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19/03/2024. 12:44:37

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P2P y streaming online: La historia se repite

P2P y sreaming online: La historia se repite

Los sistemas de descarga P2P (Peer to Peer), cuya disposición en red de una infinidad de archivos informáticos permite la obtención casi automática de reproducciones no autorizadas de obras protegidas por los derechos de autor, parecen estar remitiendo en importancia al registrarse un sensible descenso en su uso por parte de los usuarios. Esta, que sin duda aparece como una buena noticia para los titulares de los derechos de explotación cuyas pesadillas se vieron multiplicadas por la aparición y proliferación de dichos sistemas, encubre en realidad una tendencia en el uso de internet cuya evolución puede no ser tan feliz.

Lo que este descenso en el uso de los sistemas de duplicación y descarga acarrea como causa es, en realidad, una proporcional multiplicación del número de personas que se sirven de otros sistemas diferentes, y aparentemente más "neutros" para los derechos en liza. Hablamos de los sistemas de streaming online, programas de acceso remoto ubicados en la Red a modo de inmensas bases de datos que almacenan canciones dispuestas y ordenadas para el inmediato acceso de los usuarios. El funcionamiento de estos servicios es prácticamente idéntico al de los perseguidos P2P: el internauta accede libremente (o bien tras haberse registrado mediante un doble control de usuario/contraseña) y se sirve de un buscador para introducir los términos clave de su búsqueda (generalmente, el nombre del artista, canción o disco editado en que se encuentra). La base de datos arroja sus resultados, y el usuario puede disfrutar de inmediato de su selección ejecutándola y accediendo al contenido de ese archivo en su equipo. Esta vez no hay descarga de información, no hay duplicación ni copia, de modo que todo parece mantenerse en una limpia normalidad…Las compañías discográficas no se inquietan y, por el contrario, toleran el uso de sus obras registradas considerando que internet, por una vez, les presta un servicio a través de la promoción de sus catálogos.

Sin embargo, la realidad puede ser otra: lo que esta migración de usuarios significa es que una buena parte de quienes descargaban ilegalmente música lo hacían con un propósito de uso "privado", transfiriendo los archivos a sus reproductores de mp3 para "usarlos" y no almacenándolos con el propósito de "traficar" ulteriormente con ellos. De esta manera, el beneficio que obtenían no difiere en la práctica del que estos nuevos sistemas les dispensan…Es un hecho que la vertiginosa evolución de la tecnología telefónica portátil  sólo parece haberse detenido por una razón coyuntural: tan pronto como la crisis económica pase, las innovaciones incubadas en este periodo aflorarán en forma de nuevas generaciones de teléfonos móviles cuya apuesta competitiva muy seguramente radicará en la conectividad de los terminales, facilitando un acceso más ágil a internet. Y lo que esto vendrá a significar es que el acceso práctico a esas obras protegidas será equivalente al que procuran los reproductores portátiles de mp3, con la ventaja de no precisar una memoria demasiado grande, ya que nadie pretende almacenarlas. De manera que es una mera cuestión de tiempo que los titulares de derechos de explotación deban afrontar que la conexión con un servicio que reproduzca sus obras ejecutándolas por vía informatizada (presumiblemente sin autorización) devendrá pronto tan incontrolable e inmediato como puedan temer. Y así seguirá resquebrajándose el peso de una industria que intenta mantener la fórmula de "pagar por escuchar" como base lógica de su negocio y que, ligeramente aliviada por los sistemas de descarga legal -por los que apostaron como único relevo viable para la venta de reproducciones en soporte físico-, tal vez deba asumir que son precisamente estos los primeros en debilitarse por causa del streaming online. La historia, en fin, se repite.

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