A la hora de construir un sueño es fundamental distinguir fantasía de imaginación, pues donde hay confusión el ideal es poner distinción. Mientras que fantasía es aquello que nos evade de la realidad y nos aleja y desconecta de la misma, la imaginación es lo que nos ayuda a crear nuevas realidades que consigan hacernos escapar de aquello que nos incomoda o desagrada.
El ser humano usa la imaginación, la capacidad de crear una nueva realidad, en aquellas situaciones en las que debe dar un salto importante para que, de alguna manera, pueda intuir en la mente aquello que nos ilusiona experimentar pero que, por motivos ajenos, no llegamos a llevar a cabo.
Tal situación deriva del espacio existente entre el lugar donde estamos y donde quisiéramos estar, algo que habitualmente genera un conjunto de emociones, siendo la fundamental de todas ellas el vértigo.
Durante mucho tiempo se ha considerado que lo único fiable en el ser humano era el intelecto, sin embargo, si se observa a las personas que verdaderamente tienen éxito en la vida, se puede apreciar que muchas de ellas no han pasado por las universidades y que incluso han sido fracasos escolares o profesionales. Y la pregunta que cabría formularse es, ¿por qué? Como decía René Descartes, si el intelecto es lo único fiable que habla en el ser humano y, por tanto, aquello de lo que es posible fiarse a la hora de dar ese salto desde donde estás hasta dónde quieres estar, ¿cómo es posible que en realidad eso no funcione así?
Asimismo, señalaba Emerson, uno de los más grandes filósofos norteamericanos, que "el elemento que más batallas ha ganado al ser humano a lo largo de la historia es el miedo". Y, en este sentido, cuando alguien piensa superar su miedo a la hora de dar el salto en base a su intelecto o sus conocimientos, ha podido darse cuenta de que ello no es bastante. Lo cual quiere decir que se debe buscar en otro lugar que, de manera complementaria y conjunta a los conocimientos que ya se ostentan, sirva de ayuda para dar el salto. Y ese lugar está definido por dos elementos, siendo uno de ellos la fe, entendida como el sentido de certeza sobre algo a pesar de no tener evidencias. De esta forma, de la pasión y la fe florece ese poder de ayudar a dar el salto y superar la sensación de vértigo
"Tu fe y tu pasión han de ser mayores que tu miedo"
Santiago Ramón y Cajal descubrió que la introspección, la reflexión interna, la capacidad de soñar, de atreverse a salir de la zona de confort, de abrazar la incertidumbre, implicaba y llevaba a cambios profundos en el tejido cerebral. Estudiando las neuronas observó la existencia de unos hilitos que salen de las dendritas, de las ramas de las neuronas, y que aumentan cuando una persona está apasionada por hacer realidad su sueño. Así, Ramón y Cajal expresó, tal y como hoy en día se ha demostrado, que "todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".
Las personas que se atreven a salir de su zona de confort, que abrazan la incertidumbre y que siguen teniendo fe aumentan la población y conexión entre las neuronas, fenómeno llamado neuroplasticidad, lo cual equivale literalmente a convertirte en una persona más inteligente.
Los factores sociológicos o socioculturales propios de nuestra cultura influyen en el comportamiento racional
La obra de Max Weber, "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", definía el espíritu del capitalismo como aquellos hábitos o ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico según una maximización del rendimiento y una minimización de todo gasto innecesario. Las fuentes de inspiración Weberiana se encuentran asimismo en la obra de Lutero y Calvino, la cual, a través de una visión de lo sobrenatural, coloca al protestante en una visión del yo alejada del grupo, de tal forma que él decide con quien se religa, cuándo y cómo, incluyéndose dentro del grupo, pero por opción, y no por nacimiento o por obligación. Esto nos lleva a hablar del individualismo, elemento clave para vivir internamente y por uno mismo aquellas experiencias que el grupo no te permite vivir en primera persona y que, de alguna manera te alejan de vivir las experiencias vitales con pasión, siendo la pasión el motor del crecimiento, constituyéndose como la fuerza que te vuelve a levantar.
Así, cuando se está inmerso en lo divino, movido por el entusiasmo, no habrá quien nos pare, porque cada vez que caigamos nos volveremos a levantar. Por todo ello, mi sugerencia es pensar en grande pues sólo los sueños grandes pueden inspirar, los sueños razonables no inspiran a nadie.
Todos sabemos que si nuestra fe, nuestra sensación de certeza, es lo suficientemente grande y nuestra pasión es lo suficientemente inspiradora, podremos vencer el miedo, porque dispondremos de lo que se conoce como "palanca emocional", la cual nos permite superar el miedo no procedente del intelecto, lo que no quiere decir que no se ayude del intelecto o que no proceda de él sino que proviene de un lugar distinto o, como decía tan maravillosamente Blaise Pascal, "el corazón tiene razones que la razón desconoce".
Lanza tu corazón, que el resto lo seguirá, y elabora una estrategia, un plan de acción, pero no uno ideal, pues el mejor plan de acción es el que se ejecuta, el que conlleva una descripción de aquello que se va a hacer. Un plan que actúa en pequeño, poco a poco, pero en el que cada paso que se da se hace pensando que te llevará a tu sueño. Así, el futuro te elevará en el presente y el resultado será que, poco a poco, te convertirás en quien realmente eres. Sólo de esta manera tendrás la experiencia de estar viviendo en plenitud.
