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28/03/2024. 09:17:33

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El abogado proactivo

Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla

No conozco ningún hecho más alentador que la incuestionable capacidad del hombre para dignificar su vida por medio del esfuerzo consciente (Henry Thoreau).

Si bien la percepción que la sociedad tiene del abogado está cambiando (como lo demuestran las últimas encuestas realizadas), lo cierto es que la imagen que existe del abogado es la del luchador que han inculcado las películas americanas y que se ha visto ensalzada por la falta de información sobre la evolución a la que se ha visto sometida nuestra profesión.

Un hombre haciendo un esquema

Desde esta perspectiva, el abogado es el último recurso para salvar el pellejo del cliente. Lucha ante el Tribunal, interroga a los testigos, argumenta y convence al jurado y, en la mayoría de las ocasiones,  gana el caso. Es un profesional que sirve para resolver problemas, un "apaga fuegos". Sin embargo, todos sabemos que el abogado tiene otros roles, funciones o facetas de su actividad en las que, como veremos, la proactividad se convierte en su piedra de toque.

El comportamiento proactivo, si bien no es un concepto tradicionalmente asociado a la abogacía, constituye una cualidad fundamental del abogado, y ello debido a que la actividad que desarrollamos exige una forma de actuar basada en la anticipación y en la acción orientada a los resultados, elementos esenciales en el comportamiento proactivo. Por tanto, aunque pueda desconocerse este concepto, lo cierto es que un abogado que carezca de proactividad tendrá muchas dificultades en desarrollar su trabajo en todos y cada uno de los ámbitos en los que interviene (clientes, organización interna, preparación de juicios, negociaciones, etc…), mientras que el abogado proactivo será, sencillamente, mejor abogado.

La proactividad o la conducta proactiva es un concepto relativamente reciente. Concretamente, se atribuye al neurólogo y psiquiatra austriaco Víctor Frankl, que narró su experiencia como prisionero de un campo de concentración nazi en el libro "El hombre en busca de sentido", donde define la proactividad como "la libertad de elegir nuestra actitud frente a las circunstancias de nuestra propia vida". En el cruel contexto que le tocó vivir, Frankl afirma que nadie pudo arrebatarle su libertad interior: el decidir de qué modo le afectaría lo que le estaba pasando.

Si bien hay numerosas definiciones de proactividad, no todas coincidentes, existen puntos en común en todas ellas, que pueden facilitarnos una idea bastante clara de la misma. Así, la proactividad puede definirse como la capacidad del ser humano de liderar su propia vida como consecuencia del potencial que dispone para mejorarse a sí mismo, su situación y a su entorno mediante la toma de las iniciativas necesarias para crear cambios en su vida (extraído de las definiciones de Steven Covey, Ralf Schwarzer y Bateman y Crant).

De la definición anterior, y conforme a los resultados de los trabajos de investigación llevados a cabo por Bateman y Crant, podemos señalar las siguientes características esenciales de las personas proactivas:

1.      Están buscando continuamente nuevas oportunidades.

2.      Se marcan objetivos efectivos orientados al cambio.

3.      Anticipan y previenen problemas.

4.      Hacen cosas diferentes, o actúan de forma diferente.

5.      Emprenden la acción y se aventuran a pesar de la incertidumbre.

6.      Perseveran y persisten en sus esfuerzos.

7.      Consiguen resultados tangibles, puesto que están orientadas a resultados.

Como puede colegirse, el comportamiento proactivo está íntimamente emparentado a la idea de responsabilidad, acción y cambio. En la medida en que los problemas nos afectan, somos nosotros los responsables de optar por elegir la respuesta adecuada a los mismos, decidiendo que hacer en cada momento, y actuando con iniciativa en busca de los cambios necesarios para hacerles frente. Igualmente, ante la previsión de problemas, la persona proactiva se anticipa con determinación y constancia a los mismos generando nuevas oportunidades. En ambos casos, su comportamiento está orientado a los resultados asumiendo la responsabilidad de que las cosas sucedan.

El comportamiento proactivo también está muy relacionado con la forma de afrontar el cambio. Las personas proactivas no rechazan el cambio, todo lo contrario, están dispuestas a aceptarlos con la necesaria flexibilidad y a integrarse en el mismo como también están dispuestos, si es necesario, a impulsarlo para acabar con situaciones de incertidumbre o perjudiciales.

Resumiendo: las personas proactivas toman la iniciativa, pasan a la acción, corren riesgos, obtienen resultados y son asertivas.

El perfil opuesto al de las personas proactivas es el de las personas reactivas, que se caracterizan por centrarse en problemas y circunstancias sobre las que no tienen ningún control, por lo que no tienen libertad y capacidad de elegir sus acciones, lo que los conduce a una actitud pasiva y conformista. Por el contrario, las proactivas centran sus esfuerzos en aquellas áreas en las que pueden influir y generar cambios. No obstante, es posible la transformación de una persona reactiva en proactiva. Para ello es necesario identificar las áreas en las que se puede mejorar y comenzar a actuar de forma diferente importando las características propias de la persona proactiva.  Ser proactivo se cotiza al alza.

El abogado puede emplear la proactividad en diversos terrenos de su actividad. Distinguiremos dos ámbitos, uno, vinculado al concepto de habilidad y otro, relacionado con el modo de ejercer la abogacía.

La proactividad como habilidad no es más que un trasunto del concepto anteriormente analizado al quehacer diario del abogado. A modo de ejemplo, en su trabajo, el abogado tiene que convertirse en un líder en busca de una mejora continúa en los procesos de funcionamiento del despacho, buscando permanentemente opciones que le permitan mejorarlos para alcanzar los resultados previstos;  la gestión del tiempo y la organización del trabajo constituyen caldos de cultivo esenciales para poner en práctica la proactividad; con el cliente, el abogado debe anticiparse continuamente a sus necesidades manteniendo el contacto y tratando de adoptar iniciativas que le ayuden a conseguir sus objetivos; deberá estar en permanente contacto con su equipo para conocer sus necesidades y estar atento a aquellas situaciones que le permitan superar problemas o dificultades; en la preparación del caso deberá organizarse con tiempo para no dejar ningún cabo suelto. En definitiva, el abogado, deberá hacerlo todo con un espíritu proactivo.

La proactividad como forma de ejercicio de la abogacía se observa en una actividad más cercana al "diseño" de una solución que a la resolución de un problema. Estamos hablando de la abogacía preventiva.

Así, el abogado, lejos de limitarse a la intervención como último recurso, deberá incentivar su capacidad de suministrar ideas, opciones y recursos para adoptar la decisión más adecuada en el negocio planteado por el cliente. Conocedor de la necesidad del éste, el abogado deberá disponer de las habilidades necesarias para anticiparse al conflicto y facilitar aquellas soluciones que permitan al cliente sortear los numerosos obstáculos que se interponen en el desarrollo de su actividad y obtener los resultados pretendidos. Esto puede darse en una negociación, en la elaboración de un contrato, en el asesoramiento al empresario en el cumplimiento de las obligaciones legales que afectan a la empresa con el fin de eludir el perjuicio que para ésta supondrá la apertura de un procedimiento administrativo o judicial.

Naturalmente, ello no obsta para que en caso del a veces inevitable litigio judicial, el abogado temple su capacidad, astucia, energía para defender con éxito los intereses de su cliente, o lo que es lo mismo, como dice sabiamente Polonio a su hijo Alertes en la obra de Shakespeare Hamlet: "Guárdate de entrar en pendencia; pero, una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti ".

En definitiva, el abogado, a través de la proactividad, debe diseñar e implementar soluciones creativas que marquen la diferencia respecto a la conducta reactiva que tradicionalmente se ha esperado de nosotros.

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