Hemos puesto en marcha de forma pionera el Defensor del Abogado. Frente al determinismo, los abogados sí tenemos quien nos defienda.
Desde hace demasiado tiempo, los abogados venimos sorteando y enfrentándonos -que no acostumbrándonos-, a diferentes tipos de situaciones anómalas en juzgados y tribunales que, por mucha profesionalidad que le pongamos, terminan afectando en nuestro hacer, en el servicio que se le presta al ciudadano y a la calidad de la Justicia.
Tiempos de espera injustificados, retrasos en señalamientos, falta del debido respeto profesional al abogado o padecer el mal estado de algunas infraestructuras, son cuestiones que, con mayor frecuencia de la que recomienda la prudencia, se unen de forma indisoluble al procedimiento.
De hecho, si nos refiriéramos a los asuntos como en la jurisprudencia americana, más de un caso llevaría un alias: Caso el pueblo contra García o conocido como Caso del juzgado donde se cayó el techo.
Sin embargo, como en la colección de libros de Una serie de catastróficas desdichas escrita por Daniel Handler y ahora recuperada como serie de culto, un mal principio no puede ser determinante de lo que está por venir.
Ningún fenómeno prefijado de una manera necesaria por las circunstancias en que se produce, puede coartar la independencia y libertad necesarias para cumplir los deberes profesionales del abogado.
Y como en nuestro trabajo no nos caracterizamos precisamente por responder a esta corriente filosófica del determinismo, recupero un artículo de los Estatutos del Colegio de Abogados de Madrid, donde entre las facultades y funciones de la Junta de Gobierno, se reconoce "promover ante los Poderes Públicos, Administraciones Públicas y Autoridades, cuanto sea beneficioso para el interés común y para colaborar en la recta y pronta administración de Justicia".
Lo hemos hecho. Desde un enfoque siempre constructivo y colaborativo, y sin entrar en cuestiones de fondo ni jurisdiccionales, hemos puesto en marcha de forma pionera el Defensor del Abogado.
En este línea de ser interlocutores colaborativos y necesarios en cuantos proyectos tengan como fin la consecución de una Justicia de calidad en Madrid, a la vez que los colegiados, los primeros en conocer el proyecto han sido los responsables políticos del gobierno central y autonómico, así como los máximos responsables de los órganos judiciales de la Comunidad.
Se trata de un proyecto que me honro en representar y que persigue el objetivo de velar por el respeto y la consideración debida a los abogados en el ejercicio profesional, garantizando el libre y digno ejercicio de la defensa, además de contribuir a la consecución de la justicia de calidad que todos queremos y a la plena implantación de la Carta de Derechos de los Ciudadanos ante la Administración de Justicia.
¡Protestamos, Señoría!
La campaña para darlo a conocer responde al lema ¡Protestamos, Señoría! y el mensaje central refleja la idea de que juntos podemos hacer que la voz de la abogacía suene mucho más alto en las salas.
Para hacerlo operativo, accesible en tiempo real y efectivo para los más de 40.000 abogados ejercientes de Madrid, el Defensor del Abogado cuenta con una App móvil como herramienta de comunicación bidireccional.
Solo hay que descargarla en los dispositivos móviles tanto en Google Play como en App Store. Su funcionamiento es tan intuitivo como el de cualquier otra App, de forma que los abogados puedan enviar al momento las incidencias ocurridas en órganos judiciales y centros de detención, así como resaltar las buenas prácticas que faciliten el ejercicio profesional y contribuyan a mejorar la calidad del servicio que prestan a los ciudadanos.
Una vez se traslade la incidencia o se ponga de relieve una buena práctica, el equipo del Defensor del Abogado compuesto por once personas gestionará y responderá a los compañeros.
Posteriormente, sin ninguna potestad disciplinaria, realizaremos un ranking de juzgados y tribunales con toda la información que vayamos recogiendo en tiempo real, donde visibilizar la situación actual de la Administración de Justicia a partir de las deficiencias a corregir y de las buenas prácticas a difundir.
Frente al determinismo, los abogados sí tenemos quien nos defienda.
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