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18/04/2024. 23:40:40

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La profesión no es un acto de caridad o amor (consejos para superar nuestros temores a pedir los honorarios)

Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla

En nuestro anterior post tratamos las posibles causas o razones por las que el abogado tiene dificultades en la petición de sus honorarios profesionales. Como complemento del mismo, hoy vamos a tratar de dar respuesta a la necesidad que tiene todo profesional de superar este trance, y hacer valer su justo derecho a obtener su retribución.

Muñequitos con dinero

Por ello, y partiendo de la base de que no hay recetas mágicas para superar este problema secular, os detallo algunas ideas que, debidamente interiorizadas, pueden ayudarnos a fortalecer nuestra capacidad de solicitar sin temor o duda lo que, insisto, nos corresponde en Justicia:

1º.- Debemos convencernos de la importancia y valor de nuestro trabajo, del esfuerzo que hemos realizado para llegar a donde estamos, y de que esto merece una justa retribución. Dicho de otra forma, tenemos que incrementar nuestra autoestima profesional.

2º.- La abogacía es un medio de vida, o lo que es lo mismo, a través de la remuneración que obtenemos por nuestro trabajo contribuimos a que nosotros, nuestro despacho y nuestra familia salga adelante. Si no cobramos nuestros honorarios, ¿de qué viviremos? Ya se que es simple, pero claro, imposible.

3º.- Ciertamente el abogado ayuda y auxilia al cliente a salir adelante en un momento muy complicado de su vida, pero ¿no hace lo mismo el médico, el psicólogo o el detective privado? ¿alguien duda que a estos profesionales no se les pague sin duda alguna? Hay que convencerse de que el desagradable trance que atraviesa el cliente no debe ser obstáculo para el cobro de nuestros honorarios.

4º.- Hay que ser conscientes de que por mucho recelo que pueda tener el cliente, éste sabe cuando cruza la puerta del despacho que está entrando en un lugar en el que trabaja un profesional y que no lo hace gratis. Y si lo piensa, mal empezamos.

5º.- Desde el comienzo de la relación hay que ser muy transparentes, informar al cliente de la forma en la que trabajamos, indicándole que le presupuestaremos nuestros servicios, elaborando una hoja de encargo y estableciendo los hitos temporales de pago de los honorarios, es decir, hemos de ser muy transparentes para que el cliente no tenga dudas sobre nuestra política respecto al cobro de los honorarios. Si el cliente no acepta las condiciones relativas a los honorarios, hay que solventar esta cuestión antes de dar un paso adelante con nuestro trabajo.

6º.- Frente a tácticas del cliente destinadas a rechazar, minusvalorar o demorar todo lo relativo a  nuestros honorarios hemos de ser firmes, actuando sin complejos y, si bien seremos empáticos, deberemos ser igualmente asertivos reclamando lo que es nuestro y nos corresponde, lo que no quita cierta flexibilidad en la negociación de los mismos y sobre su forma de pago.

7º.- Igualmente, es muy conveniente que la cultura de nuestro despacho esté impregnada de lo importante que es superar estos temores, primando una filosofía basada en la importancia de la justa percepción de nuestros honorarios.

En fin, soy consciente de que todo esto es muy complicado, porque el aspecto psicológico está rondando permanentemente esta situación, pero no cabe duda que para ser un buen abogado hay que saber gestionar adecuadamente una de las situaciones más complejas y difíciles por las que atravesamos en la profesión.

Para resumir lo expuesto, que mejor que traer nuevamente a colación las palabras de Santiago Sinópoli en uno de sus post publicados en legaltoday:

"el primer paso lo debe dar el abogado hablando claro desde la primer consulta, para no dejar dudas, que la profesión no es un acto de caridad o amor, que no es una función meramente altruista, que más allá del compromiso ético del abogado de hacer todo lo necesario para que su cliente deje de sufrir por un acto de injusticia, hay una contraprestación por los servicios prestados, que no se satisfacen con la bendición o el muchas gracias, sino con el pago de un justo honorario que es la sal de nuestra vida como el de cualquier otra persona".

Este y otros post y artículos de Legal Today podrá encontrarlos en la página web del autor

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