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29/03/2024. 14:21:04

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LEGALTECH TOUR: TOUR 1 – SMART CONTRACT

¿Deben prepararse los despachos de abogados para afrontar los smart contracts?

Abogado.
Fundador de Law&Trends
Consultor de Social Media @fbiurrun

Cada día se habla más de los Smart contracts, también llamados, contratos inteligentes. Se describen como el futuro, el apocalipsis de los abogados, que todo quedará regulado por ellos… Para muchos abogados todo esto suena a ciencia ficción, algo lejano en su día, pero ¿esto es real? ¿deben prepararse los despachos de abogados para afrontar esta tecnología? ¿Solo debe preocupar a los grandes despachos?

Contratos inteligentes

En los últimos meses, son muchas las noticias que ha informado de grandes despachos internacionales y nacionales que ha incorporado en su estructura departamentos donde el "derecho tecnológico" cobra especial importancia. De hecho, unos de los problemas del que hablamos en esta sección hace unos meses era la dificultad con la que se encontraban algunos despachos en coordinar y gestionar los equipos mixtos de abogados y programadores, incluso, en algún momento, se debatió sobre la conveniencia de que los abogados fueran programadores.

Pero ¿qué son los Smart contracts?

En un artículo anterior, Alejandro Gómez de la Cruz, abogado de Grant Thornton, nos decía sobre los Smart contracts que "ni son contratos, ni son inteligentes. Podríamos definir los Smart contracts como herramientas que nos permiten ejecutar de forma descentralizada, automática e independiente aquellos términos de un contrato que respondan a una lógica puramente booleana, es decir, a «if(s)" y "then(s)»."

Uno de los elementos que definen a los Smart contracts es que se pueden ejecutar y hacerse cumplir por sí mismos automáticamente, sin necesidad de un tercero que lo valide, sin intermediarios y, claro está, sin interpretación. Así pues, la programación (scripts) almacenada en una red de blockchain que ejecuta los Smart contracts responde a una lógica que no deja lugar a dudas, de ahí que cobre una especial importancia la correcta programación de los códigos informáticos, evitando errores de ejecución o fallos de seguridad. Es aquí, donde la coordinación de los equipos de desarrolladores y juristas cobran una importancia clave.

La inexistencia de intermediarios o validadores de los contratos se traduce en que el código no reside en un servidor que garantiza su funcionamiento, los smart contracts se distribuyen de forma descentralizada en la red, siendo visible por todos, no pudiéndose modificar, al ejecutarse sobre tecnología blockchain. Sus códigos se distribuyen en miles de nodos que no se pueden modificar.

La transcendencia de esta organización descentralizada supone una reducción importante de costes al eliminar intermediarios. Uno de los ejemplos más usuales para entender esto, es imaginar un smart contract para una apuesta en la que los participantes apuestan una cantidad de dinero a un resultado que es accesible y comprobable a través de la red. Una vez que este se da, el smart contract se ejecuta y abona las cantidades a los ganadores sin necesidad de intermediarios, ni comisiones.

Este ejemplo, nos ayuda a introducir el concepto de los oráculos, es decir, instrumentos externos que permiten actualizar datos de un smart contract. Para ello, se tiene que acudir a un sitio externo para conocer un dato (un resultado deportivo, la cotización de la bolsa, la entrega de un servicio, la realización de un pago, un hecho previsible…). El riesgo que se presenta en estos casos es la fiabilidad de dato, en la medida en que el sitio al que se acuda pueda estar fuera de servicio, ser hackeado, manipulado… Así, como informa BBVA, "proyectos como Orisi y Oraclize están creando sistemas que recogen toda la información de distintos proveedores y determinan el dato más fiable en función de lo que la mayoría indica. De esta forma, se descentraliza también esta parte del proceso para evitar tener que introducir una tercera parte que valide que se trate de información certera y real".

Además, un smart contract puede ser llamado por personas, jurídicas, máquinas o programas que funcionen de forma autónoma, por ello, la creatividad y los sectores de aplicación cobran especial importancia. Así, se asocia inicialmente a transacciones financieras con criptomonedas, a sectores como el bancario, los seguros… propiedades (vehículos, casas, teléfonos,…) controlados por cadenas de bloques (smart propiety), transporte internacional, compraventa de mercaderías e, incluso, a la automatización de herencias. Seguramente serán aquellos sectores de relevancia económica importante, donde se requiera eliminar la incertidumbre de la interpretación contractual, y donde se puedan establecer criterios objetivos, claros y sin incertidumbre donde comiencen a prosperar los smarts contracts.

Para crear y ejecutar smart contracts existen diferentes plataformas (bitcoin, ethereum, lisk, Hyperledger, Counterparty, Rootsock o Corda del consorcio R3) en las que se utilizan diferentes lenguajes de programación (javascript, solidity..).

Aunque el concepto de Smart contracts tiene su origen en 1995, no es hasta 2009 cuando se hizo realidad con la aparición del Bitcoin y la tecnología blockchain. No obstante, en la actualidad podríamos hablar de un escenario todavía embrionario, donde cobra especial importancia la identificación de servicios para su aplicación y la intervención del abogado en los requerimientos de su definición. Para los que ven en los smart contracts el futuro, estamos ante un momento de cambio, habrá que estar muy atentos e los clientes de los despachos y en que medida implementar soluciones a través de smart contracts sea una oportunidad para ellos, hoy más que nunca hay que tener los ojos muy abiertos.

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