En la Sede de la Comisión Europea en España tienen un objetivo: reclutar jóvenes talentos.
Cuando el estudiante de Derecho comienza a valorar sus salidas profesionales piensa a veces en las oposiciones. Sin embargo, cuando se plantea una carrera en el servicio público, sólo piensa en España. ¡Hay todo un mundo de posibilidades ahí fuera, al servicio del proyecto europeo!
Ciertamente, son oposiciones menos conocidas, pero igualmente interesantes y prometedoras. En un espacio tan grande como es el de la Unión Europea, hay mucho trabajo que hacer, y de todo tipo.
Las instituciones de la Unión requieren de un personal bien formado y entusiasta. La disponibilidad para viajar y vivir en otros países suele ser, por supuesto, imprescindible. Las oposiciones en sí, sin requerir del esfuerzo memorístico de las nacionales, reflejan el futuro laboral que espera al estudiante: evalúan el nivel de idiomas, siendo el inglés avanzado imprescindible, y el conocimiento de otra lengua oficial muy bien valorado; y ponen ante el opositor una serie de pruebas teórico-prácticas- casos europeos- en los que debe demostrar su cultura europea y su creatividad, capacidad analítica, determinación, agilidad… En muchas ocasiones, su “mentalidad jurídica”.
Además, al contrario de muchas oposiciones de ámbito nacional, pueden prepararse mientras se estudia el grado o máster e incluso mientras se trabaja. Al no componerse de un temario teórico fijo, permiten al opositor enriquecer su propia vida universitaria o profesional mediante el estudio de estas oposiciones.
No obstante, la oposición puede presentar algunos inconvenientes: no garantiza un puesto de trabajo, lo que es poco alentador. Pero, a decir verdad, una vez se entra al servicio de la Unión Europea, el perfil suele der determinante para encontrar trabajo. Se valora minuciosamente el currículum de cada funcionario y, por lo general, suelen acceder a la posición que más se ajusta a ellos, y, entonces, “hacer carrera” resulta mucho más fácil.
¿Te animas a probar la vía europea?
