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20/04/2024. 13:10:58

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Las “devoluciones en caliente” en el TEDH

Magistrado, doctor en Derecho y en Ciencias Políticas

En el “asalto” a la valla de Melilla de 13 de agosto de 2014, los anonimizados N. D. (Mali, 1986) y N. T. (Costa de Marfil, 1985), eludieron el control de las autoridades marroquíes y escalaron el último parapeto de contención de este puesto fronterizo; allí permanecieron encaramados varias horas y, cuando bajaron, la Guardia Civil los acompañó de regreso por donde habían venido.

TEDH

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), en sentencia de 3 de octubre de 2017, apreció que estas dos “devoluciones en caliente” vulneraron la prohibición de expulsiones colectivas de extranjeros (art. 4 Protocolo 4º CEDH), y también el derecho a un recurso efectivo (art. 13. CEDH), dado que se condujo a los inmigrantes de vuelta sin más trámites y sin posibilidad de solicitar refugio o asilo. Como compensación, se condenó a España a indemnizar a cada uno de los demandantes con 5.000 euros.

Conocido el fallo, el gobierno decidió solicitar la remisión del asunto a la Gran Sala del TEDH, que lo aceptó al plantearse “una cuestión grave relativa a la interpretación o a la aplicación del Convenio o de sus Protocolos o una cuestión grave de carácter general” (art. 43 CEDH). Los gobiernos de Francia, Italia y Bélgica se adhirieron como terceros intervinientes en el proceso (art. 36 CEDH) y, en septiembre de 2018, el nuevo gobierno socialista defendió igualmente la postura española ante el tribunal.

El desenlace es conocido: la Gran Sala resolvió unánimemente, en sentencia de 13 de febrero de 2020 (N.D. and N.T. v. Spain), que el Estado español ni violó la prohibición de realizar expulsiones colectivas ni tampoco el derecho a un recurso efectivo de quienes previamente se habían situado al margen de la legalidad al utilizar vías de hecho para traspasar la frontera. España actuó conforme a derecho y el TEDH legitimó la devolución sumaria de unos inmigrantes que debían aceptar las consecuencias de su propia actuación ilegal.

La coalición gubernamental PSOE-Unidas Podemos se felicitó por el resultado, pese a haber interpuesto en la oposición recurso de inconstitucionalidad contra la regulación expresa de los rechazos en frontera efectuada por la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana (“ley mordaza”). Se aprovechó además la ocasión para anunciar el endurecimiento del derecho de asilo de acuerdo con la política comunitaria de freno de la inmigración económica.

En toda la Unión Europea, las reacciones frente a la sentencia se han movido dentro del esquema básico bueno-malo: si para unos se comete un crimen de lesa humanidad, otros ponen el acento en denunciar la composición del TEDH con jueces prevaricadores y “onegeístas” de derechos humanos.

A corto plazo, ha supuesto un breve balón de oxígeno para los estados fronterizos de la Unión que retarda así (procrastina, que se dice mucho, ¡pobre Larra!) el abordaje conjunto del fenómeno migratorio provocado por la miseria y las guerras y sus dimensiones económica, social, política, cultural, demográfica y geoestratégica.

A cambio, resurge la soberanía estatal con un Brexit contagioso, COVID-19 añadido, en detrimento del proyecto político europeo que, cegado por el principio de Hanlon (“no atribuyas a la maldad lo que se explica por la estupidez”), se está mostrando incapaz de ofrecer una respuesta a medio-largo plazo.

En su lugar, se deja la política exterior en manos de cada estado y se opta por subcontratar la contención de la llegada inmigrantes a terceros países más ligeros en materia de derechos y libertades. ¿Seguirá funcionando?

Timur Vermes (Núremberg, 1967), en su novela Los hambrientos y los saciados (Die Hungrigen und die Satten, 2018), retrata este comportamiento de las sociedades “gordas” ajenas a cualquier compromiso o idea que no garantice una rentabilidad, satisfacción o éxito inmediatos para evitar la repetición de desastres colectivos.

Vermes desciende una vez más al submundo de la telebasura para contar lo que no puede ser nombrado. Hasta la traducción del término Satten por “saciados” no escapa al eufemismo: se sacian el hambre o la sed previas, pero los atiborrados o saturados carecen de eso. Más exacta es la versión inglesa The hungry and the fat (los hambrientos y los gordos).

Si en Ha vuelto (Der ist wieder da, 2012), su anterior novela, Vermes hacía triunfar a Adolf Hitler en la caja tonta como cómico de sí mismo, repitiendo el discurso de su lucha, en su nueva narración, un programa de telerrealidad es el encargado de poner la cuestión de los refugiados en el centro del debate social y político, cuando miles de ellos deciden jugársela, abandonar los tenderetes del campamento en el que malviven y atravesar África a pie hasta Alemania.

Una diva de la televisión alemana encabezará esta marcha que será objeto de una trepidante retransmisión en directo las 24 horas, con picos de máxima audiencia, rodeada de contratos millonarios de publicidad, para desvelo de unas autoridades confiadas en que, por los menos, en Turquía, la caravana será retenida… De momento, “un refugiado muerto y cinco heridos en la frontera entre Grecia y Turquía” (El País, 4.3.2020).

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