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19/03/2024. 06:37:59

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Psiquiatría y Justicia: relación imprescindible

Doctor en Medicina y Cirugía. Especialista en Psiquiatría. Medico Forense (exc.)
Profesor de Ciencias de Forenses y Derecho Sanitario en la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Si nos atenemos a la necesaria frialdad de los datos, la especialidad médica que más se relaciona con los Tribunales de Justicia es sin duda la psiquiatría, y ello por varias razones que vamos a exponer a continuación.

Manual de Psiquiatría Forense para Jueces y Fiscales

En primer lugar, porque los trastornos de conducta asociados a la enfermedad mental revisten especial presencia en la casuística, y llevan a que, con bastante frecuencia, el enfermo mental pueda conculcar la Ley en el ámbito penal, por acciones de carácter delictivo, que se desarrollan a partir de su alteración psíquica, y con ello, dar lugar a la intervención punitiva del Estado.

A la par, muchos enfermos psiquiátricos están necesitados de protección jurídica, ya que su enfermedad les impide poseer un autogobierno pleno y eficaz, lo que hace imprescindible procesos especiales para la modificación de la capacidad, en los que tanto el Ministerio Fiscal como el Poder Judicial tienen una función improrrogable.

En esta línea, también los trastornos mentales tienen influencia decisiva en los órdenes social y contencioso-administrativo, por cuanto son ramas del ordenamiento que disciplinan aspectos en los que la enfermedad mental juega crucial papel (desde las incapacidades laborales, sean permanentes o temporales; así como todos los supuestos de responsabilidad administrativa por el tratamiento de enfermos mentales, hasta la propia incidencia en el plano sancionador).

Así pues, resulta imprescindible la relación de la psiquiatría con todo el Ordenamiento en su conjunto. Sin embargo, dicha relación no es, por desgracia, siempre fluida. Vivo ejemplo se puede advertir en la pervivencia, aun a día de hoy, de conceptos obsoletos y anacrónicos de la psiquiatría clásica en no pocas resoluciones judiciales.

 Así, reducir todo el espectro de la realidad de la enfermedad mental a 4 categorías (las psicopatías, las psicosis, las neurosis y las oligofrenias), obviando el resto de la patología psiquiátrica o pretendiendo comprimir en tales categorías el elenco de enfermedades mentales existentes, resulta una visión tan reduccionista como incoherente al lógico desarrollo del estado de la ciencia, y a la necesaria actualización, interrelación y comunicación que ha de existir entre médicos y profesionales del Derecho.

Una relación más fluida, actualizada y de confianza mutua resulta imprescindible para una mejor calidad de la Justicia, que cuenta con excelentes profesionales en España, y que requiere del cuidado, atención e información precisas para realizar una tarea de titánica relevancia: la tutela de los derechos y libertades de los ciudadanos, en especial, la tutela judicial efectiva. 

Intentando buscar un canal práctico, franco y adaptado a sus destinatarios de una forma singular, este año presento un manual Psiquiatría forense para jueces y fiscales, editado por Aranzadi.

Mi objetivo no es otro que aportar una información ágil y operativa, sin disquisiciones científicas innecesarias o superfluas, para que los principales responsables de la Justicia realicen su complicada labor con los datos y conceptos más actualizados y contrastados; en un campo, la psiquiatría, en el que los conocimientos clínicos muchas veces son oscuros, y en otras muchas ocasiones, los propios profesionales hemos pecado de falta de interés en hacernos entender voluntariamente, enmarañando más que clarificando. Decía Ortega que "la claridad es la cortesía del filósofo". También debe serlo del médico, sin duda.

La psiquiatría se sigue viendo por los Tribunales como una disciplina médica "diferente", y a veces, aquejada de subjetividad. Buena culpa de ello es achacable a los propios psiquiatras, cuando hemos contribuido a fomentar tal perspectiva, alejándonos de nuestra naturaleza científica. La psiquiatría es, esencialmente, biología y no filosofía.

Hoy las aguas parecen volver a su cauce, y la psiquiatría se concibe, ante todo, como una especialidad médica, que debe aplicar el método científico para acercarse a un tipo de enfermedad que no solo hace sufrir a millones de personas, sino que también, con excesiva frecuencia, entra en relación (y a veces en conflicto) con el mundo del Derecho, como hemos advertido.

Obviamente, al amparo de esta especialidad, no son pocos otros profesionales -médicos y de otras materias- que buscan el resguardo de la subjetividad para trufar de conceptos pseudo-psiquiátricos sus informes o arengas, o para realizar actuaciones de puro intrusismo -no delictivo, pero sí deontológicamente reprobable- que pretenden perturbar el docto juicio de los Tribunales y que, a la postre, enfangan una labor de disciplina intelectual profunda y sistemática, como debe ser la ciencia psiquiátrica. Ante ello, la psiquiatría debe reaccionar, a mi entender, con más método, más análisis y más rigor, huyendo de otros campos ajenos.

Los Jueces y Fiscales necesitan herramientas que les faciliten su labor, y les ayuden a mejorar su información en lo referente al comportamiento humano patológico, al ser elemento clave de su trabajo diario. 

El libro que les presento, auspiciado por una de las editoriales de mayor prestigio en el mundo jurídico, Psiquiatría forense para jueces y fiscales, pretende, con humildad, pero también con rigor, colaborar a que esa información sea lo más eficaz y eficiente posible.

Como psiquiatra y como médico forense, y en mis treinta años colaborando con la Administración de Justicia, creo firmemente que con una mayor proximidad conceptual y con canales más adecuados de comunicación, todos los operadores jurídicos y los médicos, encontraremos espacios de comprensión ágiles, honestos, y sobre todo, ofreceremos lo mejor de nosotros mismos a los ciudadanos.

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