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19/04/2024. 01:49:39

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El abogado y el exordio: quien bien empieza…

Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla

El objetivo o finalidad del informe es captar o ganar el interés, la atención, receptividad y benevolencia del Tribunal Lo que hace al exordio atractivo es la forma de transmitir a la Sala el objeto de nuestro informe

Todos, absolutamente todos los manuales sobre Cómo hablar en público destacan como elemento esencial del discurso la introducción, es decir, la parte inicial en la que el orador comienza el proceso de comunicación oral (puesto que a través del lenguaje no verbal se empieza mucho antes). Esto no es nuevo, pues desde los tiempos de la Grecia clásica, ya se destacaba el valor que en toda alocución tiene el denominado exordio, proemio o preludio, y muy especialmente en el ámbito jurídico.

Persona delante de una pizarra en blanco

El exordio forense (del latín exordium: comienzo, en griego προοίμιον / prooímion /preludio), constituye la parte introductoria del informe que abarca desde el comienzo del mismo hasta que el orador entra en la materia objeto de su discurso.

El objetivo o finalidad del informe es captar o ganar el interés, la atención, receptividad y benevolencia del Tribunal sobre el tema o materia que se tratará a continuación. Para ello, el orador, a través de esta breve introducción procura, sin entrar bruscamente en el examen de los hechos y su valoración probatoria, poner al auditorio en antecedentes, anticipando de que va a tratar el informe, a través de una exposición con la que consiga unir el interés y simpatía del auditorio al suyo propio al de la causa que defiende. Para ello, es fundamental que el orador conozca de antemano la predisposición que el auditorio puede tener hacía su caso, ya que a través de esta información sabrá suavizar lo que podría parecer atonante: ese arte de eludir la opinión contraria y los sentimientos hostiles, y en cierta medida de asociarse incluso con los prejuicios y con los intereses que se van a combatir.

Partiendo de la base de que los momentos iniciales de todo discurso constituyen el periodo en el que el auditorio presta más atención, podrá intuirse que del exordio puede depender el éxito del informe oral, ya que una introducción eficaz permitirá al orador conseguir una primera impresión favorable en el momento en el que el auditorio está más interesado en la intervención del letrado, atención que irá decreciendo a medida que se vaya exponiendo el informe. De este modo, obteniendo una buena predisposición de los jueces, conseguiremos ganar su atención sobre el resto del informe.

Enunciación del objeto de la actividad persuasiva

El orador insinuará el contenido del informe, es decir, incluiría lo que los retóricos denominaban la proposición o enunciación del objeto de la actividad persuasiva. Dependiendo de la situación, esta exposición podrá revestirse de alguna disquisición que trate de acercar el interés del auditorio hacía circunstancias o rasgos positivos o favorables del caso defendido. Para ello el orador tiene plena libertad para emplear las herramientas que considere oportunas para captar la atención. El uso de frases, moralejas, experiencias propias, paradojas o metáforas con situaciones sociales vigentes, puede servir para llamar la atención del auditorio, siempre que se respeten las normas que a continuación trataremos.

De hecho, lo que hace al exordio atractivo es la forma de transmitir a la Sala el objeto de nuestro informe, pero revestido de una reflexión que atraiga la atención del juez y, en su caso, su interés por la defensa del caso.

Como puede observarse, el exordio puede variar en función de factores tales como el orador, la causa defendida, e incluso el auditorio.

La forma de exposición del exordio es fundamental para su eficacia. Por ello, hemos de cuidar la forma mediante el uso moderado de la expresión, tratando de contener la vehemencia y la pasión (salvo en el exordio ex abrupto), siendo recomendable un empleo elegante del lenguaje, cuidado y sencillo, claro y conciso. Con su comunicación no verbal, el orador debe transmitir modestia alejada de toda arrogancia, combinada con autoridad y dominio de la materia tratada. La sencillez del exordio debe excluir que parezca aprendido de memoria, por lo que se recomienda una exposición fluida, bien acompañada del ademán, de modo que parezca que se está improvisando.

Breve y proporcionado

En cuanto a su duración, es obvio que, conforme a su naturaleza introductoria, el exordio debe ser breve y proporcionado a la importancia del asunto que se va a exponer.

Para su preparación, y teniendo en cuenta que el exordio no es más que el preámbulo del informe, la mayoría de autores aconseja que el exordio se prepare una vez se han concluido las restantes partes del informe. De este modo, al conocer en su totalidad el contenido del informe, será más fácil extraer su esencia y elaborar un exordio eficaz.

A pesar de su importancia, el exordio es una pieza prescindible del informe oral, pues habrá circunstancias en que el escaso margen temporal concedido para el informe, la actitud y cansancio del juez o cualquier otra circunstancia, nos obligará a eliminarlo y pasar a un exordio in medias res o a entrar directamente en materia.

En conclusión, un buen exordio marcará gran parte del éxito del informe oral, y no olvidemos que ganar el interés y atención de la Sala ya es un éxito.

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