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29/03/2024. 11:25:58

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La valoración de la prueba por los jueces

José Ramón Felipe Condés

Corren malos tiempos para la judicatura. La Sentencia de “La Manada” ha catapultado a la opinión pública a uno de los tres poderes del estado que últimamente parece que gozaba de buena salud.

Atrás quedan ya los arreglos de los jueces a los desmanes de la banca con las preferentes, donde las sentencias se sucedían (y suceden) en cascada a favor de los ciudadanos, engañados en su gran mayoría por unos indecentes que trataron de llenarse los bolsillos a costa de la confianza de sus clientes.

Pero la actualidad corre más rápido que el recuerdo de esos tiempos, y demanda nuevas realidades, en este caso, una sentencia contra 5 jóvenes, los miembros de la conocida como "Manada" que los condena a nueve años de prisión por un delito de abuso sexual continuado a una joven de 18 años.

Se pedían para ellos 22 años por agresión sexual, pero, el tribunal ha determinado que no existió tal delito y, por tanto, les absuelve del mismo, condenándolos sin embargo, por el delito de abuso a una pena de prisión de 9 años.

Un tribunal formado por tres miembros de la carrera judicial donde, uno de ellos, emite un voto particular considerando que ni tan siquiera se produce abuso sexual a la joven.

Bien, estando así las cosas, podemos entender que se trata de una sentencia más, una de tantas y tantas miles de sentencias que todos los días fallan los tribunales en este país.

Pero parece que no, esta sentencia no es una más, pues, a pesar de que como toda sentencia, quienes no estén conformes tienen derecho al recurso correspondiente, la publicación en los medios de este caso ha desatado una ola de indignación en la población que no ha pasado desapercibida ni por los partidos políticos, ni por los miembros del Gobierno, ni tan siquiera por la Unión Europea;

El Ministro de Justicia, no ha tardado en tildar al magistrado del voto discrepante como un señor del que todo el mundo sabía que tenía un "problema singular", casi nada.

Y yo me pregunto qué era aquello del respeto a las decisiones judiciales, o a la separación de poderes, por ejemplo.

Un servidor solamente se ha leído la sentencia y el voto el voto particular del magistrado, pero, aun así, carezco de la información suficiente para poder valorar si dicha sentencia es o no justa, que es, a fin de cuentas de lo que se trata.

No he leído el sumario, no he tenido acceso al juicio, ni a las testificales, ni a los informes y, por tanto, mi conocimiento sobre el particular es muy limitado; ahora bien, como quiera que los medios de comunicación han tratado este tema de un modo tan "intenso" parece que hasta el común de los mortales considera que se ha producido una injusticia con la víctima.

Miles de personas en las calles, con pancartas diciendo "yo sí te creo" en clara alusión al relato de la víctima han hecho que en cuestión de días, se menosprecie el trabajo de un juez desde las más altas instancias, y se quiera dar otro "repasito" al código penal para que que lo ha sucedido, no vuelva a pasar. (Eso sí, lo de actualizar nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil y Criminal que son de más de 100 años, de eso nada, que nadie en la calle ha abierto la boca sobre el particular)

En primer lugar, y, según comenta el abogado defensor de los 5 acusados, el "yo sí te creo" de las calles, habría que encuadrarlo en alguna de las varias versiones de la víctima, pues, según dicho letrado, las declaraciones de la víctima ante la policía no coinciden con las de la instrucción y tampoco con las del juicio oral, es decir, no hay una consistencia en sus argumentos, por tanto, qué versión es la que cree la persona que sale a la calle con una pancarta?

Pero la cosa no acaba ahí, sino que además de increpar a los jueces, también nos ha dado por insultar y vilipendiar al letrado de la defensa, llegando a decir por algún medio que con sus preguntas en el juicio, había "violado" a la víctima, realmente inaudito.

Sinceramente, creo que la capacidad del ser humano para perder el norte no tiene límites, sobre todo de los políticos que nos gobiernan o aspiran a hacerlo y como dato sobre el particular, merece especial atención el disparate que un popular dirigente de una formación política ha llegado a decir a los jueces que tienen que escuchar el clamor de la calle, o lo que es lo mismo, que el Tribunal Superior de Justicia, y el Tribunal Supremo, se vayan preparando para revisar la condena impuesta so pena de que les pase lo mismo que al pobre magistrado del voto discrepante.

En este estado de cosas, parece que se está cuajando en la opinión pública, el hecho de que los jueces no están suficientemente formados para afrontar este tipo de delitos, y, por tanto hay que especializarlos en el particular, o bien hay que desterrar de la judicatura determinados sesgos machistas que impiden a algunos jueces (supongo que varones) dictar sentencias justas.

Bien, pues bienvenidos a la realidad, señores, por fin se han dado cuenta de que hechos similares son juzgados de manera diferente por distintos jueces, siendo los textos legales los mismos para unos que para otros; la única observación pasan por alto algunos, es que la valoración de la prueba la hacen los jueces desde un ámbito puramente subjetivo, o lo que es lo mismo, lo que para un juez es intimidación y violencia, para otro, no lo es, tal y como ha pasado en la sentencia de la manada.

Lo que ha pasado con la sentencia de la manada lleva pasando toda la vida, y nadie se rasga las vestiduras por ello, y mucho menos, se tilda a un juez de que tenga un problema singular por un ministro, ni la gente se echa a la calle por el veredicto de una sentencia, ni los políticos se paran a comentar el fallo de una sentencia que, a buen seguro, ninguno de ellos se han parado a leer, siquiera, los hechos probados (para el que se la quiera leer, recordarle que son 370 páginas, con el voto particular incluido).

Porque precisamente para ello están los recursos y las instancias superiores, para enmendar la plana a los juzgadores, si es el caso, o bien para confirmar el fallo.

No obstante, el atrevimiento es de tal magnitud, que da igual si se habla de derecho que de medicina o de física cuántica, nuestros políticos son capaces de todo con tal de rascar un puñado de votos.

El pueblo sale a la calle al grito de "esta justicia es una mierda", bien, estoy de acuerdo en que todo se puede mejorar, y de hecho, hay que mejorarlo, pero no porque la gente salga a la calle con pancartas, porque a buen seguro, si se conocieran solo algunas sentencias de algunos jueces no habría día en el que no tuviéramos una manifestación en la calle.

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