Atentos a la Red, nos vigilan

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Los acontecimientos de los últimos años han puesto a la sociedad, en general, y a las empresas, en particular, en una situación de alerta respecto de la ciberdelincuencia existente en la Red. Sin embargo, este es un fenómeno que en los últimos años ha ido aumentando y sofisticándose cada vez más, evidenciando nuestra vulnerabilidad ante la nueva era digital.

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Si bien, las TICs han mejorado la forma trabajar de casi todos a través del acceso a la información, la agilización de trámites, la interacción con organismos públicos, etc., ha traído consigo una nueva forma de delinquir. Como mantienen algunos autores hemos pasado en la década de los años 90 de hablar de "delitos informáticos" a los actuales "ciber-delitos" que amparan muy diversas conductas delictivas que se producen en la Red y cuyo foco somos todos los usuarios, sin importar nuestra condición de empresa o persona física. Estos "ciber-crímenes" no solo afectan a distintos bienes jurídicos (libertad sexual, intimidad, patrimonio, libertad, etc.), sino también revisten distintas formas comisivas (virus maliciosos como malware, ransower, DOs, etc.) que se van nutriendo de los avances tecnológicos y de las lagunas jurídicas existentes, sobre todo en materia de cooperación internacional, para situarnos en una situación de debilidad cada vez mayor.

En la era de la post-industrialización, nos encontramos con una nueva delincuencia  oculta tras nuestros ordenadores que nos vigila hasta encontrar una brecha de seguridad que les permita acceder y poner en marcha su operativa criminal. Ahora bien, este tipo de delincuencia, al igual que sucede con la delincuencia tradicional, es muy diversa: desde grandes organizaciones dedicadas al ciber-crimen, como usuarios que aprovechan el anonimato que les proporciona la Red para cometer cualquier acción de intromisión ilegítima u acción criminal de menor impacto colectivo. Así, nos encontramos por ejemplo con parejas rotas que han utilizado las claves personales de su ex para vulnerar su intimidad personal y/u obtener información, suplantaciones de identidad para vengarse de alguien, ex trabajadores que roban información de sus compañías o atacan los sistemas, pero también con una delincuencia más especializada y organizada que, ya no solo comparte información a través de la Red, sino que interactúa por sectores y ramas de actividad (secuestros digitales, robo y venta de información de personalidades de relevancia públicas, extorsión, estafas, etc.), afectando a una colectividad mayor de personas.

Estos ciber-delincuentes nos vigilan hasta encontrar una posible brecha con la que puedan materializar sus fines delictivos, estudian nuestros patrones de conducta, simulan portales web para poder acceder, etc. Y lo peor de ello es que, todavía, ante la falta de concienciación del fenómeno, nuestra sociedad no solo lo desconoce, sino que incluso favorece la aparición de este fenómeno criminal bien de forma directa, permitiéndoles el acceso de forma inconsciente o, indirectamente, beneficiándose de ello.

Por ello cada vez más, se hace necesario reforzar, entre otros, los mecanismos de cooperación internacional y exigir una mayor interacción de las autoridades, también es necesario formar a los usuarios sobre el riesgo existente para que conozcan los distintos patrones que se deducen de los ataques. Asimismo, es crucial disminuir la sensación de impunidad, castigando ya no solo este tipo de delincuencia, sino también a quienes conscientemente se benefician de ella.  

 

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