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29/03/2024. 15:14:10

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Mi amistad con “ la “ o ” el” cliente

abogado y consultor psicológico

Hola a amigas lectoras y lectores del Blog. Hoy presento en “ nuestra “ mesa de trabajo un tema que parecería no “ esconder ¨ nada, que está a la vista de todos, pero sin embargo es de suma importancia en el vínculo abogada- asesorado, abogado-cliente: La amistad entre la abogada y su cliente, o el abogado y su consultante (hombre o mujer en ambos casos ).

Sobre todo a la amistad, que nace a partir de la relación profesional que se entabla y  dentro del concepto amiga o amigo, hay que incluir todos los grados que esta palabra posibilita: simplemente amigos, muy amigos, amigos íntimos, etc. Lo que pretendo  es analizar la relación que en su génesis es puramente profesional, pero por esas cosas de la vida, por la atracción entre las personalidades que están en juego, por compartir el caso, las charlas en la Oficina, las luchas en los Tribunales, el resultado feliz en un juicio, o el adverso, la abogada o el abogado terminen con un vínculo de amistad con el o la cliente.

Ante esta posibilidad de que una relación profesional mute en una amistad más profunda o menos profunda, uno debería preguntarse: ¿Es bueno o malo para el mejor ejercicio de la profesión ?. ¿Debo evitar " involucrarme " afectivamente en forma positiva con el o la cliente ?. ¿Si siento cariño por el consultante, debo ocultarlo ?. ¿ Si me hago amigo de mi cliente no estoy estoy vulnerando el " encuadre profesional ¨ ?. Más todavía: ¿Puedo seguir siendo el abogado o la abogada si me enamoré de mi cliente ?.

La respuesta a estos interrogantes pueden ser muy distintas y todas válidas. Si Carl Rogers nos enseña que para que el Otro (cliente) me perciba como una persona digna de fe, uno debe ser auténtico, debe ser en lo profundo de si mismo,  o  bien agrega, al referirse al marco adecuado en " relaciones de ayuda ¨: Parecería preferible que no nos reconociéramos con el Otro (la o el cliente ) en una relación entre dos personas. No obstante, uno se siente realmente satisfecho cuando descubre, en la relación profesional, que sentir y vincularse con el Otro como persona hacía la que experimenta sentimientos positivos, no es perjudicial ; podríamos decir que hay que aceptar como " natural ¨ la amistad que se genera con el cliente o la cliente a partir del vínculo profesional, y que no debería porque ser un obstáculo a éste. Claro está que se vuelve a imponer la pregunta: ¿ Donde queda el encuadre profesional ?, o bien existiendo una amistad de por medio: ¿En la profesión, soy "capitán " de mi psiquis?.

Para seguir indagando al tema  recurro a un comentario que me hace un alumno del Curso de Psicología para Abogados que acabo de realizar en Diariojudicial.com. En uno de los Foros de la actividad con la modalidad a distancia, me dice el cursante Nataniel, en relación a las reglas que deberían regir el encuentro con el Otro Cliente, en una relación de ayuda:

" Uno de los puntos que más me llamó la atención de lo dicho por Carl Rogers tiene que ver con la respuesta a la pregunta: ¿estoy seguro de mí mismo como para admitir la individualidad del otro?

Probablemente, este no sea solamente un problema que se pueda llegar a manifestar en el ámbito profesional. La inseguridad de la que podemos llegar a ser presos nos significa un freno en la vida de relación con todas las personas y en todos los ámbitos. El interlocutor nota una dificultad en la interacción con EL OTRO cuando ese OTRO no admite nuevas ideas diferentes a las suyas o cuando se siente juzgado permanentemente por un simple desacuerdo de opiniones. En tal sentido, un cliente que se siente incómodo, intimidado o juzgado, probablemente esconda información que puede llegar a ser importante en un eventual juicio.

La cuestión es también cómo generar el equilibrio. Tampoco podemos ser "amigos" de los clientes. Y esto tiene que ver con el encuadre. Yo también suelo comparar la relación del cliente-abogado con la del paciente-psicólogo. No es mi caso, pero conozco algunos en los que la relación se estrechó al punto de haberse forjado amistades. Considero que, después de muchos años de relación profesional, es inevitable que puedan surgir este tipo de relaciones, pero no sé hasta qué punto las mismas pueden ser saludables. El hecho de conocer bien a la otra persona puede llegar a facilitar el trabajo en muchos aspectos, pero en otros puede también dificultarlo. Por eso es que no tengo una opinión formada al respecto…" ( Lo resaltado y por momentos subrayado en la cita, es de mi autoría).

Este abogado cursante parecería dejar planteado que la aceptación del Otro ( el cliente ) requiere de las condiciones necesarias para que pueda " soltarse " frente a la abogada o el abogado, pero advierte que ese puede ser el camino a una relación de amistad, la cual considera inevitable y podría " dificultar " el vínculo profesional.

No está equivocado el colega Nataniel. La amistad suele llegar a partir de la relación cliente-abogado y no " pide permiso ". Pero la realidad es que así como llega el sentimiento de amistad no puede ser " expulsado ¨ so pretexto de la necesidad de la " pureza "  vínculo profesional. El punto central de la cuestión es que puedan convivir la relación de ayuda profesional y la amistad con el cliente. Significa que el abogado debe seguir manejando el encuadre profesional, ser el capitán de su psiquis, y tener el valor de abdicar del caso o vínculo profesional, si percibe que la relación de afecto positiva con su cliente esta " envolviendo " su Yo profesional, le está desequilibrando la " objetividad científica ". Esto me trae el recuerdo el caso de un famoso médico cirujano que me honraba con su amistad, cuyo pequeño hijo había tenido un corte en su cabeza, que requería ser " suturado ". Este médico habituado al trabajo diario en quirófanos, intentaba suturar a su hijo mientras yo se lo tenía, pero el pulso le temblaba tanto, que no pudo hacerlo. Todo termino con la atención de otro médico.

Queda expuesto aquí como a veces los sentimientos pueden jugar en contra de la buena praxis profesional. A veces es preferible quedarse con la amistad y " perder al cliente ", que perder a los dos. El tema está es lograr darse cuenta de cuando corresponde " decirle adiós " al cliente y darle la bienvenida al amigo. Un camino es que los abogados, tal como hacen los psicólogos y psiquiatras, vayan a supervisión de un profesional que los ayude a ver con " neutralidad " como se está llevando la relación con el cliente desde lo humano. Este tipo de relación de ayuda de profesional a profesional ya la he pregonado en otros artículos. Les prometo seguir trabajando el tema en el 2014.

Hasta entonces y gracias por leerme.

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