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29/03/2024. 09:44:31

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Historias del cibercrimen

Socio fundador de Avezalia, firma especializada en el asesoramiento jurídico integral TIC

Cada día se habla con más frecuencia de delitos cometidos a través de la Red, conocidos como cibercrimen. Hemos visto en Avezalia muchos supuestos reales en los que clientes se han visto perjudicados por delincuentes cibernéticos, con gran formación en cuanto a informática se refiere, y que emplean sus conocimientos en hacer el mal. Otros, son simples usuarios, que delinquen en la creencia del que el falso anonimato que les brinda internet les protege, cuan equivocados están.

Hacker animado con un portátil

He visto también el timo de la estampita y burdas estafas nigerianas, donde papel en blanco se convierte en dinero con una supuesta reacción química, y como grandes empresarios caen en tan baladí efecto por las ansias de poseer más de lo que tienen. En Internet no es distinto. Hay que tener en cuenta un principio básico, y es que nadie da duro a pesetas. Eso al menos me decían mis padres.

Muchos usuarios tienen la convicción que a ellos no les afecta los ataques cibernéticos, porque o bien no realizan compras por Internet, o porque el uso del mismo es para mantenerse en contacto con amigos, familiares o cuestiones de trabajo, o bien no se descarga nada que no sea de un sitio seguro.

Sin embargo, aun teniendo las máximas cautelas, en muchas ocasiones los programas informáticos maliciosos se descargan automáticamente una vez visitamos un sitio web, con independencia del contenido que buscamos en el mismo.

De todos los programas malintencionados, el peor que hemos visto es el de registro de pulsaciones, pues con el mismo el cibercriminal sabe todo, absolutamente todo, del afectado: páginas web que visita, claves, lo que escribe, etc. Y aunque te introduzcas en una web segura, donde los datos viajan cifrados, lo cierto  es que el registrador de pulsaciones registra la información en tiempo real, antes de que se cifren, por lo que hace vulnerable los controles de cifrados de, por ejemplo, las webs bancarias.

Lo curioso es que hay padres que usan el registrador de pulsaciones para ver por donde navegan sus hijos. Tener instalado este software hace más vulnerable aun el ordenador infectado, amén de que, si quieres evitar que tus hijos naveguen por sitios no deseados, existen filtros para evitarlo, sin tener que espiarlo, como si de un detective se tratara.

La cuestión que nos planteamos es hasta qué punto responde la entidad bancaria. Si siguiéramos el Código de Buena Conducta al que están adheridas la mayoría de éstas, para los casos de uso fraudulento de tarjetas, los usuarios no asumirán ninguna responsabilidad que se pueda generar después del aviso a la entidad, si bien los titulares de las mismas deben asumir los 150 primeros euros, y el resto es responsabilidad de la entidad. Pero aquí el supuesto es distinto. Han accedido a nuestro banco haciéndose pasar por nosotros, pues tenían toda nuestra información para acceder. Pues bien, la responsabilidad exclusiva es de la entidad, porque como mínimo debe saltar la alarma para todos aquellos movimientos que no sean "habituales".

Además, y sirva como recomendación, en la banca electrónica las transferencias tienen un destino, y si la misma es fraudulenta, con la simple precaución de mirar nuestra cuenta casi a diario, podemos darnos cuenta de dicha operación y denunciarlo. Nuestra entidad se debe poner en contacto con la de destino, y retrotraer el movimiento.

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