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18/04/2024. 20:23:53

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Afluenza

Consideraciones y consecuencias jurídicas de una absolución, en EEUU apoyándose en una enfermedad mental que podría no existir, y que tiene muy poco que ver con el delito.

Celda con la puerta abierta

El Juez Jean Boyd aceptó el diagnóstico de "afluenza" para no condenar a un joven de 17 años que atropelló a 4 personas, cuando conducía en condiciones muy dudosas.

Todos pensábamos que era una enfermedad "nueva", inventada por John de Graaf en una película de 1997, con ese nombre: "afluenza".

Tras la condena a un centro de rehabilitación, surge el problema de no  saber cual es el centro, ni por cuánto tiempo ha de ser tal tratado simplemente, no existe ningún centro ni tratamiento alguno.

La primera cuestión es la comparación entre USA y España. O los jueces americanos son muy crédulos, o los españoles no se creen nada, por no decir que no escuchan, los alegatos de los abogados, porque aquí eso no habría prosperado.

La segunda cuestión es: ¿de verdad es posible semejante disparate? ¿qué cuentan de la "afluenza"?

Dicen que su "base clínica" es un consumismo y materialismo desaforado que, según cuentan, provoca o se reconoce por los siguientes síntomas:

  • Ansiedad
  • Estrés
  • Endeudamiento causado por el acopio de bienes materiales.

Es cierto que la gente compra cosas para mejorar su calidad de vida (hasta la acumulación enfermiza, en algunos casos) y que sólo consiguen tener sitio ocupado en sus armarios, pero esto parece más una versión moderna del "síndrome de Diógenes" que una enfermedad nueva.

Recurriendo al psicólogo clínico Oliver James, la "afluenza" es una condición subjetiva del individuo, que se compara con otros, provocándole frustración y vacío, lo que a su vez causa al sujeto estrés emocional por sus supuestas carencias materiales y la búsqueda de dinero, poder y fama para conseguir compensarlas.

Como consecuencia, y retomando su relación con el "síndrome de Diógenes", sostiene que, en este estado mental, se ataca al medio ambiente con una producción excesiva de desechos, causa del "consumo compulsivo". Vemos, pues, que el elemento ecológico nunca puede faltar en un buen análisis psiquiátrico.

Además, consideran que es una enfermedad en franca expansión, llegándose a comparar a una epidemia vírica. La vía de propagación sería la publicidad y, especialmente, la televisión, como motor del consumismo y vía de comparación con personas reales o ficticias que han conseguido grandes éxitos y que, como muestra de ello, disfrutan de gran cantidad de bienes.

Continúa la descripción de este síndrome, analizando sus efectos en las mentes más simples que llegan a la conclusión de que la acumulación y ostentación de bienes es la certificación del éxito que, a su vez,  consiguen mediante una endeudamiento que aumenta de modo exponencial hasta su total destrucción.

Se completa el cuadro "clínico", con un mecanismo de sustitución ante la insatisfacción. Cuando el bien conseguido no satisface al enfermo, éste, en vez de considerarse saciado y dar por satisfecha su necesidad, procede a sustituir ese bien por otro que no tiene, más caro e inalcanzable, provocando una espiral ascendente imparable.

Estas infinitas sustituciones provocan que la espiral de gasto pueda ser infinitamente creciente, hasta la total ruina económica del individuo.

Y dicha espiral no sólo puede llevar a la ruina pues, en ocasiones, el vacío sobre vacío que provoca alcanzar bienes que no nos satisfacen, o no llegar a alcanzarlos, puede terminar en actos de suicidio, y se trata de una estadística en aumento, como podemos observar en Japón.

"Síndrome de Diógenes", "síndrome del coleccionista", "consumo compulsivo", etc…, son todas ellas patologías próximas y que podemos conectar como causas de otras, desde el alcoholismo al trabajo compulsivo. Todas ellas conocidas pero sin embargo, casi ninguna, ha sido utilizada como atenuante con éxito en un atropello múltiple.

Lo kafkiano del asunto es que el "condenado", llamado Couch, ha llegado a esta situación de trastorno psíquico por no haber sido castigado nunca, por haber tenido una vida de privilegios y no haber afrontado jamás las consecuencias de sus actos, motivo por el cual, se le concede un trato más suave como consecuencia de sus actos punibles (conducir, al menos, ebrio). Si aceptáramos el argumento, según los principios penales de EEUU, en sentido estricto, y siendo coherentes hasta sus últimas consecuencias, de igual modo que el vendedor de un arma ilegal puede ser acusado de todos los delitos que se cometan con ella, en este juicio, también deberían haber sido acusados sus padres, profesores, etc…, y, al menos, haber pagado ellos, como provocadores, por la diferencia entre la pena impuesta a Couch, casi un "capitideminutio", hasta la pena total que habitualmente se impone en este tipo de delitos.

La conclusiones es inmediata: ¿Quién es el primero que se atreve a argumentarlo en un juzgado penal o audiencia provincial?

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