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16/04/2024. 20:49:28

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LEGALTECH TOUR: TOUR 3 AUTOMATIZACIÓN ROBÓTICA EN LOS DESPACHOS DE ABOGADOS

RPA jurídicos: la legaltech de verdad

COFUNDADOR DE CYSAE, PARTNER TECNOLÓGICO DE LARRAURI & MARTÍ.

La RPA (Automatización Robótica de Procesos) es la nueva forma de llamar a las herramientas de automatización de procesos. Es un robot software (no incluye hardware, como sería el robot de toda la vida) diseñado para que realice las tareas que lleva a cabo un humano en una organización, principalmente delante de la pantalla de un ordenador.

Robótica

Por otro lado, la legaltech nadie sabe muy bien qué es, si un cambio de mentalidad en los abogados, si startups que crean herramientas para el sector legal (por cierto, aún no he visto ninguna que funcione bien) o si se trata de una nueva área de especialización. El caso es que se organizan eventos de legaltech, se presentan startups legaltech, los despachos crean sus propios hubs de legaltech, pero los despachos siguen usando el proveedor de correo electrónico tradicional, la documentación del cliente está guardada en una carpeta más o menos bien estructurada (compartida o no), se consultan las bases de datos de toda la vida, todo se redacta en Word, se firman los documentos a mano, se escanean y se devuelven por email y el gestor documental (los que lo tengan) no es más que una simple base de datos de plantillas- en Word – genéricas.

Las herramientas RPA se están empezando a desarrollar para su aplicación en la mayoría de grandes sectores económicos e industriales (banca y finanzas, retail, transporte de mercancías, viajes, tecnologías de la información) ya que la relación "coste inicial-ahorro a medio-largo plazo" es enorme. Con las cantidades de recursos que manejan estas empresas y la competencia existente entre las mismas, la inversión en herramientas que hagan más eficiente a la empresa es una obligación. O lo que es lo mismo, la empresa quedaría obsoleta y fuera del mercado si no implanta estas tecnologías de automatización de procesos. Por otro lado, las grandes multinacionales de desarrollo de ERP y RPA (SAP, SalesForce, Microsoft Dynamics, Oracle EBS…), como es lógico, se han centrado en desarrollar productos o servicios que puedan implantarse en grandes empresas, que sean además similares o con las mismas reglas de juego y que sean altamente escalables. No parece que el sector legal se asemeje a este target.

No es por otro motivo sino por éste por el cual aún los RPA no se han implantado de verdad en el sector jurídico. Un despacho de abogados puede ser pequeño o grande, especializado en asesoramiento legal o en defensa ante los tribunales, en derecho fiscal o en derecho laboral, en pequeñas reclamaciones o en grandes operaciones. Además, la abogacía se caracteriza- o se caracterizaba- por ser una profesión de tradiciones (basta leerse el Código Deontológico o el Estatuto General de la Abogacía Española), personalista (el clásico despacho cuyo nombre está conformado por los apellidos de los socios fundadores), de trabajo supuestamente artesanal y con una barrera de entrada notablemente cerrada (sólo podrán asesorar jurídicamente los abogados colegiados). Dicho de otro modo: las multinacionales de RPA no van a centrarse en el sector legal mientras éste mantenga las características antes expuestas.

Es cierto que los despachos más grandes, tanto nacionales como internacionales, ya emplean softwares de gestión para una gran variedad tareas, como el control de las horas facturadas, la contabilidad, la comunicación con los clientes a través de espacios virtuales o la utilización de un gestor documental con más funcionalidades que el resto, pero no son software diseñados específicamente para el sector legal; no son softwares que aplique un abogado para la práctica jurídica.

En las áreas jurídicas, con carácter general, simplemente se están testeando algunas herramientas. Cada semana leemos en los medios que tal despacho está a la vanguardia de la innovación legal porque ha usado tal software de IA del que nadie ha oído hablar, porque ha usado Blockchain para ofrecer más seguridad a la documentación firmada por sus clientes, porque los martes hacen un workshop de design thinking y open space for innovation, porque ha emitido un token, porque se ha aliado con esta empresa de software para crear soluciones tecnológico-legales o bien porque han metido en plantilla a un informático o han creado un nuevo departamento con un nombre futurista. Casi se me olvida, también hay despachos que ofrecen smart contracts a medida.

Lo anterior demuestra dos cosas; la primera es que, en efecto, hay un interés en el sector legal y en sus agentes por innovar, por la modernización a través de la tecnología y por conocer las tecnologías más punteras hoy en día. La segunda es que aún no ha empezado el pistoletazo de la digitalización del sector legal, al menos en España, ya que la mayoría de medidas innovadoras que se han mencionado han sido sugeridas en su mayoría por el departamento de marketing y no por los departamentos jurídicos. La cultura de la innovación aun no ha calado y los abogados siguen siendo reacios a los cambios. 

Dicho esto, no cabe duda de que en algún momento esto va a cambiar, y ese pistoletazo llegará cuando un gigante tecnológico entre con fuerza en el sector y cambie las reglas del juego. Los expertos en RPA indican que "todo se puede hacer", es decir, llegará el día en que las demandas se redacten solas, los contratos se redacten por las partes sin presencia de un abogado humano, haya cláusulas que se autoejecutaráen, procesos de due diligence que empiecen y acaben el mismo día o softwares cuyas reglas cambien solas conforme entre en vigor una nueva ley que sea capaz de leer e interpretar.

De los abogados y de los despachos depende que no sea un agente externo, un gigante tecnológico, un intruso el que empiece a revolucionar el sector legal a través de distintas herramientas RPA que aprendan solas gracias a tecnologías complementarias como la visión artificial, la automatización cognitiva o el aprendizaje automático. Los despachos deben perder el miedo a usar herramientas que aún son imperfectas o mejorables. Deben crearse alianzas entre despachos y startups tecnológicas para fomentar el uso de herramientas que de verdad vayan a ser aplicadas. Es importante este compromiso de los despachos, entre ellos y con las empresas desarrolladoras, para asegurar que las herramientas- aunque sean pruebas de concepto- vayan a ser implantadas, porque sólo así se podrán testear y mejorar.

Evidentemente no es tarea fácil y se plantean multitud de incógnitas: ¿qué forma jurídica adoptaría esa alianza?: ¿una asociación que fomente y desarrolle estas herramientas para su implantación entre sus socios? ¿una Sociedad Limitada que desarrolle y comercialice el producto entre sus socios? ¿o también a los competidores? ¿y si acaba adquiriendo más peso esta sociedad que los propios despachos? Estas joint-ventures o alianzas no son fáciles de manejar, ya que hay muchas horas de trabajo que no van a ser remuneradas, no es fácil medir el trabajo de los equipos y menos aún equipos multidisciplinares (abogados, tecnólogos, marketing), pero se trata de una medida necesaria si queremos que la revolución digital del sector legal la lideremos los propios operadores jurídicos.

 

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