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28/03/2024. 23:41:52

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El modelo español de división de poderes

Manuel de Cristóbal

Todos hemos estudiado, leído y escuchado la famosa división de poderes: poder legislativo, poder ejecutivo y poder judicial. Pero esto, que nos enseñaron, es una frase sacada de contexto pues MONTESQUIEU agregó otra condición: que los tres poderes debían estar dispuestos de modo que uno sólo pudiese contrarrestar la acción de cualquiera de los otros dos, Esta segunda condición se nos ha ocultado sistemáticamente, y dio otra por supuesta, dentro de los tres poderes estaba todos el poder, nada quedaba fuera. No existía poder autónomo o que pudiera escapar de los otros tres.

En España, la división de poderes ha consistido siempre en un reparto "territorial" del "territorio", en el cual se podía ejercer el poder. Además, como en el resto del mundo, el poder ha intentado expandirse y absorberlo todo, y cada uno de esos poderes ha intentado conquistar nuevas áreas al tiempo que procuraba no enfrentarse con los otros dos poderes.

En nuestro país, al mismo tiempo, surgió una división del poder de carácter territorial, en sentido estricto, que fueron las autonomías. La Justicia se traspasó a las Comunidades Autónomas o, más exactamente, la factura de la justicia  se traspasó a las autonomías porque en ellas sólo había poder legislativo y ejecutivo, el judicial seguía perteneciendo al Estado que regulaba las oposiciones de acceso, la Escuela Judicial, los nombramientos, etc. De este modo, el poder judicial estatal se expandía y pasaba a ser, de hecho, poder judicial autónomo.

El siguiente paso fue la aparición, con fuerza, de dos nuevos poderes: el conocido como cuarto poder, la prensa, que hacía funciones de denuncia, investigación y juicios paralelos; y, un  quinto poder: los partidos políticos.

En este punto, debemos recordar un principio: "El poder, para ser verdadero poder, debe estar oculto."  

El partido, con o sin mezcla de estructura democrático-orgánica, determina las personas y el modo que tendrán de actuar en el poder legislativo nacional, autonómico y europeo. El partido determina el gobierno, a través de los mandatos que proporciona a los respectivos congresistas, senadores, eurodiputados, etc.  Y también ha sido el partido quien, después de controlar el poder legislativo y el poder ejecutivo, rompió el pacto de no agresión entre poderes y forzó que el órgano de gobierno de los jueces (Consejo General del Poder Judicial) fuera controlado por él, mediante el nombramiento de sus miembros a través del Parlamento. Y habiendo conseguido sus objetivos, pasó a eliminar o a controlar a los poderes emergentes. Y, con relación al cuarto poder, lo hizo introduciendo criterios políticos en los medios de comunicación:

  • strong>Primero, fueron los medios estatales, en los que el partido se introdujo, creando consejos de administración y directores nombrados por políticos, y control político de sus presupuestos y  de su actividad en las campañas electorales, y…
  • Luego, directamente, crearon televisiones políticas de ámbito autonómico a través de las Comunidades Autónomas, sin más ambages, sin paliativos o camuflajes.
  • Y se pasó al control administrativo y, por ello, del legislativo y del ejecutivo, del espectro radioeléctrico, del número de canales que podían emitir y cuales eran…

Pero cuando el poder es muy grande, la infraestructura también ha de serlo, y los partidos, que son capaces de extender sus tentáculos a todos estos ámbitos, necesitan una gran estructura que conlleva abrumadores gastos. Y, además, necesita grandes ingresos para, cada cuatro años, defender la posición que ostentan o recuperar la que perdieron en las anteriores elecciones. También precisan de fondos para sufragar esa guerra permanente que se mantiene con los otros pretendientes y no olvidemos en este punto que las guerras son siempre muy caras.

Es un hecho que los gastos anuales de los partidos no van a disminuir en tanto deban o puedan seguir ejerciendo este poder y este control.

Planteémoslo de otro modo. Existen dos tipos de defraudaciones o corrupciones:

  • Las que acaban en los bolsillos privados de políticos, cargos públicos, funcionarios, etc.
  • Y auténticos sistemas diseñados para financiar partidos políticos y sindicatos, al menos esto es lo que se deduce de las resoluciones judiciales. Si los partidos usan ese ingente volumen en financiarse, en pagar sus gastos fijos, una eliminación del fraude o de la corrupción determinaría la quiebra del partido o la drástica reducción de sus dimensiones y, por ello, de su capacidad de control y ejercicio del poder. Si vemos los periódicos, una u otra vez, se ha desmontado una red de corrupción creada para desviar fondos al partido "Y" o al Sindicato  "X", y  financiar de este modo sus actividades.

La  pregunta que surge inmediatamente es:

  • ¿Miente el juez y ese dinero no era para financiar al partido o al sindicato sino para aumentar las fortunas de ciertas personas?
  • ¿Cómo es posible que, con tantos millones menos de financiación, el partido o el sindicato no quiebre, que no sea vea obligado a hacer EREs o vender sedes? Hace poco, asistimos a la reducción de UPyD por los últimos resultados electorales. Tal vez, los otros partidos y sindicatos han encontrado otras fuentes de financiación… o puede que estén cubriendo gastos con préstamos, sin entrar a discutir si van a devolverlos o no…

Por lo tanto, la única y lamentable conclusión posible es que si los partidos y los sindicatos no han reducido su volumen, después de haber perdido todas las fuentes de financiación desmontadas por los jueces en los últimos años, es porque lisa y llamadamente las han sustituido por otras.

El verdadero poder no ha sufrido reducciones por la crisis, ni por reducción de ingresos, ni por operaciones policiales o procesos judiciales, porque, al estar oculto, nada le afecta . . .

Pero estamos en España, un país moderno, europeo y democrático, donde estas cosas no existen, pero nos gusta mucho escribir de político-jurídica ficción.

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