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29/03/2024. 06:41:04

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¿En qué me baso para elegir mi estrategia de Knowledge Management?

colaborador de Legal Today

Scott S. Wishart
colaborador de Legal Today

Tradicionalmente, el Knowledge Management se había centrado en estrategias de codificación de información. Pero hoy, la diversidad de servicios reclama una "estrategia personalizada". El autor reflexiona sobre ellas así como sobre su aplicación a los diferentes modelos de bufetes.

Por extraño que parezca, la apariencia de la isla de Manhattan tiene que ver bastante con el Knowledge Management (KM). El skyline que dibujan sus rascacielos es, en gran parte, la respuesta que se dio al problema de centralizar toda una organización en el mismo lugar.

El plan estratégico y su influencia en el KM. Foto de Manhattan

A principios de siglo XX, grandes compañías como Singer, Chrysler y The New York Times construyeron estos edificios para afrontar el frenético crecimiento de su negocio, de manera que se facilitara el control e intercambio de conocimiento.

El mundo se ha transformado. Hoy, la única diferencia que existe entre una llamada a tu vecino y una a las Filipinas, es el número de dígitos que hay que pulsar para hacer la conexión. En esencia, la necesidad de compartir información no ha cambiado en sí misma: se han potenciado los canales, pero la idea de que estandarizando los procesos se logra un mejor aprovechamiento del conocimiento, en muchos aspectos, sigue siendo válida.

La globalización ha impulsado también el crecimiento de empresas que solucionan problemas a la medida de sus clientes, entre las cuales destacan las consultoras de negocios, las compañías de contabilidad y, por supuesto, las firmas de abogados. Esto implica una nueva aproximación al Knowledge Management, donde el protagonismo lo tienen las personas y sus experiencias.

Las compañías que basan su negocio en productos relativamente estandarizados (coches, cámaras, ropa, etc.) enfocados a las necesidades comunes, necesitan un KM que almacene la mayor cantidad de datos, de suerte que estén disponibles en todas las unidades de negocio. El fin que persiguen es mejorar y rentabilizar el conocimiento adquirido. Este esquema es conocido como el modelo de "codificación". Ejemplo de esto son las firmas de coches, que deben administrar a cada una de sus plantas las instrucciones necesarias para construir las piezas que conforman un modelo. Los ingenieros, repartidos por el mundo, consultan las bases de datos para hacer, una y otra vez, la misma puerta o el mismo parabrisas.

En cambio, el modelo que debe dar respuesta a industrias que prestan servicios a la medida de sus clientes es diferente. Al ser difícil estandarizar este tipo de conocimiento, el KM debe centrarse en tender puentes de comunicación entre personas. Es lo que los norteamericanos llaman un modelo de "estrategia personalizada". En las empresas que se dedican a negocios de este tipo, el personal suele estar muy cualificado y su experiencia es altamente valorada por la organización, pero no circula libremente.

Una analogía entre comunidades del ciberespacio, que ilustra las diferencias entre estas dos aproximaciones al KM, es las siguiente: el modelo de codificación es a Emule, lo que la estrategia personalizada es a Facebook. Pero los dos sistemas de KM descritos son ideales. Nadie tiene un negocio que encaje perfectamente en uno de ellos. Existe además una gran gama de grises, donde las empresas se sitúan habitualmente para dar respuestas a las peculiaridades organizativas e intereses comerciales.

Las firmas de abogados también han de afrontar el complejo reto de posicionarse en el espectro. Existen múltiples aproximaciones a la prestación de servicios jurídicos: por ejemplo, quienes gestionan una gran cantidad de volumen de procesos similares, o quienes pueden estandarizar fácilmente su conocimiento. El paradigma de esta opción son los expertos en procedimientos hipotecarios. Un despacho de este tipo necesita que todos sus abogados tengan acceso a demandas, planos, peritajes, etc. Por tanto, no dudarán en tomar partido por el modelo codificado. Pero ¿qué pasa si éste es sólo parte de su cartera de clientes, y el resto son asesoramientos fiscales a compañías internacionales en bancarrota?

En febrero del año 2000, en un artículo publicado en 23 de noviembre de 1999 en la Harvard Business Review, titulado "What´s Your Strategy for Managing Knowledge?" se dijo algo que sigue teniendo validez. Sus autores, Morten T. Hansen, Nitin Nohria y Thomas Tierney, estudiaron varias empresas inmersas en diferentes sectores de la economía. La conclusión que sacaron fue que las organizaciones más satisfechas con su KM eran las que habían decidido tomar partido por uno de los dos sistemas, mientras usaban el otro como complementario.

Por tanto, en el caso del despacho antes mencionado, se deberá definir cuál es su punto más fuerte y hacer su KM según los requerimientos de esa área de práctica, al tiempo que establezca un pequeño camino alternativo para los intereses secundarios. Un buen plan de marketing es de gran ayuda para contestar esta pregunta y fijar las prioridades.

Es posible que el KM ya no sea tan importante a la hora de construir rascacielos, pero, ciertamente, sigue siendo una fuerza determinante en la estructura productiva que adoptan las empresas.

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