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28/03/2024. 13:53:45

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Los referendos: una práctica arriesgada en la historia de la UE

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Desde su creación, la Unión Europea (UE) ha vivido varios referendos que han planteado algunos obstáculos a la hora de alcanzar sus objetivos. En numerosas ocasiones, los ciudadanos europeos han acudido a las urnas, entre otros, para decidir la aprobación de un tratado, la adopción del euro o, como en el último caso, su permanencia en la UE. Si bien en algunos casos, los resultados acompañaron la voluntad comunitaria, en otras ocasiones, las consultas populares han supuesto un freno a sus intenciones.

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Noruega: negó y renegó

La primera consulta que obtuvo un resultado desfavorable tuvo lugar en 1972. En esa fecha, Irlanda, Dinamarca y Noruega celebraron consultas para aprobar su entrada en el Mercado Común. Irlanda contó con un apoyo del 81,3% del electorado, mientras que el pueblo danés se pronunció a favor de su entrada con un 63,3%. Sin embargo, Noruega se convirtió en el único país de los candidatos en negarse a formar parte del proyecto europeo con un 53,5% de votos contrarios a la adhesión.

La historia volvería a repetirse en el año 1994, cuando Noruega, acompañada de Suecia, Finlandia y Austria, planteó de nuevo un referéndum para incorporarse a la Unión. Mientras Suecia, Finlandia y Austria (con el 52,8%, 56,9% y 66,6%, respectivamente) decidieron ser socios europeos el 1 de enero de 1995, Noruega reincidió en su rechazo (52,2%).

Brexit: acto primero

Tan sólo habían transcurrido dos años desde la entrada de Gran Bretaña en la CEE cuando se celebró un referéndum a iniciativa del gobierno laborista de Harold Wilson.

El antiguo premier, al igual que David Cameron cuarenta años más tarde, se enfrentaba a una fuerte corriente euroescéptica dentro de su partido, de forma que el referéndum se planteó como una opción para calmar las tensiones. Los votantes aprobaron con el 67,2% de los votos la continuidad en el mercado común.

El "no" danés y sueco al euro

El Tratado de Maastricht sobre la Unión Europea y la moneda única fue rechazado por los daneses (50,7% votos), contra las recomendaciones de la práctica totalidad de los partidos políticos representados en su parlamento nacional. Finalmente, se aceptará en un segundo referéndum celebrado en mayo de 1993, después de que Bruselas consintiera que Copenhague, al igual que el Reino Unido, no participara en el euro.

En el año 2000, Dinamarca organizó nuevamente un referéndum para decidir si adoptaban finalmente el euro, una consulta sobre la que el 53,1% de los electores votó en contra. Tres años más tarde, los suecos imitaron a sus vecinos y rechazaron de forma masiva la entrada en la moneda única.

El Tratado de Niza frente al susto irlandés

En 2001, los irlandeses rechazaron el Tratado de Niza (54%). En el referéndum, tan sólo participó el 32% del electorado. La razón de tan baja participación se debió a que dicho tratado abordaba, principalmente, la ampliación de la UE en Europa Central y del Este, motivo por el cual, los partidarios del "sí" no consideraron necesario realizar una campaña.

Después de obtener garantías, entre otras cosas, sobre el mantenimiento de la neutralidad militar del país, los irlandeses aceptaron el texto con el 62,9% de los votos en unos segundos comicios celebrados el 19 de octubre de 2002.

No será la única vez que Irlanda mantenga en vilo al resto de socios europeos a la hora de aprobar un Tratado, llegando a segundas votaciones como en el caso del Tratado de Lisboa.

Un Tratado Constitucional fallido

El 29 de mayo de 2005, con el 54,7% de los votantes en contra, Francia, uno de los países fundadores de la Unión Europea, rechazó el proyecto de Constitución Europea. Unos días más tarde, el 1 de junio de 2005, los holandeses, se opusieron también a este proyecto con el 62%.

Como consecuencia de esta situación, la UE estuvo sumida en una crisis institucional que se resolvería con un acuerdo menos ambicioso en 2007: el Tratado de Lisboa.

Así y todo, su aprobación tuvo que esperar dos referendos por parte de Irlanda (el primero desfavorable, el segundo favorable) para formalizar la entrada en vigor de este Tratado.

El rechazo holandés

En un referéndum consultivo celebrado a principios de abril de 2016, el Acuerdo de Asociación UE-Ucrania fue rechazado por el 61% de los votantes holandeses (con una bajísima participación de tan sólo el 32,28%). Esta consulta fue la última celebrada antes del referéndum inglés: el "Brexit".

La consulta británica ha abierto una nueva brecha, un nuevo tipo de referéndum en el que podrían embarcarse varios países, entre otros, se barajan Holanda, Suecia, Dinamarca y Noruega, sin olvidar la voluntad de algunos partidos políticos, actualmente en la oposición, en países como Francia, Italia o Alemania.

Cabe reseñar que desde los años 70, la mayor parte de los referendos celebrados se han decantado del lado de los intereses europeos. Sin embargo, desde 2015, el euroescepticismo se ha apoderado de los resultados y, en las últimas cinco consultas celebradas, han triunfado las opciones contrarias a las intenciones de la Unión.

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