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19/03/2024. 07:35:40

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¿De la regulación a la visibilidad profesional? Los paralegales como valor en los despachos

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Concepto de Justicia

Los paralegales como valor en los despachos

LA CARA

Carolina Banegas
Associate principal
Signium

Los paralegales son figuras relativamente modernas en España, su origen se remonta al derecho anglosajón. El razonamiento detrás de su proliferación en Estados Unidos cerca de los años 60 fue fundamentalmente de índole económica: como no son abogados titulados y ejercientes, tienen sueldo más bajo y el ratio-hora que se carga a los clientes es más barato que el de los abogados junior, siendo su coste de producción realmente ajustado. Cabe destacar una curiosidad a este respecto y es que, entre otros factores, en los rankings de facturación, los despachos anglosajones salen mejor parados en las mediciones de ingresos por abogado por, precisamente, recurrir a la contratación de este tipo de profesionales.

En ordenamientos jurídicos de tipo anglosajón, fundamentalmente Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, el ejercicio de la profesión de paralegal está más o menos regulado, siendo uno de los casos más extremos el de Ontario, donde estos profesionales forman parte de un cuerpo regulado, para el que se requieren estudios específicos y la obtención de una licencia pública. Todos los países mencionados cuentan con asociaciones oficiales y entidades certificadores privadas e incluso en varios estados de Estados Unidos existe el Paralegal’s Day, lo que es una prueba de su relevancia social; pero no se trata de unas leyes o reglamentos específicos, sino unas reglas autoimpuestas por parte de estas instituciones privadas, a las que voluntariamente los paralegals se pueden acoger.

Sin embargo, a pesar de que en las mencionadas geografías haya cierta normativización, no hay ninguna consistencia internacional en cuanto a su definición, funciones, estatus, condiciones de contratación, formación o acceso.

En cualquier caso, la falta de consenso no les resta una pizca de visibilidad en la cultura anglosajona, donde se han llegado a elevar en figura de ‘pop-art’ como es el caso de Erin Brockovich, a la que caracterizó Julia Roberts en la película del mismo nombre.

Parece que la autorregulación existente en éste ámbito en derecho anglosajón tiene sentido, ya que su trabajo tiene mucho valor y la línea que separa sus funciones de, por un lado, los abogados y, por otro, las denominadas legal secretaries en ocasiones es demasiado fina. Aunque hay argumentos a favor de una regulación estatal (otorgarían mayor reconocimiento y garantizarían la capacidad y los conocimientos necesarios para su ejercicio, entre otros), los argumentos en contra son más claros: la profesión se creó para apoyar a los abogados y no para sustituirlos, además de que generaría mayores costes y barreras de entrada, por lo que no habría incentivos para desarrollar esta carrera en lugar de la de abogado.

Internacionalmente son muy numerosos los licenciados en Derecho que deciden trabajar como paralegal. Ello es debido, en parte, a que el acceso al ejercicio de la abogacía en estos ordenamientos jurídicos es más estricto y competitivo, lo que hace que muchos de los aspirantes a acceder al ‘Bar’ (colegio oficial de abogados) trabajen como paralegals mientras preparan sus exámenes de obtención de la Licencia y que otros, opten por directamente no colegiarse.

Es importante destacar que, al contrario de lo que generalmente pasa en España, el ejercicio de la profesión de paralegal a nivel internacional es una carrera alternativa pero igual de estimulante que la de abogado, con grandes posibilidades de desarrollo tanto profesional como salarial y muy alejada del estancamiento y la comodidad.

LA CRUZ

Marta del Coto
Consultora
Iterlegis Legal Staffing Solutions

El mercado legal europeo está experimentando un notable incremento de posiciones de paralegales, profesionales con formación jurídica que ejercen funciones de apoyo en firmas de abogados y asesoría jurídica de empresa, con tareas técnicas de menor complejidad. Esto en parte se debe a la necesidad de cumplir las nuevas exigencias normativas de documentación, que han incrementado últimamente lo que en jerga profesional se llaman servicios estándar o “commodities”, es decir, servicios jurídicos de menor valor añadido: éste es el foco de actividad principal de los paralegal.

Tanto en el ámbito internacional como nacional, se observa una fragmentación de los servicios legales en dos categorías: (i) los legales especializados (“a medida”) y de un significativo valor añadido, que requieren de una alta cualificación técnico-jurídica, elevada especialización y profundo entendimiento de la realidad económico empresarial en la que deben aplicarse, y (ii) los de consumo masivo o commodities.

Los paralegales son profesionales frecuentemente muy valorados por sus superiores, pero con escasa visibilidad en el mercado legal. Quienes ocupan tales posiciones suelen ser abogados que han iniciado su andadura en firmas o empresas y que con el tiempo se reorientan hacia funciones que implican menor dedicación, en términos de complejidad. Entran en escalas remunerativas diferentes, que aceptan a cambio de una mayor estabilidad del puesto, menor presión y complejidad de tareas, reducción de su exposición al cliente o eliminación de su faceta comercial. Por su relativo anonimato y su menor número en comparación con otros países (pese a que hoy un 10% de los abogados de las grandes firmas españolas suelen ser paralegales) son difíciles de detectar y poner en valor, aunque hay muchos casos de éxito entre los profesionales que ejercen como paralegales en España, que merecen reconocimiento y proyección.

En nuestro país, las posiciones de paralegales y de abogados se publican en medios idénticos (webs de empleo y headhunting especializado, LinkedIn, etc.), aunque la rotación de los primeros es mucho menor. Son perfiles más estables en su trayectoria y tienden a cambiar menos de empresa o firma. Al ser menos visibles en redes de recruiting, es más difícil localizarles y reubicarles en puestos con mejores condiciones. Demos pues este salto: cualifiquemos e identifiquemos a los mejores paralegales, creando una carrera profesional a su medida, diferenciada. Primero, la normativa tiene que hacer su parte.

España debería tomar nota del reconocimiento de los paralegales en Europa y América del Norte. En estas jurisdicciones hay diplomaturas y escuelas especializadas con habilitación profesional para los paralegales. Así se les hace visibles en el mercado y se crea, en consecuencia, un entorno meritocrático que redunda en una mejor oferta y mayor especificación de sus servicios. En el ámbito del headhunting, esta concreción de facultades facilitaría sin duda su progresión y mejoraría su carrera profesional.

Una vez regulado el acceso a la profesión de abogado, sería el momento de dar un paso de calidad y definir puestos, diferenciando habilitaciones. Si seguimos así, corremos el riesgo de mantener al paralegal en una zona sombría que impedirá a muchas empresas y despachos entender su importancia en cuanto a la calidad del servicio que prestan así como ser más competitivos en precio, cuestión fundamental en nuestros días.

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