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29/03/2024. 16:51:32

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¿Es aplicable el marketing en los despachos de abogados?

Consultor de marketing jurídico y marca personal. Autor  del libro "De despacho competente a despacho competitivo: Cuéntame cómo conseguirlo" (Ed. Aranzadi)
www.francescdominguez.com

 

 

 

El marketing es aplicable para la comercialización de todo producto, servicio, idea o causa social, pero requiere de una serie de requisitos o condiciones que la mayoría de despachos de abogados no tiene, aunque pueden llegar a tener, por lo que son legión los despachos que o bien no aplican el marketing o bien no reúnen las condiciones para que su aplicación sea fructífera. Por ello son percibidos como indiferenciados en el mercado, lo que les aboca a competir en precios, camino seguro para la pobreza o insatisfacción profesional a medio o largo plazos.

Varios muñequitos reunidos

Fíjese en lo que denomino "la escalera de la gloria del abogado", que es aplicable también a un despacho:

Abogado →  especialista → experto → autoridad → la autoridad

Los escalones "abogado" y "especialista" dependen de usted. El resto depende de usted, pero sobre todo de la percepción del mercado. Se trata de fases directamente relacionadas con su satisfacción y con la rentabilidad de su despacho, porque los clientes potenciales escogen al asesor o al despacho de menor riesgo percibido. Es obvio que por alguien percibido como "experto" el cliente potencial cree que vale la pena invertir más.

¿Qué hace usted para gestionar su percepción o significado en el mercado, para influir en ella? Hay que ser amos de la propia imagen o esclavos del "etiquetado" de los demás. Ello explica en buena parte que muchos despachos competentes no sean competitivos. Como dijo Baltasar Gracián, "Valer y hacerlo saber es valer dos veces". Podríamos puntualizar la cita del genial escritor aragonés así: "Valer y hacerlo percibir bien, es valer dos veces".

Los obstáculos a la competitividad en el mercado

En nuestra opinión, la aplicación del marketing, para que sea exitosa, requiere un equilibrio, interno y externo, que la mayoría de despachos no tiene. Si no se tiene, hay que tener voluntad para tenerlo. Se trata de un equilibro entre disponer del carácter adecuado, y aplicar estrategias de marketing o mercado, teniendo en cuenta los recursos (humanos, materiales y de tiempo) y la cultura de trabajo con que cuenta el despacho.

Son también muchos los despachos en los que por las relaciones de poder en los mismos, el marketing es una responsabilidad sólo de la alta dirección, en lugar de serlo de todo el personal. No existe en los mismos una cultura de empresa compartida, orientada al mercado. Los abogados suelen estar orientados al impulso de casos, donde se sienten cómodos. Prefieren los papeles a generar negocio. Como alguien dijo: "a veces nos pasamos toda la vida estudiando para no salir a fuera a vendernos". Por supuesto, es por miedo no reconocido al rechazo del cliente potencial, aunque difícilmente lo reconocerá un socio o un abogado de un despacho.

Otra barrera es la que ponen algunos socios, los garantes del estatus quo. Como se sabe en gestión empresarial, los enemigos dentro de la empresa son aquellos que no se abren al cambio, a la innovación, los que quieren que todo siga igual, a menudo por intereses personales.

Un factor decisivo y fundamental es la falta de organización adecuada, que suele o puede dar al traste con los intentos de aplicar una política de marketing para posicionar al despacho en el mercado y conseguir contrataciones de los servicios. Algunos despachos se organizan jerárquicamente, y a veces operativamente, para intentar dar un buen servicio, pero dicha organización no es coherente con su estrategia de negocio, si es que existe. Es decir, existe un divorcio entre cómo funcionan por dentro y cómo se manifiestan en el mercado. Otros muchos ni siquiera se organizan. Son asaltados por las tareas y su único objetivo visible es cumplir plazos. Cuando ocurre esto, es evidente que son vistos por el mercado (clientes potenciales) como "cumplidores de plazos" y nada más, lo cual no les hace especialmente atractivos y se suman a todos los demás. No se diferencian.   

La incomprensión del concepto de marketing

Por otro lado todavía son muchos los despachos que no entienden qué es el marketing. En lugar de verlo como estrategia de negocio/mercado, sobre la que debe girar todo lo que hace el bufete; lo ven como promoción de los servicios, "intentar colocarlos en el mercado", sin saber si esos servicios van a ser bien demandados en el mercado.

Cuando los abogados piensan en marketing tienen en mente la promoción de los servicios: elaborar un logo, una página web, asistir a actos de networking, presencia en redes sociales, etc. Todo eso son acciones de comunicación que deben tener un concepto propio y ser consecuencia de una estrategia detallada y calculada de marketing. Las acciones de comunicación hay que hacerlas cuando los cimientos del marketing son sólidos. Son herramientas de un plan estratégico, de un hilo conductor. Paradójicamente, la mayoría de despachos crean una página web o su presencia en redes sociales sin contar con una estrategia definida de marca. Las webs de los despachos de abogados suelen tener tantos mensajes, que no tienen "mensaje". La inversión suele convertirse en un gasto.

Saber vender la propia capacidad

Por otro lado, los abogados suelen priorizar la formación técnica a la formación que ayuda a marcar diferencias, la formación en habilidades. La mayoría de abogados pueden ganar habilidades comerciales o de ventas que les reportarán mayores y mejores ganancias. Una prueba de ello son los problemas por los que están pasando actualmente la mayoría de despachos, incluso los grandes. Son legión los que tienen que bajar honorarios e intentar introducirse en segmentos de mercado "más propios de otros despachos". ¿Por qué tienen que bajar precios? Porque no conocen cómo vender de manera adecuada.

Quien conoce el secreto de la venta o, dicho de otra manera, cómo ayudar al cliente potencial a contratar, no pasa por crisis económicas porque, en lugar de lamentarse por sus circunstancias, crea sus circunstancias. Es previsor. Se enfoca hacia clientes más rentables, con los que podrá aprender más, mejorar su curva de experiencia o conocimiento. Se hace atractivo para ellos, con la finalidad de ganarse su confianza y preferencia, y poder fidelizarlos a corto, medio y largo plazos.

Los buenos abogados, y otros profesionales, tienen la base para mejorar sus habilidades comerciales: la capacidad potencial de escuchar y observar activamente, en definitiva, de aprender del cliente. Ocurre que inmersos en un sistema de creencias que les hace pensar que saber vender requiere sobre todo hablar les lleva a desaprovechar oportunidades.

¿Es aplicable el marketing en los despachos de abogados?

Sí, pero a condición de que en su despacho vean el cambio como una oportunidad, la de aplicar nuevas prácticas, contrastadas en todos los sectores de la economía, coherentes con los valores de la abogacía.

Tal vez ya le haya llegado la hora de buscar el equilibrio profesional. La hora de darse cuenta de que no sólo hay que dar servicio a los clientes sino también a uno mismo, tener un proyecto propio para ser una referencia en el mercado y vivir una vida profesional más satisfactoria.

Tener una hoja de ruta bien definida en el mercado aporta tranquilidad. Lo mismo que piden los clientes al abogado es lo mismo que debería pedirse el abogado a él mismo, tranquilidad. Todos sabemos algo que la competencia no sabe o bien lo hacemos mejor. Descúbralo y emprenda el camino de la prosperidad. Usted elige.

© Francesc Domínguez, socio de Barton Consultants. Nota: este artículo es una versión reducida del artículo del mismo autor publicado en Actualidad Jurídica Aranzadi, en diciembre de 2013.

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