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29/03/2024. 14:35:43

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Google no olvida

Socio fundador de Avezalia, firma especializada en el asesoramiento jurídico integral TIC

No tengo ninguna guerra contra Google, aunque lo parezca. Además, mal parado saldría, pues no hay juzgado ni Estado que le tosa, por más que quieran ponerles límites a su actuación.

Un móvil y el logo de Google

En los últimos meses se ha hablado mucho sobre un nuevo derecho, el derecho al olvido, a raíz de la ya famosa sentencia del TJUE que, paradojas de la vida, ha hecho que todos conozcamos el nombre de la persona que la promovió, precisamente para que su nombre no saliese en el famoso buscador.

Antes del fallo de la mencionada sentencia era más fácil hacer desaparecer un contenido de la búsqueda de Google, que en la actualidad, donde la compañía solo hace poner trabas para evitar la fuga interminable de contenido. ¿Pero por qué? La razón es fácilmente apreciada. Una vez leí que si en Internet hay algo gratis es porque la mercancía eres tú. Cuanta razón tiene esa frase. Y es así, pues el negocio de Google son los datos, es decir, todos nosotros.

La cuestión es que, una vez conseguido el derecho al olvido, desde Avezalia hemos tenido casos en que, con sentencia en mano, queríamos hacerlo valer y, en un principio nos mareaban a explicaciones para, con posterioridad decirnos que debíamos rellenar un formulario creado al efecto. Lo hicimos. Pero la respuesta ante la tardanza era que estaban desbordados. ¿El todopoderoso Google desbordado? Suena a chiste, pero cabe el beneficio de la duda. Sin embargo, aunque no es bueno aplicar el refrán de "piensa mal y acertarás", por lo negativo del mismo, resulta que las noticias fluyen y, un día me levanto con un whatsapp de un buen amigo doctor en Derecho, cuyo nombre me reservo en estricto cumplimiento de la LOPD (al contrario que Google), con un enlace a una noticia donde un cargo de la compañía norteamericana comentaba que, frente al derecho al olvido se encuentra el derecho a saber. Tócate la nariz.

El derecho a saber es algo indiscutible, que vendría a ser nuestro fundamental derecho a la información, recogido en nuestra Constitución en su artículo 20, pero que el argumento ahora para no aplicar el derecho al olvido sea aquel derecho fundamental, básicamente no tiene sentido. Cabría preguntarse lo siguiente: ¿Derecho a saber qué? ¿La vida de los demás? ¿Contenidos que en la mayoría de los casos no están contrastados o no están actualizados o una sentencia ha condenado por injurioso y calumnioso? Este último es precisamente nuestro caso, el de un cliente que, después de esperar un lustro para conseguir su sentencia (¿se hace justicia con tanta dilación? Lógicamente NO), en la que se condena a la querellada por injurias y calumnias, y donde el contenido delictivo le sigue haciendo mella, ya que la empresa se dedica al mundo de Internet, donde la credibilidad lo es todo, ahora se encuentra con que los señores de Google simplemente no quieren aplicar el derecho al olvido pues, consideran, debe primar su derecho a saber.

Se olvidan estos señores que su derecho a saber, nuestro derecho de información, tiene su límite en el respeto a los derechos reconocidos en la Constitución y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia. Pero esta parte parece que no la conocen, me refiero a la parte del respeto.

Miedo me da este mundo donde una empresa es capaz de hacerle un pulso a un tribunal de justicia que, por ende, representa a toda Europa. Y encima sea capaz de ganarlo. En qué quedará el nuevo Reglamento Europeo de Protección de Datos, cuya motivación no es otra que la de reforzar el control de las personas sobre su datos, y cuyo máximo exponente es el Derecho al Olvido. Puede que quede en nada, al menos tiene pinta de eso después de ver actuar al gran guardián del derecho a saber, gran protector del conocimiento, fuente de toda sabiduría, al igual que los caballeros del Santo Sepulcro custodiaban el Santo Grial. Y es que el saber es poder, y el poder es dinero. Y hablando de caballeros, poderoso caballero don dinero.

Lo mismo mañana los contenidos injuriosos y calumniosos han desaparecido, y tengo que pedir perdón por mis palabras. Ojala así sea. Hoy, simplemente, estoy ejerciendo el derecho a que todos sepan lo que ocurre.

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