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28/03/2024. 21:33:46

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Si pudieras escucharme en vez de verme

abogado y consultor psicológico

Sepa estimada lectora o lector, que la expresión del título no se la digo a usted, pero puede abarcarlo de algún modo. Veamos más. Esta frase se la dice Eurídice a Orfeo, según la variante brasileña del trágico mito griego.

Pero, ¿sabe?, puede ser que muchos clientes, posiblemente sin manifestarlo abiertamente, se la hayan hecho presente de alguna manera, porque no son escuchados adecuadamente en la relación profesional  cliente -abogado. Le cuento más sobre el mito, como nos ilustra Ivonne Bordelois en su libro: ¨ La palabra amenazada ¨, el relato dice que: ¨ Orfeo desciende a los infiernos a salvar a Eurídice; la condición del rescate (condición impuesta, no por azar, por una ley infernal invocada por Pluto) establece que hasta la salida del Hades, Orfeo, que precede a Eurídice, no dará vuelta la cabeza para mirarla. Pero Orfeo no puede resistir la tentación y pierde definitivamente a Eurídice ¨

Con esta cita queda expuesto el abismo entre los no-escuchantes y los hablantes, distancia que puede darse entre el abogado (no escuchante) y el cliente (hablante), que viene a contar a través del caso, un problema de su intimidad, que lo afecta en su persona, a la vez que pone en riesgo sus derechos.

Usted me podría decir, que no es así, porque a su cliente le contesta, le habla técnicamente, con lenguaje jurídico adecuado, esto a partir de lo expuesto por él, lo cual significa que lo escuchó antes. Puede ser, usted sabrá si es una abogada o abogado que tiene la escucha atenta, y que hace sentir al cliente comprendido. Aunque le quiero completar algo del mito, para que su auto-análisis sea completo. Orfeo no representa, al no escuchante por sordera, al contrario, Orfeo mitad dios y mitad hombre, es el creador de la música, el supremamente escuchable, nunca escuchante. Es el que con su voz, hace que no tenga espacio y tiempo para escuchar al Otro (Eurídice).

En síntesis, uno a veces cree escuchar a su cliente, pero se estaría escuchando a si mismo y reedita así su versión de Orfeo, haciendo que quién viene a pedir ayuda profesional, no sea rescatado de su ¨ infierno jurídico ¨.

Ya comenté en Legal Today el 13 de mayo de 2010, bajo el título: ¨ El vínculo abogado-cliente es ante todo un vínculo humano: ¨ donde se ponen en juego algunos dinamismos psíquicos fundamentales ¨ , que hacen de la relación algo complejo, que requiere para su manejo el conocimiento de técnicas psicológicas. Una de estas es el saber tener respecto el cliente: una escucha atenta.

Nos podemos preguntar:¿cómo se configura una escucha atenta?. Esta se da, cuando el abogado comprende el problema que trae el cliente en forma objetivada. Para ello, debería ponerse en el campo perceptual del cliente para entender el tema como él lo entiende. Esto implica lo que Carl R. Rogers denominaba comunicación empática, que no es más que situarse en los ¨ zapatos del Otro ¨ . Así la escucha no es una actitud pasiva de parte del profesional – prestar la oreja-, sino por el contrario es activa, ya que requerirá del profesional de la abogacía, una plena disposición y esfuerzo, a cuyo fin conforme a lo dicho por Jesús Madrid Soriano, en: ¨ Los procesos de relación de ayuda ¨, se pueden tener como reglas prácticas que:

  • Escuchar no es simplemente esperar que el otro termine. La escucha no es una simple regla social. Es tratar que el otro entre en mí, para luego yo entrar en el otro y saber así de la real magnitud del tema que me trae a consulta.
  • Escuchar no es un proceso natural. La escucha atenta no es automática. Es una destreza que debería ejercitarse. Escuchar significa decir no al prejuicio, abandonar la tentación de escucharse uno como Orfeo y hacerle sentir en todo momento, en forma auténtica al cliente, para que no se convierta en una Eurídice.
  • Escuchar no es sólo cuestión de inteligencia y buena voluntad. Escuchar al cliente no es adivinarle el problema antes que termine de expresarse. Así no estoy percibiendo al Otro, lo estoy negando en cierto modo, y por el contrario me estoy escuchando y también amando como Narciso. Escuchar al cliente, no es porque uno tiene buena voluntad, por el contrario es una actitud de servicio que hace a la esencia de la profesión. El abogado no escucha haciendo un favor, lo hace porque de lo contrario no tendrá la vivencia del conflicto jurídico que debe atender y entender profesionalmente.
  • Para una escucha de calidad no basta con entender o con poder repetir las palabras del hablante. Uno debe penetrar las palabras del hablante o dejar que estas lo penetren a uno, no quedarse con lo manifiesto. En lo latente de las relaciones humanas está el verdadero tema a considerar. Casi diría que hay que dejar que el cliente sea en uno. Dejar que se de una disponibilidad recíproca en el encuentro abogado-cliente, tal como lo describiera la poeta:

     

    Creo que el mejor regalo que puedo recibir de alguien es que me vea,

    Que me escuche, que me entienda y que me toque.

    El mejor regalo que puedo dar es ver, escuchar, entender y tocar a otra persona.

    Cuando se ha hecho esto siento que se ha establecido contacto.

Hasta la próxima amigos en la abogacía.

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