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29/03/2024. 06:15:24

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¿Cómo ser un abogado 3.0?

CEO de CopyLegal

El universo de Internet -y todas las innovaciones que trae de la mano- ha llegado a nuestras vidas para quedarse, y su evolución es imparable. Primero fue la web 1.0 –sin posibilidad de que el usuario interactuara con la información, es decir, sin diálogo-, luego la 2.0 –donde entran en juego las redes sociales, blogs, foros y demás plataformas donde interactuar- y ahora entramos en fase 3.0. ¿Qué implica este cambio? Pues que avanzamos hacia una mayor personalización del flujo de información -y de publicidad-: la web 3.0 nos pone en bandeja las cosas que más nos gustan y las que potencialmente nos puedan gustar, porque ha aprendido a escuchar lo que las redes sociales, buscadores, etc. saben de sobre nosotros.

Una abogada utilizando un portátil

Es el resultado de la suma de todos esos datos que los usuarios vertimos en la web cada día: nuestras preferencias son interpretadas y procesadas de forma que se nos pongan en bandeja aquello que más atractivo pueda parecernos. Todo un cambio ciertamente controvertido que, a estas alturas, parece imparable.

Esta introducción -para algunos seguro que apocalíptica- trata de transmitir una idea clave: el carro del progreso de las tecnologías es muy rápido y, cuando se trata de proteger nuestros despachos, debemos tener claro que a día de hoy la mayor parte de las decisiones de consumo que tomamos pasan directamente por la web.

Los estudios lo demuestran y analizan nuestras razones para acudir a Internet antes de consumir o contratar un servicio: la web nos permite investigar características y precios -y, por tanto, quedarnos con el mejor-, así como acceder a un espectro mucho más amplio de opciones.

Un nuevo modelo de consumo

Un reciente análisis de Google recoge este cambio de paradigma y lo ilustra comparando el modelo de decisión de compra tradicional y el actual. Así, en el modelo tradicional el consumidor pasaba por tres fases: estímulo (por ejemplo, ver un anuncio), primer momento de la verdad (dirigirse al producto o servicio e informarse) y experiencia (compra o contrata y, si le gusta, lo recomienda).

Actualmente la situación se vuelve más compleja, en gran parte por ‘culpa' de Internet.  A la fase de estímulo le sigue una fase de investigación (buscar en Google para comparar, mirar en redes sociales… investigar hasta tener todos los datos necesarios) para llegar al primer momento de la verdad con la decisión totalmente tomada. Además, los consumidores y clientes tienden a compartir sus opiniones en la red, tomando un papel activo en la valoración de los bienes y servicios a los que acceden.

¿En qué se traduce todo esto? Básicamente, en que los negocios de cualquier tipo -y ello incluye a los despachos de abogados- tienen la necesidad de entrar en el universo de Internet. O lo que es lo mismo, contar con presencia en la web ha dejado de ser opcional. Sea cual sea tu especialidad, debes estar en la red, debes mostrar en ella lo que sabes hacer, debes permitir que se hable de ti en ella y -lo que te convierte de verdad en un abogado 3.0.- debes escuchar a tus clientes.

Un giro en la organización de tu despacho

Y es que esta evolución hacia la web 3.0 también ha revolucionado el mundo de la gestión empresarial. Internet se entiende como una plataforma inteligente que filtra para nosotros no sólo los mejores contenidos y productos, sino que también permite al empresario analizar el feedback que recibe de sus clientes y seguidores en la web. Así, analizando sus comentarios, dudas, sugerencias, consultas… se puede extraer información valiosísima que, quién sabe, puede llevar a redireccionar esfuerzos y abandonar otros menos productivos.

Por eso es necesario que cualquier despacho se haga con un pack básico de presencia en la red. Y si tuviéramos que definir su contenido, indudablemente tendremos que contar con una buena web -perfectamente estructurada y con información concisa, atractiva y de utilidad-, un blog -en el que compartir lo que sabemos y dar voz a nuestros logros y capacidades- y presencia en redes sociales -por ejemplo, LinkedIn, Twitter o Facebook- en las que interactuar con tus clientes y potenciales clientes. Existen otras herramientas como webinars, newsletters, ebooks, formaciones online… Todas ellas están destinadas a entregar algo a tus lectores. En nuestro caso, conocimiento y ayuda.

En definitiva, no sólo se trata de contar con estas herramientas, sino de darles buen uso, teniendo claro que la fórmula del éxito pasa por compartir contenido y formar parte de un diálogo fluido y horizontal con clientes y ‘colegas' de profesión. No se trata de lanzar un monólogo, sino de entregar algo y de empatizar con quienes, en última instancia, podrían convertirse en clientes o partners.

Además de ello, ser un abogado 3.0 tiene que ver con una gestión del día a día del despacho en armonía con las nuevas tecnologías: usar sistemas de comunicación digitales para tener al tanto a nuestros clientes, usar videoconferencias para reducir el tiempo perdido con las visitas físicas, contar con documentación en red y perfectamente ordenada… En definitiva, entender que las herramientas que nos proporciona la era digital están ahí para hacernos la vida más fácil.

Merece la pena invertir un poco de tiempo y esfuerzo en integrarlas en nuestras pautas de trabajo.

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