nº 1.001 - 30 de noviembre de 2023
Abogacía y Estado de Derecho
Eugenio Ribón. Decano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid
El Colegio de la Abogacía de Madrid no puede ser tampoco espectador de la realidad jurídica que vivimos. Menos aún en tiempos en los que se han cuestionado nuestras instituciones
Defender el Estado de Derecho es defender que todas las personas, independientemente de su posición, están sujetas a las mismas leyes
La abogacía, como pilar de la sociedad civil, desempeña un papel crítico en la promoción y protección del Estado de Derecho y tiene el deber crucial de garantizar que este principio no sea socavado.
Los abogados, en su labor cotidiana, ejercen un papel esencial como guardianes de la Constitución y de los derechos individuales, defendiendo a cada ciudadano con pasión y dedicación y, siendo así, un pilar del Estado de Derecho.
En su esencia, la abogacía representa el pilar de la justicia y la legalidad, actuando como defensores inquebrantables de los principios que sustentan nuestro sistema democrático. Los abogados, como agentes de cambio y facilitadores de la justicia, son esenciales para garantizar que los ciudadanos y las instituciones estén sometidos a la ley y que los derechos fundamentales sean protegidos en todo momento.
Junto a ello, los Colegios de la Abogacía, por su parte, representan una voz unificada en la promoción de reformas legales progresistas, la lucha contra cualquier amenaza a la independencia judicial y la defensa de un sistema legal justo y equitativo.
El Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid se enorgullece de su compromiso inquebrantable con la defensa de la democracia y el Estado de Derecho en nuestro país. Desde su fundación, esta institución ha sido un baluarte de la justicia, la legalidad y los derechos fundamentales, valores que sustentan los cimientos de nuestra sociedad democrática.
El ICAM, fundado en el siglo XVI, ya contaba en sus fines fundacionales una triple misión: defender la dignidad de profesión, el socorro mutuo y promover una sociedad más justa.
Así hoy, la actividad del Colegio se dirige en esa triple dirección.
Defender el Estado de Derecho es defender que todas las personas, independientemente de su posición, están sujetas a las mismas leyes y que estas leyes son justas y aplicadas imparcialmente.
La seguridad jurídica, parte integral del Estado de Derecho, implica que las leyes sean claras, predecibles y aplicables. Esto es esencial para la confianza de los ciudadanos en las instituciones y el sistema legal.
En defensa del imperio de la ley y la separación de poderes
El Colegio de la Abogacía de Madrid no puede ser tampoco espectador de la realidad jurídica que vivimos. Menos aún en tiempos en los que se han cuestionado nuestras instituciones. Su defensa, la del imperio de la Ley, la de la separación de poderes, es también un compromiso del ICAM.
No podemos dar por sentado el Estado de Derecho y la seguridad jurídica. Debemos ser activos en su protección y promoción en cada momento, en cada caso y en cada reforma legal.
Es evidente que, durante los últimos quince o veinte años, las democracias se han tornado más inestables. Algunas han fracasado y han sufrido una involución autoritaria. Otros países han visto cómo sus sistemas de partidos se deshacían. Han surgido fuerzas anti-establishment. La polarización se ha instalado en la política de nuestro tiempo y parece advertirse un malestar difuso y una pérdida de expectativas sobre lo que las democracias pueden conseguir.
Como ejemplo de lo anterior, resultan bastante ilustrativos las últimas publicaciones del Índice de Democracia Global elaborado por la ‘Unidad de Inteligencia’ de la revista británica The Economist, la cual otorga desde 2006 una puntuación a la salud democrática del planeta (representada por 167 Estados).
En la edición correspondiente al año 2022, solo 24 países del mundo han sido calificados como ‘democracias plenas’, lo que representa el 8 % de la población mundial.
En este sentido, el informe El estado de la democracia en el mundo, en su publicación del año 2021, aseguraba, sin cortapisas, que, por quinto año consecutivo, el número de países que se mueven en una dirección autoritaria supera el número de países que se mueven en una dirección democrática. De facto, el número que se mueve en la dirección del autoritarismo es tres veces el número que se mueve hacia la democracia.
Las democracias se encuentran actualmente ante grandes y diferentes desafíos como son, entre otros: 1) el grado de insatisfacción que existe en amplias franjas de la sociedad; 2) el proceso de desinstitucionalización o falta de credibilidad que hoy aqueja a algunas de las instituciones, en algunos países que, además, deben actuar como pilares del funcionamiento de la democracia; 3) el fenómeno de la desinformación, las fake news o verdades parciales y 4) la polarización.
Decía Robert Hutchins, ex decano de la Faculta de Derecho de la Universidad de Yale, en un tono muy pesimista, que «La muerte de la democracia no será debido a un asesinato repentino. Será una extinción lenta mediante apatía, indiferencia y desnutrición».
Estamos, precisamente, en esa fase vital, en el momento en el que, entre todos, debemos evitar esa progresiva involución de la calidad democrática de los estados. Día a día, acción tras acción. ■