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18/04/2024. 06:18:50

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Cuando no decimos la verdad y ni siquiera nos hemos dado cuenta

Analista web especialista en Administraciones Públicas

Bocadillo

Recientemente Civio sacó un artículo acerca de imprecisiones del portal de Transparencia de la AGE y sus cifras de derecho al acceso. El texto, bastante acusatorio, se basaba en el hecho de que el portal da como resueltas favorablemente muchas consultas de derecho al acceso de la Información Pública que finalmente sólo respondían parcialmente a lo preguntado o, directamente, no daban ninguna información solicitada. El titular lo tenía todo al acusar al portal de "inflar sus cifras", lo que nos da un daño público y un malo consciente, pero ¿es esto preciso? ¿Es una acusación justa? Para saberlo, tenemos que conocer un poco cómo funcionan los portales de Transparencia.

Los portales, el pilar del sistema de transparencia en España son una entidad digital que se constituye como nexo entre ciudadanía y Administración. En sí mismos, no están destinados de por sí mismos a generar el contenido (salvo el de su propio funcionamiento, cuyo caso nos ocupa) sino a canalizar la información pública de la Administración a la ciudadanía. Esto, normalmente, se suele acompañar de una estructura orgánica que lleva no sólo el portal, sino los esfuerzos para hacer una organización más transparente (otra cosa es que lo hagan o que tengan ganas y medios de hacerlo, lo que no siempre sucede). La cuestión, es que, en términos generales, en lo que refiere al Derecho de acceso, un portal de transparencia, especialmente cuando es grande, lo que hace es recibir la consulta, revisa si está dentro de los parámetros de la normativa que lo rige, y lo transmite al departamento responsable de la información solicitada. Esto es lógico, ¿por qué duplicar información cuando alguien ya la tiene y la puede facilitar?

Este modelo, que es racional y comprensible, es el que generaliza el problema que denuncia Civio en su artículo. Sin hablar sólo del portal de la Administración General del Estado, en mi experiencia de los últimos 36 portales de transparencia a los que he dirigido (o intentado dirigir) preguntas nunca ninguno ha dado al 100% de la respuesta. En ocasiones lo hacen amparados por la ley, acogiéndose a la no reelaboración de información (algún día, alguien tendría que definir qué significa la reelaboración y cómo habría que generar la información para que pueda ser reutilizable). En otras ocasiones, no lo hacen porque parece ser que los portales de Transparencia, como hace cualquier lector de correo perezoso (incluido yo mismo) sólo se lee la primera línea y asigna una consulta a un departamento cuando implica a otros, por lo que sólo responde lo que lógicamente sabe el primero. Sin embargo, el mecanismo más habitual es contestar lo que crees que sabes y luego mirar para otro lado (ocasionalmente hay alguna mención de "esta información no está disponible") cuando realmente lo está (y sé positivamente que lo está, porque viene del mismo sitio que el resto)

Entonces, ¿Qué necesidad tenemos de un portal? Lo digo sin acritud. Cuando se crea un centro de acceso a algo (un hub en términos ingleses) esto tiene varias finalidades.

  • Aligerar la carga del usuario de buscar un interlocutor. Normalmente uno sabe lo que necesita, pero no quién se lo puede dar. El portal debe mirar qué es lo que se pide y ver quién o quiénes pueden resolverlo. Como digo, los portales normalmente o lo mandan a quien quieren o te dejan elegir a qué consejería, ministerio, departamento u organismo preguntas… como si lo supieras.
  • Revisar el cumplimiento. Lo lógico es que el trabajo no termine en mirar a quién va y olvidarlo. Esto sería convertir un portal en un teleoperador (en muchos casos, más bien poco eficaz)
  • Transmitir el aprendizaje de su actividad. La capacidad de ver todas las demandas de información permite aprender cómo habla, qué piensa, qué busca o qué necesitan las personas. Eso, destinado a quien elabora la información, es un recurso de primer orden.
  • Contribuir a la mejoría del sistema. Si tenemos un sistema en el que revisamos qué falla, quién lo hace y dónde, podemos mejorarlo.

Pues bien, como dice Civio y, en mi propia experiencia, puedo decir que, en el mejor de los casos, los portales de transparencia cumplen sólo la primera de estas 4 funciones, y lo hacen de manera bastante desigual. Sin embargo, a diferencia de Civio creo que el problema no es que "hinchen" las cifras, dado que eso suele connotar una mala intención que, francamente, dudo que exista. Me da más la sensación de que nos encontramos en un caso en el que confluyen de manera desigual dos factores:

  • Desatención: Los responsables de los portales, en mi opinión, mandan la pregunta y se olvidan. Es cierto que, en muchos casos, hay un desbordamiento de los recursos de los portales, entre otras cosas porque el propio planteamiento que tienen como elementos de selección y clasificación y la falta de sistematización en el tratamiento del contenido genera cuellos de botella estructurales.
  • Falta de conocimiento. ¿Saben realmente los portales y los responsables que podrían ir mucho más allá de lo que hacen? ¿Realmente se han planteado un seguimiento detallado del contenido de las respuestas? Si digo la verdad pocas veces me ha preguntado la Administración sobre la satisfacción sobre un procedimiento, pero nunca sobre si la información recibida en un portal de transparencia es la que pedía. Lógicamente podría poner un recurso, pero, ¿me vale la pena? No ¿significa esto que todo esté bien? No.

Así que, reformulemos el principio de la historia. No creo que los portales de transparencia (ninguno de ellos) inflen sus estadísticas. Simplemente, no las desinflan más allá de su primera interacción. Esperan que si dicen que hay respuesta la haya, y luego, no la hay.  Esto es menos "romántico" que el intento de engañar en un dato público, pero, en mi opinión mucho más grave.

Tenía un profesor que era sacerdote y decía que el peor voto de que tenía era el de obediencia porque a un malo le ves venir, pero a un tonto, no. Esto es lo que hacen los portales como puntos de acceso, son tontos. No quiero decirlo en términos ofensivos, sino que me refiero a un fehaciente desconocimiento en la mayoría de los casos de la realidad en la que se mueven y de los hechos que gestionan. Así que la cuestión es preguntarse si tienen algún sentido más allá de tener un simple buzón de correo y un buscador y listo. Quizá, siendo un poco más simples podamos hacer algo de lo que pretendemos.

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