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19/04/2024. 05:42:08

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Las cualidades del abogado litigante

Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla

“Un abogado que nunca pisa los Tribunales nunca sabrá como entregar un buen servicio a sus clientes. El mayor cumplido que un abogado puede recibir es: “El es un buen abogado litigante” Cómo tener éxito como abogado. Carta escrita por Roland Boyd a su hijo.

Una maza

Si bien la principal labor del abogado se circunscribe a la defensa del cliente ante los Juzgados y Tribunales, lo cierto es que no todos los miembros de un despacho intervienen con frecuencia en sala. Distintas razones como la especialidad del abogado, la organización interna del despacho o incluso la falta de habilidades lo justifican. De hecho, un segmento importante tiende a evadir dicha intervención. No obstante, el trabajo en el foro es fundamental para el abogado, ya que el acto del juicio, sea cual sea el orden jurisdiccional, es el momento cumbre para la defensa del caso y el lugar en el que, frente al adversario, habrá que desplegar todas las habilidades que conforman nuestra profesión.

Con dichos antecedentes, en el presente post vamos a examinar algunas de las cualidades que, a nuestro juicio, deben adornar al abogado procesalista o litigante.

El abogado litigante debe de ser, sobre todo, estudioso. La defensa del asunto requiere siempre el conocimiento de las normas, doctrina y jurisprudencia aplicable al caso, ya que en la fase de informe o conclusiones deberá razonar debidamente su petición. Si es él quien ha llevado el asunto desde el principio, es obvio que su estudio previo al juicio estará más asentado y requerirá menor esfuerzo; pero si los antecedentes proceden de otro compañero, deberá realizar, antes del juicio, un estudio profundo de la materia.

Ser organizado es igualmente una habilidad esencial. Al conocer con la suficiente antelación la fecha de nuestra intervención, el abogado litigante tiene que organizarse cuidadosamente para preparar las dos fases fundamentales del juicio: práctica de la prueba y conclusiones. Para ello, deberá saber manejar criterios de organización y gestión del tiempo estableciendo los hitos temporales para la preparación del caso. No hay nada más desastroso para un abogado que prepararse un juicio el día antes de la vista, salvo, claro está, en aquellos casos en que las circunstancias del caso no han permitido la preparación (sustitución de otro compañero, encargo repentino, etc…).

Vinculado a lo anterior se encuentra la constancia y disciplina. La constancia es la virtud que nos lleva a que, una vez tomada una determinación o decisión concreta, se lleve a cabo lo necesario para alcanzar las metas aunque surjan dificultades externas o internas o disminuya la motivación personal, gracias a un esfuerzo continuado para pasar a la acción venciendo las dificultades. Sin disciplina será difícil la preparación de un juicio, máxime cuando, como hemos visto es imprescindible un estudio y preparación bien gestionada del caso, y que duda cabe que durante su preparación surgirán dificultades y adversidades como por ejemplo los imprevistos o la acumulación puntual de trabajo.

El abogado litigante nunca dejará nada al azar. Todo juicio requiere la determinación clara de la estrategia a seguir; la preparación de los interrogatorios, tanto de nuestros testigos como a los de la parte contraria, y la preparación del informe. Todo, absolutamente todo, debe estar medido y previsto. Sorpresas, las mínimas.

Relacionado con lo anterior se encuentra la capacidad de concentración. En estrados, el abogado deberá conocer la "topografía de la sala" y estar permanentemente alerta y centrado en todo lo que ocurre a su alrededor  no perdiendo de vista ningún detalle que pueda ayudar a su defensa. Precisamente, el ingenio y la capacidad de reacción será clave en juicio.

En sala, los abogados deben ser grandes comunicadores: son elocuentes e imaginativos e ingeniosos, lo cual es fundamental ya que en el foro se producen numerosas situaciones en las que los abogados deben comunicar con eficacia: los interrogatorios, las aclaraciones al Juez o a las partes, el informe. Un abogado en sala debe aspirar a ser cada vez un mejor orador. Para ello, deberá perfeccionarse no solo técnicas de oratoria, sino igualmente en habilidades para la práctica eficaz de los interrogatorios.

En estrado, el abogado deberá tener aplomo y dignidad y no se debe mostrar con aire encogido. La pusilanimidad debilita la fuerza persuasiva del informe y, sin mengua de la consideración y del respeto debido al Tribunal y a las partes, el orador forense ha de tener presente que no es ni un superior ni un subordinado, en cuanto tal orador, sino el portavoz de un derecho autónomo, el de la libertad de defensa (Vicente GELLA).

En fin, estas son algunas, pero no todas, las cualidades que a nuestro juicio debe tener todo abogado que interviene en el foro y que, como puede concluirse fácilmente, representan por sí solas, un fiel reflejo de lo compleja, difícil y sacrificada que es nuestra profesión.

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