“La justicia no es un valor que se realiza en si mismo, sino que su legitimación radica en la función social que desempeña como servicio público” Pascual Ortuño.
En los procesos judiciales contenciosos en el ámbito de familia, tanto separaciones, divorcios, medidas paternofiliales, modificaciones de medidas, ejecuciones de resoluciones judiciales, etc…, cuando la controversia versa sobre la custodia de los hijos e hijas menores, suele ser habitual la práctica de la prueba pericial psicosocial.
Recientemente algunos medios de comunicación han puesto de manifiesto el aumento de demoras en la realización de estas pruebas por parte de los equipos psicosociales, debido al aumento de los divorcios y las peticiones de custodia. Estas demoras en algunos casos llegan hasta un año.
En determinadas situaciones familiares, los procedimientos contenciosos y las pruebas periciales que se requieren, son absolutamente necesarias, sin embargo, en otros muchos casos, cuando surgen conflictos en una pareja que se separa, no es necesario que, de antemano, ambos progenitores deleguen sus responsabilidades parentales. Tal vez se recurre con más frecuencia de la necesaria a la exposición del menor al sistema judicial y sería preferible facilitar a los padres la posibilidad de explorar cualquier alternativa previa que evite estas situaciones.
Del mismo modo que padres y madres son los principales encargados y responsables de cuidar y satisfacer las necesidades de sus hijos en todos los órdenes de su vida, así como, los primeros interesados en afrontar los problemas o cambios que pudieran afectarles, también la responsabilidad de resolver los conflictos familiares puede ser asumida en su totalidad por los progenitores (si no existen determinadas circunstancias que lo impidan).
En este sentido se pronuncia reciente jurisprudencia, recomendando a los progenitores su participación en procesos de mediación para dirimir las cuestiones relativas a sus hijos menores, para evitar la indefensión y los efectos que puede conllevar sobre estos niños y niñas la exposición prolongada a los conflictos de sus padres, así como, a las desagradables y poco naturales experiencias que pueden vivir en los Juzgados o la enorme presión, a edades muy tempranas, de verse implicados en la toma de decisiones muy incómodas y de gran trascendencia para sus vidas y para las de sus padres.
Como ejemplo, la Sentencia de la AP Barcelona, sección 18, 598/2014, de 15 de septiembre, reconoce que "siendo básico para proporcionar a los menores un entorno tranquilo y emocionalmente estable que ambos progenitores preserven a los niños del conflicto entre ellos , si es que persiste",… y exhorta a los progenitores para que "intenten superar sus diferencias y discrepancias , de la forma menos traumática posible en beneficio de sus hijos, finalidad que ambos sin duda persiguen, recomendándoles que si, pese a intentar llegar a otros acuerdos, a los que sin duda tendrán que llegar en los múltiples problemas que se irán presentando en la vida de las menores, no lograran coincidencias en la forma de dirimir las diferencias, acudan a un mediador o a una entidad mediadora… pues lo único que se consigue con una actitud beligerante, acudiendo reiteradamente a los Tribunales para dirimir sus controversias, es perturbar la tranquilidad de las menores, tan necesaria para su correcto y sano desarrollo integral…"
Por tanto, consideramos que, además de garantizar el adecuado funcionamiento de los recursos con los que actualmente cuenta la Administración de Justicia , resulta prioritaria cualquier intervención que, como la mediación, contribuya a que padres y madres mantengan (en ocasiones recuperen y asuman) de forma efectiva su legítima responsabilidad parental.
