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Las cualidades (intelectuales) del abogado litigante

Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla

Hoy dedicamos el presente post a examinar las algunas de las cualidades intelectuales que precisa todo abogado litigante “excelente”, por lo que huelga decir que será difícil encontrar a un profesional que conjugue todas y cada una de las mismas. Todo lo más, es posible que conozcamos a un compañero que se acerque a este modelo idealizado, pero la realidad será que nos encontraremos con abogados que destaquen en algunas cualidades más que en otras, pero nunca en todas a la vez.

Silueta de una cabeza con engranajes

Esto nos lleva a considerar como propósito de este apartado hacer al abogado reflexionar sobre el grado de impregnación que tienen estas cualidades en su comportamiento profesional para, a modo de trabajo de crecimiento, mantener y conservar aquellas en las que destacamos y mejorar las que constituyen nuestros puntos débiles.

Capacidad de estudio

El abogado litigante  debe de ser, sobre todo, estudioso. La defensa del asunto y su exposición en sala requiere siempre el conocimiento de las normas, doctrina y jurisprudencia aplicable al caso. Por lo tanto, el estudio del caso con el análisis contrastado de los hechos, la forma de acreditarlos a través de las pruebas necesarias y la aplicación del derecho, son elementos esenciales que deben estar siempre presente en la formación del abogado litigante.

 Disciplina

Vinculado a lo anterior se encuentra la constancia y disciplina. La constancia es la virtud que nos lleva a que, una vez tomada una determinación o decisión concreta, se lleve a cabo lo necesario para alcanzar las metas propuestas aunque surjan dificultades externas o internas o disminuya la motivación personal, gracias a un esfuerzo continuado para pasar a la acción venciendo las dificultades. Sin disciplina será difícil la preparación de un juicio, máxime cuando es imprescindible un estudio y planteamiento bien gestionado del caso, y, qué duda cabe que durante su preparación surgirán dificultades y adversidades como por ejemplo los imprevistos o la acumulación puntual de trabajo.

 Organización

Ser organizado es igualmente una habilidad esencial para el abogado litigante. Al conocer con la suficiente antelación la fecha de nuestra intervención, éste tiene que organizarse cuidadosamente para preparar las dos fases fundamentales del juicio: práctica de la prueba y conclusiones. Para ello, deberá saber manejar criterios de organización y gestión del tiempo estableciendo los hitos temporales para la preparación del caso. No hay nada más desastroso para un abogado que prepararse un juicio el día antes de la vista, salvo, claro está, en aquellos casos en que las circunstancias del caso no le han permitido la necesaria preparación (sustitución de otro compañero, encargo repentino, etc.).

  Previsión

El buen abogado litigante nunca dejará nada al azar. Todo juicio requiere la determinación clara de la estrategia a seguir; la preparación de los interrogatorios, tanto de nuestros testigos como a los de la parte contraria, y la preparación del informe. Todo, absolutamente todo, debe estar medido y previsto. Sorpresas, las mínimas y si se producen, tendremos que haber planeado cómo actuar ante los imprevistos.

 Imaginación

La imaginación (del latín imaginatĭo, -ōnis) es un proceso superior que permite al individuo manipular información generada intrínsecamente con el fin de crear una representación percibida por los sentidos de la mente, o lo que es lo mismo, la información se crea en el organismo sin estímulos ambientales partiendo de una previa visualización en el exterior.   

Así entendida, el abogado litigante deberá desplegar en los juicios un alto grado de imaginación, ya que como señala MAJADA[1] a través de ésta podrá combinar hechos, imágenes y representaciones, para dar vigor a las verdades o errores que abrazó el entendimiento. Un buen abogado litigante, hará un exquisito uso de las imágenes oratorias, con lo que conseguirá realzar notablemente su informe.

Memoria

La memoria, entendida como la facultad de recordar determinada información, constituye una cualidad fundamental del abogado litigante , dado que el marco en el que éste se desenvuelve, requiere sin lugar a dudas una capacidad de evocación de aspectos fácticos y jurídicos de aplicación al caso que está defendiendo. Ahora bien, ello no significa que sea aconsejable que el abogado litigante memorice su alegato y lo exponga sobre la base de su retención memorística, ya que el papel de la memoria en el alegato lo es para retener una serie de ideas que constituyen el armazón de nuestra exposición, debiendo éste ser completado por una exposición en la que se empleen las herramientas propias de la oratoria[2].

  Atención

La capacidad de atención, y con ello la concentración cuando se actúa en estrados es esencial, ya que el abogado deberá conocer la «topografía de la sala» y estar permanentemente alerta y centrado en todo lo que ocurre a su alrededor no perdiendo de vista ningún detalle que pueda ayudar a su defensa. Un gesto de pesar del abogado contrario; una mirada furtiva de un testigo a su abogado; la actitud del Juez, todo, absolutamente todo lo que ocurre en sala son factores que deben ser procesados para que ayudados por nuestro ingenio y la capacidad de reacción adoptemos la medida más adecuada.



[1] MAJADA, Arturo. "Técnica del informe ante los tribunales". 5ª ed de la Oratoria Forense. Bosch Casa Editorial, S.A. Barcelona 1991

[2] Señalar que según Valdivia Correa el funcionamiento de la memoria se rige por diversas leyes, entre las que destacamos las siguientes :

Ley de atención: Se recuerda mejor en la medida que haya mayor atención y concentración.

Ley de la afectividad: Lo que nos resulta agradable es más fácil de recordar.

Ley de totalidad: Si los recuerdos forman parte de un todo coherente y armónico la capacidad de recordar es mayor.

Ley de asimilación. Las ideas se recuerdan mejor si estas se asocian a otras existentes en la mente, ya insertas en una estructura conocida.

Ley de extensión. Se retiene mejor por pequeños pasos.

Ley de repetición. Se memoriza más mientras más se repite una percepción.

Ley de latencia. La latencia es el tiempo que transcurre entre las percepciones y el momento en que se realiza la evocación de lo adquirido. Esta retención disminuye al aumentar el tiempo de latencia.

 

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