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29/03/2024. 14:51:25

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Inteligencia colectiva… o inteligencia artificial

Abogado.
Fundador de Law&Trends
Consultor de Social Media @fbiurrun

Enormidad de información, de conocimiento sobre los usuarios a disposición de las empresas. Todo lo que compartimos en Internet se transforma en datos.

Hace unos días el periodista Oriol Querol (@OriolQF) lanzaba en Twitter un hilo en el que solicitaba la colaboración entre sus seguidores. Había encontrado un negativo de una película fotográfica en una calle de Barcelona (documentó el tuit con dos fotografías del hallazgo), en el que se podían apreciar unas personas y se planteaba el reto, como periodista al uso, de lo interesante que sería conocer quiénes eran esas personas y la historia que podría haber detrás de todo ello.

Negativo de fotos encontrado en el suelo en Barcelona. @OriolQF TWITTER

Para ir profundizando en su investigación, en tuits posteriores comienza a analizar los negativos y publica las imágenes escaneadas que aparecen en los negativos: un niño en su trona con un señor al fondo (dos imágenes casi muy parecidas en distinto formato), en otra imagen aparece el niño sentado en un sofá con un ramo de Domingo de Ramos y una cuarta foto con el mismo niño en el sofá en el que aparece una mujer que se le ve el rostro.

Con esas imágenes comienza a hacer un análisis de los datos que ofrecen: la marca de la trona, la ropa del bebé, las zapatillas, un cuadro que cuelga en la pared… y ante la dificultad de analizar la información que ofrecen las cuatro imágenes, lanza el reto a la inteligencia colectiva de Twitter para tratar de identificar a las personas que aparecen y de situarlas en el tiempo.

Un análisis exhaustivo

Y dicho y hecho, el tuit inicial ronda por los 6.500 RT y más de 11.000 me gusta y un gran número de comentarios de seguidores que se ven atraídos por esta investigación. Además, varios medios de alcance nacional recogen la historia de Oriol Querol, lo que ayuda, aún más, a la difusión del reto planteado por el periodista. La inteligencia colectiva comienza a funcionar y, en los cientos de comentarios de los diferentes tuits, se comienza un análisis exhaustivo de todos los datos que ofrecen las imágenes. Desde el análisis del tipo de azulejos, los tiradores de las puertas, la marca de la trona y el modelo, las zapatillas del niño, el peluche, el cargador de móvil que se aprecia en una imagen….

Básicamente se diseccionan las imágenes, se comparan con modelos que los tuiteros identifican de su propia vida, otros buscan por Internet modelos y, después de tanto dato, se sacan unas conclusiones de que las imágenes pueden tener entre 20 y 25 años, además de que se sacaron un Domingo de Ramos. Entre tanto cruce de tuits, aparece quien considera que aquello puede atentar contra la privacidad de las personas que protagonizan las imágenes, ya que se publican sin su autorización. Lo que conlleva otro debate entre los participantes.

Hay quienes consideran que todo esto en un fake y que el periodista se lo ha inventado todo y que el niño es el propio Oriol.

De una imagen a puros datos que dan información

Pero con independencia de todo esto y volviendo a las imágenes, lo relevante es el proceso en que unas fotos pasan de ser una imagen, un retrato, una escena familiar… a ser datos, puros datos que dan información de las personas que aparecen. Los datos de las imágenes ofrecen mucha más información: qué tipo de bienes consumen, su nivel de vida, que confesión religiosa procesan… Datos que en unas pocas fotos pueden resultar anecdóticos, pero si pensamos en los cientos o miles de fotos que suben las personas en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest… Los datos que ofrecemos sobre gustos, consumo, lugares, posición económica, creencias, ideología… se disparan.

Y si sustituimos el análisis que hacen unas personas colectivamente de una forma cuasi rudimentaria por el que pudieran hacer programas alimentados de datos, que identifican objetos, marcas, lugares, rostros, amigos… a través de la inteligencia artificial, el resultado podría generar perfiles de las personas que aparecen en las imágenes, una enormidad de información, de conocimiento sobre los usuarios a disposición de las empresas, de las marcas y, ¿por qué no? de potenciales delincuentes o de manipuladores de información (recordemos lo sucedido con el caso Cambrige Analytica en Facebook).

Seguimos ofreciendo datos, información gratuitamente en internet, en las redes sociales, pero muchas veces no contemplamos que las imágenes y los videos ofrecen tanta o más información adicional de nosotros mismos, que la que completamos en los perfiles sociales o en los comentarios que escribimos.

Todo lo que compartimos en internet se transforma en datos y con el debido tratamiento en información que se convierte en conocimiento para quienes operan con toda esa información directa o indirectamente.

Si retomáramos esas cuatro fotos que encontró Oriol Querol, tal vez, con un programa de reconocimiento facial (en China esto es una realidad), en unos pocos minutos se pudieran identificar las personas que allí aparecen y si esas fotos tuvieran menos años, tal vez, se podrían identificar con otras que esas mismas personas hubieran subido en sus redes sociales.

¿Cuánto tiempo creen que tardará en que todo esto sea una realidad cotidiana?

Cuiden de su privacidad.

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