Parece que las últimas tendencias imperantes en la sociedad pivotan alrededor de dos clásicos mundos que encierran incluso una gran historia en sí mismos, y que han sido rescatados por los medios de comunicación: la moda y la cocina. Si hacemos un repaso de los programas y series de televisión con más éxito de los últimos meses no dejaremos de ver enigmáticos personajes con extrema habilidad para enhebrar una aguja, o aspirantes a cocinero profesional exprimiendo al máximo su talento bajo las exigentes directrices de los más afamados en el sector.
Dentro de estos dos mundos, ahora tan de moda, es posible también encontrar la huella del legislador y el impacto del Derecho, capaces de abordar cualquier realidad en cuanto a tráfico económico se refiere. Cualquier espectador algo atento a la realidad jurídica puede llegar a esta conclusión. Así sucede, por ejemplo, con las denominaciones de origen en el ámbito gourmet y su enemigo más perjudicial, la falsedad de los productos.
Los hábitos del consumidor han cambiado y -sea, o no, consecuencia de las más recientes tendencias televisivas- podría decirse que se han, en cierto modo, sublimado en busca de una mayor exquisitez y calidad a la hora de escoger materias primas. Cada vez es más común que el consumidor adquiera determinados alimentos concretos guiado por un único interés: el origen de los mismos. Sucede, sobre todo, en el ámbito de la pesca, donde las aguas de captura condicionan enormemente el sabor y la calidad de los mariscos y el pescado. Esta conducta del consumidor tiene tal impacto que ha llevado a las productoras de pescado, y también de otros muchos productos de muy diverso tipo, a diseñar etiquetados especiales que identifiquen claramente lo que están vendiendo, como por ejemplo Galicia Calidade.
El legislador, consciente de ello, y concretamente en el sector pesquero, ha regulado esta circunstancia a través del Real Decreto 121/2004, de 23 de enero, sobre identificación de los productos de pesca, de la acuicultura y del marisqueo vivos, frescos, refrigerados o cocidos. En este Real Decreto se recogen las reglas que obligan a identificar el origen del pescado y el marisco a fin de que el consumidor final conozca qué producto está adquiriendo. Un problema muy acusado que afecta a la pesca en Galicia es la comercialización de productos del mar capturados en Marruecos, Grecia, Tailandia, u otros países, que se señalan bajo el rótulo "productos gallegos", falseando así la calidad del pescado y marisco autóctono.
El problema, de facto, no reside exclusivamente en aquéllos individuos que no están dispuestos a cumplir espontáneamente el Derecho, sino en la forma en que el legislador aborda el problema. Efectivamente el Real Decreto citado impone las menciones que obligatoriamente deberán fijarse en el embase y/o embalaje, en la etiqueta, o en los pallets donde se transporte el producto pescado. Concretamente en dicho etiquetado deberá hacerse constar: la denominación comercial y científica, el método de producción, la zona de captura o cría, el modo de presentación o tratamiento, el peso neto, y la identificación del primer expedidor. Ahora bien, conforme al Anexo II de la norma, toda esa información se hará constar mediante una serie de códigos que representan, entre otros, las distintas zonas de captura o cría, lo cual resultará, desde la perspectiva del consumidor final, una escritura absolutamente jeroglífica.
El resultado es, de este modo, previsible: será frecuente encontrar un consumidor final ávido de marisco fresco gallego adquiriendo una pieza capturada en el Mediterráneo -e identificada correctamente con su código correspondiente: ZONA FAO nº 37.1, 37.2 y 37.3- pero embasada en un paquete rotulado con la expresión "gallego". Paralelamente la potente industria pesquera de Galicia se verá afectada por aquél otro que, al amparo de una legislación que responde poco o nada al concreto interrogante del consumidor final, decide aprovecharse para falsear la calidad de sus productos.
En principio la solución a esta controversia no se presenta pacífica. Empresarialmente, será importante que las distintas empresas potencien la denominación de origen de sus productos a través de sus distintos instrumentos de marketing. Jurídicamente es interesante la denuncia de la falsedad de estos productos desde las dos perspectivas afectadas: la industria pesquera y el consumidor final.
