir una demanda, cómo comportarnos delante del cliente o en juicio… y otros hábitos de la profesión que no conocemos, simplemente, porque no los hemos llevado nunca a cabo. Y la capacidad de adaptación que tengamos cada uno, va a jugar un papel esencial. Junto con otros rasgos que son muy preciados en todas las edades, pero sobretodos entre los jóvenes que nos iniciamos. Está claro que no todos los bufetes buscan lo mismo: en las grandes firmas es de vital importancia el dominio de idiomas, la visión global y una mentalidad “internacionalizada”… mientras que quizás en un despacho mediano o pequeños (incluso familiar) prima la comunicación con los cliente, el ser muy flexible en cuanto a los casos y materias, la empatía, la inteligencia emocional. Todas estas cualidades son muy preciadas, con más o menos intensidad dependiendo del caso concreto.

Lo que sí es una premisa constante es que todas ellas van más allá del puro conocimiento jurídico. A lo largo de mis años (tanto en la facultad como estando en prácticas), he escuchado una afirmación que creo digna de mención: “Si solucionar un caso y defender al cliente fuese tan fácil como sumar dos más dos, aplicando la normal a nuestro supuesto de hecho, ya habrían inventado un programa que lo haría por nosotros”.

De la misma forma que nuestra ciencia depende de infinitos factores que van más allá de las simples normas (factores económicos, sociológicos; psicológicos incluso), un bufete de abogados no busca solamente a los alumnos con las mejores notas. Es cierto que un buen expediente normalmente refleja una disciplina y trabajo duro;  pero la empatía, el ser capaz de trabajar en equipo, asumir retos y saber adaptarse a las situaciones y casos inesperados… y, sobretodo, las ganas de aprender y de trabajar, son más importantes aún.

Y es en estas últimas virtudes en las que más se fijan las firmas a la hora de seleccionar a sus futuros miembros. Virtudes que, junto con el dominio de las nuevas tecnologías y los recursos online (que asumimos y manejamos  con más naturalidad normalmente, por haber crecido con ellos, y utilizado mucho más), marcan la diferencia. Armas poderosas que a veces olvidamos que tenemos, o no les damos la importancia merecida.

Si les tuviera que recomendar algo a mis compañeros, sería lo siguiente: nunca dejar de estudiar y actualizarse, pero que también dedicarle tiempo a la tecnología, idiomas y viajes; y, sobre todo, poner muchas ganas y pasión en todo lo que uno mismo se proponga.

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