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28/03/2024. 16:56:41

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SITEL: el CARNIVORE español

Socio fundador de Avezalia, firma especializada en el asesoramiento jurídico integral TIC

Imagen de Ana de Ikea

Podemos decir sin miedo a equivocarnos que en España tenemos nuestro propio CARNIVORE. Hablamos, como no, del recientemente famoso Sistema Integrado de Interceptación Telefónica (SITEL), que como no, está detrás el llamado juez estrella que ahora tiene en su contra todo un Colegio de Abogados como el de Madrid.  

EL Sistema Integrado de Interceptación de Telecomunicaciones es un sistema informático integrado de interceptación legal de telecomunicaciones de ámbito nacional y utilización conjunta por las Direcciones Generales de Policía y Guardia Civil, con dos centros de monitorización y sus redes asociadas y terminales remotos. Su implantación data del año 2002, por lo que ha tardado en hacerse famoso.

Este sistema de escuchas y localización de teléfonos móviles fue puesto en funcionamiento por Interior, con una base legal en un reglamento del Ministerio de Industria y no en una ley orgánica, como debiera ser, al tratarse de un tema que afecta directamente a derechos fundamentales (secreto de las comunicaciones). El sistema es capaz de grabar conversaciones, archivarlas, localizar por dónde ha pasado el individuo que tiene un teléfono móvil y que es seguido por la Policía. Permite reconstruir el recorrido de una persona en los últimos meses y saber por dónde ha pasado, qué ha hablado y con quién.

Ninguna ley orgánica lo regula, pues el Gobierno (el socialista) aprovechó la aprobación del reglamento de la Ley General de Telecomunicaciones para incluir la regulación de la interceptación legal de las comunicaciones.

Todos poníamos las manos en alto, allá por el año 2000, cuando escuchamos hablar del CARNIVORE, y ahora resulta que tenemos la versión española del mismo. Como todos recordaréis, y el que no yo se lo recuerdo, era el nombre por el que se conocía a un software usado por el FBI que se instalaba en los proveedores de acceso a Internet y rastreaba todo lo que un usuario como cualquiera de nosotros, hacía por la red de redes, previa orden judicial. Claro que diréis que si el rastreo se hace con orden judicial, dónde radica el problema. Pues bien, el FBI rastreaba todo y a todos, afirmando tener un sistema de filtro por el que se podía descartar lo que era legal de lo ilegal, conservando los datos que habían sido autorizados judicialmente. El hecho es que, como todos sabemos, no se puede matar moscas a cañonazos, y tan solo se debe investigar aquello que sea flagrante, no de manera indiscriminada.

Con el tiempo se demostró que el Carnivore era más poderoso de lo que el FBI había admitido, pues resultó que la capacidad para vigilar las actividades de los internautas era ilimitada. Vamos, que el Gran Hermano se queda en Pequeñito Hermanito al lado del todopoderoso Carnivore. Todos, absolutamente todos los estadounidenses fueron espiados. Y es que su propio nombre lo delataba: ¡¡carnívoro!!
El sistema Carnivore provocó muchas controversias por sus fallos, como espiar a la persona equivocada, y porque se usó sin permiso judicial, según los grupos de libertades civiles. La Ley USA Patriot acabó con la discusión, al decretar que el FBI podía monitorizar redes sin orden de un juez ni sospechas fundadas, mientras sólo captase la información del tráfico y no su contenido. A partir de entonces se habló menos de Carnivore.

A partir de ahora en España tendremos que tener cuidado con lo que decimos, pues que un ordenador localice palabras en un documento es un juego de niños, pero que entienda el significado de una frase en un correo electrónico o una conversación telefónica se antoja bastante difícil. Y si no que se lo pregunten a Anna de Ikea (lo recomiendo para aquellos que estén aburridos y quieran reírse un poco. Se encuentra en la parte superior de la web de Ikea, junto a la barra del buscador).
El problema no es recopilar la información, ni técnica ni legalmente: los operadores europeos tienen la obligación de guardar los datos de tráfico de Internet y telefonía hasta dos años, así como de obedecer las órdenes judiciales de interceptación del contenido de llamadas o comunicación por Internet. El problema es procesar esta cantidad cada vez más diversa e ingente de datos, procedentes de múltiples fuentes, sobre todo cuando no son datos de tráfico, fácilmente procesables, sino contenidos que deben ser leídos y entendidos.

A veces me da miedo tanta NN.TT. La polémica está servida.

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