Si bien el español cañí de pro tiende normalmente a echar por tierra lo nuestro y hincharlo, desproporcionadamente, con connotaciones negativas de todo tipo, Tuenti nos ha dado una lección en cuanto a seguridad y privacidad en la red.
¿Quién no ha oído alguna vez aquello de que en LinkedIn puedes conseguir un trabajo, en Facebook un@ novi@, en Tuenti te l@ tiras y en Twitter lo cuentas?
Con esta curiosa comparativa resulta patente que, de todas las redes sociales citadas (claramente las más famosas y concurridas en nuestro amantísimo país), la que peor sale parada es la más española de ellas, Tuenti.
Ello es así dado que desde un punto de vista no sólo legal sino también social es la red que más problemas puede generar tanto en el ámbito de la seguridad como en el de la privacidad, precisamente, por el target hacia el que va dirigido: jóvenes que se encuentran, digámoslo así, en la edad del pavo (las malas lenguas comentan que es una especie de bucle espacio-temporal, a modo de agujero negro, del que pocos escapan alguna vez).
No obstante, y a pesar de las reticencias y negativas de los auto-proclamados "adultos" a tener una cuenta en una red social dirigida a "chavales", lo cierto es que Tuenti ha cogido el toro por los cuernos y ha dado un paso que marca el futuro a seguir por las restantes redes: la verificación de la identidad digital del usuario, con las garantías que ello supone en materia de privacidad y protección de los derechos del internauta.
En concreto, dicha verificación se puede llevar a cabo a través del D.N.I. electrónico y se encuentra disponible en el proceso de verificación de identidad de los clientes de prepago del operador móvil virtual de Tuenti.
El camino está claro: acercar la realidad on line a la off line por medio de medios seguros de identificación de los usuarios que potencien la seguridad y la privacidad de los mismos, mediante al empleo de sistemas fáciles de usar para el usuario medio.
Por tanto, la moraleja es clara: Tuenti y, con ello, sus jóvenes usuarios se han convertido en la versión 2.0 de los clásicos J.A.S.P.: jóvenes aunque sobradamente protegidos, a lo que podemos añadir, seguros en la red.
