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29/03/2024. 06:29:35

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Cómo ser abogado de StartUps y no morir en el intento

Asociado de ECIJA

Las pequeñas empresas siempre han existido en nuestro país aunque, en la actualidad, es más frecuente escuchar el término “StartUp”. Esto, no obstante, tiene sentido, pues si bien muy pocos se interesaban por empresas incipientes hace unos años, hoy parece que todo el mundo está interesado en ofrecer sus servicios a una StartUp.

Una bombilla

A grandes rasgos, la diferencia entre una pequeña empresa y una StartUp es que la segunda se encuentra por definición en una fase embrionaria –es decir, aspira a dejar de ser una pequeña empresa- y se basa principalmente en la innovación, de manera que, en caso de tener éxito, puede dar lugar a un colosal crecimiento en un plazo relativamente breve de tiempo.

Esto es algo que hemos podido observar dentro de la evolución del panorama empresarial en España. Proyectos como Privalia, Infojobs o Groupalia son ejemplos de cómo un nuevo negocio, que orbita alrededor de una idea con potencial, puede crecer hasta convertirse en una exitosa compañía a nivel global. De esta manera, podemos incluso encontrar algunos emprendedores españoles lanzando empresas en Silicon Valley, como es el caso de Goji, una cerradura digital para abrir la puerta de casa con nuestro Smartphone, o Hall St, plataforma que permite a los usuarios vender reservas de hotel y entradas para eventos que finalmente no van a utilizar.

En este contexto, parece oportuno plantearse el papel que jugaría un asesor legal en una StartUp, porque ¿hasta qué punto interesa a los abogados intentar captar a este tipo de empresas como clientes?

Como no podría ser de otra manera, cuando nos encontramos ante una compañía que está emergiendo, cuenta con recursos escasos y, sin duda, su prioridad no será gastarlos en contratar abogados. De esta manera, el abogado se ve obligado a asumir el riesgo de ofrecer sus servicios a un precio que pueda ser afrontado por la StartUp, esperando que la compañía adquiera gran éxito y, como consecuencia, se pueda permitir aumentar las minutas de manera considerable en el futuro. Es decir, el abogado estaría apostando por la empresa, como si de un inversor se tratase.

Sin embargo, varios problemas podrían tener lugar como consecuencia de esto. El principal riesgo es que la StartUp no consiga sobrevivir más allá de su fase más incipiente, tratándose, en tal caso, de una apuesta fallida. Esto es algo que sucede a muchas StartUps, especialmente cuando están en la fase seed o semilla, que es una primera etapa en la que una empresa aún no factura, pero sí necesita asesoramiento legal para la entrada de capital. Si bien se trata de un riesgo en cierta manera necesario, ¿cómo podemos valorar una StartUp a efectos de conocer si ser sus abogados puede ser una decisión rentable?

Probablemente, si pasamos varias horas hablando con el impulsor de la StartUp y estudiamos el plan de negocio que ha elaborado, nos parecerá que el proyecto empresarial se basa en una idea difícil de superar y que en nada podría fallar. Sin embargo, los inversores profesionales conocen bien que los planes de negocio nunca se cumplen estrictamente y que, evidentemente, los emprendedores tienen excesiva confianza -como es lógico y necesario- en su idea. Conocer la percepción del emprendedor nos vendrá bien para atisbar un retrato preliminar de lo que éste desea hacer, pero no debemos basarnos únicamente en ello, sin perjuicio de que nos será útil para tener en cuenta otros indicadores que pueden ser ilustrativos para este cometido.

Si la empresa ya factura, no nos engañemos: hemos de observar los flujos de caja, principalmente en lo relativo al nivel de ingresos con respecto a los gastos y las posibilidades de revertir la situación en caso de ser negativa. Por el contrario, si la empresa aún no factura pero va a realizar -o ya ha realizado- su primera ronda de inversión, una buena manera de calcular el potencial valor de la empresa es observar cuánto están dispuestos los inversores a pagar por ella. Que haya inversores profesionales dispuestos a entregar su dinero a ese proyecto es un indicador manifiestamente positivo (especialmente porque, con los nuevos recursos que obtenga la empresa, podrá hacer frente a nuestra retribución). Por último, si la empresa aún no se acerca a su primera ronda de inversión, la única manera es observar la liquidez actual, la cantidad de dinero que la empresa necesita (y las condiciones en que podrá conseguirlo), así como estudiar las semejanzas con otras empresas similares en contraste con sus puntos diferenciadores.

En todo caso, estos últimos métodos cuentan con un cierto grado de subjetividad, cuando lo ideal sería poder examinar las cifras de la compañía en pleno funcionamiento. Aun así, podemos afirmar que no existe la receta perfecta, pues incluso con los números en la mano podrían suceder acontecimientos inesperados que lo cambien todo, como igualmente sucede en ocasiones con grandes empresas cotizadas. Sin embargo, no deja de ser conveniente tener en cuenta algunos elementos básicos, como los citados anteriormente, que nos permitan valorar si prestar nuestros servicios a una empresa sin recursos puede resultar, en unos años, un movimiento muy rentable.

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