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29/03/2024. 05:52:42

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Cómo la abogacía me llevó a la Psicología

abogado y consultor psicológico

En una primera entrega a los lectores de Legal Today, planteo la necesidad que los abogados conozcan ciertos principios de psicología, para mejorar sus relaciones interpersonales y por ende su bienestar. A esto lo encuadré en lo que se denomina psicoeducación o psicohigiene.

A fin de ilustrar mi propuesta sobre la necesidad antes apuntada, me pareció que puede ayudar, el contarle al colega lector, sobre el origen  de ¨mi inclinación¨ por el mundo de la psicología.

Todo empieza en mi larga carrera en la Administración Pública de la Argentina, en donde mi función consistía en prestar asesoramientos jurídicos. Esta labor que parecería fácil en un Estado de Derecho, ya que uno emitía dictámenes conforme a la ley, por momentos se hacía insoportable ante las presiones del funcionario aconsejado, para que el dictamen jurídico fuera un producto que dejara satisfecho ¨ su deseo ¨, el cual obviamente siempre estaba revestido de ¨ necesidades de la gestión pública ¨. Con esto se perturbaba la ¨ independencia de criterio profesional ¨, y el decir científicamente el derecho, se ponía en riesgo, junto con mi salud mental.

Siempre le preguntaba al funcionario de la Administración, cuando lo advertía con voracidad para lograr un dictamen jurídico de conveniencia: ¿Dígame señor a su médico usted le hace el diagnóstico, o lo deja expresarse conforme a su ciencia?

Estas vivencias me trajeron entre otros males, el ¨ mal de la metafísica ¨ ya que empecé a cuestionarme muchos aspectos del ejercicio profesional de la abogacía, sobre todo en la Administración Pública. Uno de los puntos de partida para ¨ la duda metódica ¨ que me atacó era la milenaria pregunta: ¿Estamos frente a gobierno de hombres o de las leyes? En la Facultad de Derecho mucho estudie las leyes, pero poco o nada sobre el hombre. Más todavía, durante mi carrera profesional seguí estudiando leyes, hasta me doctoré en ciencias jurídicas, pero nada sobre lo humano que ¨ humanamente ¨ aplica las leyes. Hasta que la realidad toco mi narcisisismo de abogado y me enseño que ¨ el conócete a ti mismo y después conoce a los demás ¨ siempre está vigente. Allí seguí con mis estudios en bien de mi profesión de abogado, pero esta vez  en el campo de la psicología.

Cuento algo más – espero no cansar al voluntarioso lector-Soy profesor den la Escuela de Abogados del Estado desde hace varios años. Esta depende de la Procuración del Tesoro de la Nación, que en Argentina es el equivalente a lo que recuerdo en España  era o es Dirección General de lo Contencioso del Estado.

En esta Escuela desarrollaba unos seminarios sobre la independencia de criterio de abogado en la función pública. Pero como todo lo que se pudiera decir desde lo legal sobre la independencia para decir el derecho que debe ostentar el abogado, no era eficaz, fui mutando el contenido del curso y empecé a hablar de psicoeducación para abogados del estado, ubicando a la actividad académica, en el Área de Recursos Humanos y Gestión de la  curricula de la Escuela.

En este marco estudiamos con los cursantes abogados, aspectos de las personas que suelen en su rol de funcionario pedir un asesoramiento jurídico, o que en su condición de cliente traen a un caso al despacho, pero vistos desde algunos de los tipos psicológicos que la teoría nos trae y que tenemos cualquiera de nosotros. Estos serían modelos de personalidad tales como: el tipo paranoide, el narcisista y el obsesivo compulsivo. Sin que estemos hablando de patologías, en la persona, sino rasgos de su carácter.

La aplicación de estos datos que nos daba la teoría psicológica posibilitaba entender mucho mejor situaciones vividas a propósito de un vínculo profesional, a las cuales no encontrábamos explicación en el mundo del derecho ya que obedecían a razones humanas.

Es que si el asesorado, un cliente, el juez, el abogado de la contraparte, etc., tiene una personalidad paranoide, estamos frente a una persona que se asocia con el discurso conspirativo. Esta tiene la convicción que existe un enemigo oculto alrededor del cual se organiza la realidad. Por ende es una personalidad que tiene como característica, la persistente sospecha y desconfianza en la gente en general. Como paranoide evitara la intimidad, excepto con aquellos en los que confían absolutamente, que suelen ser muy pocos.

El universo del paranoide es un universo maniqueo, dividido en dos campos: aliados y adversarios. Los neutros son imposibles.

Distinto sería un vínculo profesional con una personalidad narcisista. Para ellos el mundo se guía y debe obedecer a sus puntos de vista. Hay en el narcisista una inagotable sed de admiración y adulación. Esta necesidad lo incapacita para poder reflexionar tranquilamente y valorar serenamente la realidad. Las personas narcisistas, aún cuando pueden poseer una aguda inteligencia, esta se haya obnubilada por esa visión grandiosa de sí mismo y por su hambre de reconocimiento.

Otra realidad nos presentaría el trato profesional con alguien que tiene a organización de la personalidad obsesivo-compulsiva. Esta en general, se caracteriza porque les cuesta expresar emociones de ternura y afecto; es perfeccionista. Esta personalidad somete su propia manera de pensar y hacer, al juicio de los otros: tiene una excesiva devoción devoción al trabajo y a la productividad con exclusión del placer; son indecisos; rara vez elogian a los demás, y sus relaciones con las personas son serias, formales y convencionales.

Cada tipo de personalidad nos impone algún manejo distinto de las relaciones interpersonales que tenemos en virtud del ejercicio profesional y obviamente en todos los órdenes de nuestra vida.

Por todo lo expuesto es que apareció mi inclinación por los ¨PSI¨. Quiero animarlos a probar su importancia.

Reitero, el conocerse uno y saber del otro desde una perspectiva psicológica  mediante la psicoeducación redundará en nuestro bienestar.

Hasta la próxima colega y no corra a ver que organización de la personalidad que tiene aquel profesional que usted no soporta. Empiece por su personalidad, descubra sus sombras y sus cosas positivas. Después conozca a los demás.

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