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29/03/2024. 02:53:47

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Motivando en los valores

colaborador de Legal Today

David Baquero Pérez
Abogado y analista de Maiestas Institute

El autor reflexiona sobre la creación de una clase de profesionales asalariados dentro de los despachos, que ocupan mucho tiempo en sus oficinas -sin los beneficios de un trabajador autónomo- y necesitan estrategias de motivación que le otorguen un valor trascendente a su labor.

motivación del personal

El cambio que han experimentado las firmas de abogados en la última década, abandonando el esquema de “organizaciones profesionales” para afrontar el reto de convertirse en auténticos “legal businesses”, conlleva también una actualización en el discurso que ha de seguir la motivación del personal. En el pasado, los despachos eran formados por uno o varios profesionales que trabajaban directamente en su desarrollo competitivo, bajo un esquema de autonomía bastante grande. Se recibía un número limitado de procesos y las retribuciones estaban directamente ligadas al trabajo desarrollado. Con este panorama, la motivación del personal no tenía mucho sentido. En primer lugar, porque el personal no involucrado en el ejercicio de la abogacía era, a excepción de los encargados de funciones secretariales, muy escaso. Y en segundo término, porque este marco de trabajador autónomo, permitía la posibilidad de dejar en compartimentos estancos la retribución profesional, la felicidad familiar, el servicio a la comunidad y el tiempo libre para el desarrollo de actividades que terminaran de otorgarle significado al individuo. En síntesis, la razón de ser del trabajo era un asunto menor, en la medida en que todas las competencias sociales se daban al mismo tiempo.

Sin embargo, hoy no es así. Los despachos se han "industrializado", es decir requieren de personal subordinado, una clase de mandos medios competentes -muchos de ellos abogados en nómina fija- que dedican cada vez más tiempo a sus actividades laborales. Debido a esto, el sentido de la vida de ese nuevo funcionariado no puede ser ajeno a la justificación que estos profesionales le dan a su trabajo. Los compartimientos vitales, en el mejor de los casos, se han estrechado para dar cabida al gran segmento que implican las responsabilidades laborales. Bajo esta perspectiva, no hay realización personal posible, si esta no pasa por desarrollar un entorno profesional gratificante.

Ante este panorama, algunos abogados pueden escoger volver al esquema de  "organizaciones profesionales", montando su propio despacho unipersonal (o con un puñado de socios) para competir a pequeña escala. Es una opción valida, sin duda, y en muchos casos valiente. Pero es claro que no todos pueden ni quieren hacerlo. Para quienes pretenden tener más influencia en el mundo en general, esto puede resultar totalmente decepcionante. Las grandes firmas de abogados pueden ser -y muchas lo son- excelentes sitios para trabajar.

Una de las estrategias que más ha influido para que esta nueva fase empresarial sea valorada positivamente, fue tratada por los especialistas en motivación, Jerry Porras (Profesor Emérito de Conducta Organizacional y Cambio en la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford) y James C. Collins (investigador del Stanford Graduate School of Business) en su libro: "Build to Last: Successful Habits of Visionary Companies". Después de un estudio minucioso concluyeron que las empresas con mejores niveles de motivación, son las que poseen unos fuertes valores centrales; que van más allá de los objetivos financieros; como el respeto por el individuo o la innovación. Se trata, en suma, de entidades que refuerzan una forma de abordar el desarrollo profesional, que brindan a los empleados una misión más atractiva que el mero hecho de perseguir un resultado final. Estos "leitmotives" deben ser de consumo interno, esto es, no han de estar enfocados a vender servicios o atraer empleados.

Los valores a los que hacemos referencia apuntan a que los empleados compartan la idea de que pertenecer al despacho puede ser una vocación muy honorable en sí misma que incluso aporta una recompensa vital intrínseca. Una estrategia que refuerza esta noción consiste en permitir que los profesionales redirijan sus carreras dentro de la firma. La especialización no debe impedir que un abogado -u otro integrante del despacho- encuentre el espacio que mejor le compensa a sus intereses.

No es el tamaño de la firma la variable que más incide en la satisfacción del empleado, ni la marca, incluso ni el mercadeo de los servicios al público. Lo que verdaderamente hace la diferencia a la hora de dar sentido al trabajo, que es de lo que se trata todo esto, es la posibilidad de concentrarse en el entorno de trabajo actual enriqueciendo la experiencia vital dentro de él. La lealtad del personal se acrecienta si las relaciones con los superiores son menos jerarquizadas, más comunes y humanas. El conocimiento, por parte de todos, de las actividades que realiza cada miembro del despacho, es una fuente de inspiración invaluable. Si logramos difundir que nadie está solo y que todos reman en la misma dirección, motivaremos al personal utilizando para ello valores de solidaridad y excelencia.

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