La paralización de la actividad que trajo consigo la declaración del estado de alarma por el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, ha sido del todo necesaria con el fin de minimizar al máximo el riesgo de contagio por el COVID-19 tanto en los centros de trabajo, como en los procesos de movilidad que lleva consigo el acudir a aquellos.
El COVID-19 nos ha cambiado, ha cambiado nuestras costumbres, nuestra forma de relacionarnos, y sobre todo la manera que teníamos de trabajar, marcando un antes y un después en las relaciones laborales.
El mundo laboral está sufriendo una transformación y muestra de ello es que, millones de trabajadores que acudieron el viernes 13 de marzo a la oficina no lo han vuelto a hacer en la mayoría de los casos.
Desde aquel viernes han pasado ya más de dos meses y muchos de nosotros estamos trabajando desde casa. Así, el pasado 21 de abril el Gobierno, prorrogó dos meses más -siguiendo lo fijado por el Real Decreto Ley 8/2020, de 17 de marzo- el carácter preferente del trabajo a distancia, y todo indica que el teletrabajo ha venido para quedarse.
En este sentido, la ministra de trabajo, Yolanda Diaz ya ha anunciado que el Gobierno está trabajando en el desarrollo de una ley que regule el trabajo a distancia, pero, mientras tanto, hay multitud de interrogantes. ¿y después de las prórrogas? ¿qué pasará cuando se pueda volver a las oficinas?
Hasta la llegada de este virus, España siempre se había resistido al teletrabajo, siendo una práctica bastante residual en nuestro país. Así, mientras menos de un 5% de los empleados españoles tenía opción de teletrabajar de manera habitual, otros países de nuestro entorno como Países Bajos, Austria o Finlandia triplicaban esta cifra.
Según varios estudios publicados, antes de esta crisis, la conciliación y la flexibilidad laboral eran medidas solicitadas por muchos trabajadores. Su percepción era que las empresas se resistían a adoptar medidas de flexibilidad como el teletrabajo. Ahora que la situación ha venido impuesta por circunstancias ajenas a las voluntades de empresarios y trabajadores, todos ellos han podido cerciorarse de las ventajas de una modalidad de prestación de servicios especialmente demandada por los jóvenes. Y es que el teletrabajo puede ser una oportunidad de transformación. Esta forma de prestación de servicios tiene distintas ventajas. Por un lado, los empleados, reducen tiempos de desplazamiento y son, en su mayoría, mucho más productivos, por cuanto se les permite la conciliación de la vida laboral-personal, así como mayor autonomía y organización.
Por otro lado, una gran cantidad de empresas han podido comprobar que el teletrabajo también reporta diversos beneficios, además de la mayor productividad de los trabajadores en un sistema de trabajo por objetivos, una menor necesidad de equipamiento (alquiler, mobiliario, material), lo que implica un ahorro en costes muy elevado. Adicionalmente a las ventajas enunciadas, el teletrabajo a largo plazo por la mayor capacidad de autoorganización y presencia en casa puede evitar la necesidad de reducir su jornada en que se encuentran muchos trabajadores, fundamentalmente madres trabajadoras, bajas motivadas por el cuidado de hijos, así como el absentismo laboral.
Empleados y empresarios no son los únicos beneficiados, pues el teletrabajo también puede reportar ciertos beneficios a la sociedad. En este sentido la prestación de servicios de manera telemática elimina o reduce la necesidad de desplazarse, lo que reduce la contaminación y los accidentes de circulación.
Bien es cierto que no todo son ventajas; así los principales retos del teletrabajo son la desconexión digital y la eficiencia. Durante los dos últimos meses son muchos quienes ya han podido comprobar que trabajando desde casa desconectar puede ser más difícil. Del mismo modo, muchos también han apuntado que les cuesta ser igual de eficientes que en la oficina, pues trabajar desde su domicilio implica más distracciones.
En cualquier caso, el teletrabajo constituye a todas luces una opción ideal para todos aquellos que busquen un mayor equilibrio entre el trabajo y su vida personal.
Es por ello que, en un futuro, ya veremos como de cercano, los trabajadores van a demandar este tipo de prestación de servicios. Recordemos que, de acuerdo con el artículo 34.8 del Estatuto de los Trabajadores, los empleados tienen derecho a solicitar la adaptación de su trabajo en la forma de prestación, incluida la prestación de servicios a distancia. Si la empresa no tiene motivos fundados para negar esta prestación es muy posible que se encuentre con sentencias desfavorables o con trabajadores que decidan irse a otra compañía que apueste por este tipo de medidas
Actualmente, muchas empresas trabajan ya con sus abogados para instaurar una política de teletrabajo definida y sólida que conjugue los intereses de todas las partes y reporte en beneficios para empleados y empresarios.
Para una correcta implementación de este modo de prestación de servicios debe hace un estudio de las necesidades de la empresa. Para una correcta adaptación la formación a los trabajadores se presenta como fundamental. Por último, pero no menos importante deben tenerse en cuenta distintas normas que han de cumplirse como son el registro y control horario o la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y Psicosociales entre los que se incluye la desconexión digital.
En conclusión, el mundo laboral vive un cambio constante. Las empresas se encuentran ante la posibilidad de anticiparse a un cambio que ya ha comenzado. Por delante queda un desafío importante, aquellas empresas que cuenten con una estrategia que apueste por el futuro, partirán de una posición sustancialmente ventajosa pues en lugar de reaccionar ante una realidad que acabará llegando, habrán preparado un entorno de trabajo que cubra necesidades y expectativas de los trabajadores fidelizándolos.
El mundo está cambiando, empresas y trabajadores tienen la oportunidad de transformar sus métodos de trabajo llegando a acuerdos en beneficio mutuo.
