“Sobrecoge experimentar cuantas cosas puede decir uno sobre si mismo. Cuánto más se arriesga y se pierde, tanto más refluye después”
Elías Canetti
La escucha es una actitud, una técnica, una habilidad, una herramienta, una estrategia, una necesidad, una responsabilidad, una capacidad esencial en la mayoría de las disciplinas centradas en las personas, y sin duda alguna también resulta un pilar fundamental para el proceso de mediación, aunque no esté siempre suficientemente reconocido.
En el ensayo “La expulsión de lo distinto” (2018), el filósofo surcoreano Byunn-Chul Han finaliza esta magnífica obra con un capítulo imprescindible sobre la escucha, titulado “Escuchar”, de cuyas aportaciones podemos extraer un decálogo sobre cómo debe ser, para este filósofo, la escucha responsable.
Sintetizamos este decálogo de escucha responsable de gran profundidad, y lo compartimos ya que consideramos es de indudable aplicación y necesario durante el proceso de mediación:
1.- En primer lugar, este autor sitúa la escucha como un acto plenamente activo. Escuchar en consecuencia no es un acto pasivo como a primera vista pudiera parecer, sino un acto que exige del profesional de la mediación presencia y estrategia.
2.- La escucha necesita un presupuesto: la afirmación al “otro”. Sin el reconocimiento previo del “otro” al que escuchamos, no es posible escuchar, y añadiríamos, sin este presupuesto no es posible mediar. La afirmación del otro constituye en consecuencia un primer tiempo en mediación.
3.- Escuchar tiene un segundo tiempo que consiste en atender lo que “el otro” dice. Tras el reconocimiento o afirmación previa viene el tiempo de escucha propiamente dicha, de atención al contenido de lo que dice. En la secuencia; primero quién: a la persona y su afirmación, después qué: el contenido.
4.- La escucha exige dejar el tiempo del yo y pasar al tiempo del otro, y en este sentido Byunn-Chul Han señala como grandes obstáculos para la escucha, tanto el ego como el narcisismo, considerando ambas como características propias de la sociedad contemporánea, y que dificultan una escucha adecuada y la atención en el otro.
5- Chul Han define el acto de escuchar como “un prestar, un dar, un don”. En esta concepción el otro vuelve a ser nuevamente el centro. El autor rescata además la riqueza temporal, la escucha es un tiempo del otro, un tiempo de dar escuchando.
6.- La escucha, para este filósofo, ayuda al otro a hablar, lo invita.
7.- En su reflexión sobre la escucha Byunn-Chul Han da otra definición a través de la metáfora de la respiración y afirma: “la acogida hospitalaria del otro es un inspirar que, sin embargo, no se anexiona al otro, sino que lo alberga y lo protege”.
8.- A continuación este autor hace una distinción muy interesante entre escuchar y el mero intercambio de información. La información es solo una parte y desde luego no la más importante de la escucha. Esto es de gran importancia en el proceso de mediación. La escucha tiene muchas funciones, la obtención de información es solo una de ellas.
9.- Por último, Byunn-Chul Han explora una nueva dimensión de la escucha, al afirmar que la escucha tiene una dimensión política, ya que socializa el sufrimiento y permite construir una comunidad.
Para concluir, nada mejor que estas palabras del propio Chul Han, llenas de esperanza y que cobran un especial sentido en el momento que estamos viviendo: “A diferencia del tiempo del yo, que nos aísla y nos individualiza, el tiempo del otro crea una comunidad. Por eso es un tiempo bueno.” Como profesionales de la mediación tenemos la oportunidad de contribuir en la construcción de este tiempo de escucha, y ofrecer a la sociedad soluciones a través del diálogo, que siempre comienza con una escucha.
