nº 1.002 - 28 de diciembre de 2023
Teletrabajo para abogados: debate y tips
Andrés Pascual. Abogado y escritor
La mitad de los letrados cambiaría de trabajo si les exigieran presencialidad 100 %
El teletrabajo implica una mayor responsabilidad, autodeterminación, confianza, agilidad y comunicación fluida
La frase «el teletrabajo ha venido para quedarse» se ha convertido en una máxima. ¿También en los despachos? El debate está servido. Por un lado, el confinamiento trajo muchos miedos pero también algunas revelaciones, como el hecho de que, en términos de desempeño de las tareas, en casa podemos ser igual o más productivos que en la oficina. Y más allá de los resultados puros y duros, está el cómo queremos trabajar. La mitad de los letrados cambiaría de trabajo si les exigieran presencialidad 100 %. No lo digo yo, sino una encuesta de la consultora británica BigHand. El sueldo motiva, pero las nuevas generaciones –y buena parte de las viejas– quieren flexibilidad.
Al mismo tiempo, este nuevo paradigma (que no entiende de tamaños y es aplicable a todo tipo de bufetes) entra en pugna con algunos beneficios de la presencialidad: poder interactuar con clientes y compañeros, con el consiguiente desarrollo profesional, capacidad de respuesta y creación de sinergias… y causar buena impresión a los senior. Otros rechazan trabajar en casa porque allí carecen de horarios, lo cual no debería ser un motivo a tener en cuenta. La flexibilidad ha de venir acompañada de políticas que impidan la prolongación diabólica de la jornada. Y, cómo no, también ha de venir acompañada de la tecnología adecuada.
La cultura del teletrabajo
¿Cuál sería entonces la opción acertada? Pivotaría entre dos pilares: el equilibrio y la confianza. En cuanto al equilibrio, hay momentos coyunturales, personales del colaborador o asuntos concretos que nos exigirán más presencialidad. El rasero, como tantas veces en esta profesión, el mero sentido común.
Y en cuanto al otro pilar, algunos líderes de despachos con los que trabajo instaurando políticas de bienestar organizacional se han dado cuenta de una cosa: con independencia de que el organigrama sea más o menos jerarquizado verticalmente, hemos de tratar igual a todo el mundo. Y tratarse como iguales no solo significa ser corteses y evitar muestras de arrogancia, sino dar al otro tu confianza, consciente de que va a llevar a cabo su tarea con solvencia.
El teletrabajo supone un cambio cultural que implica una mayor responsabilidad y autodeterminación y, en consecuencia, una mayor confianza, agilidad, comunicación fluida… Sobre todo en estructuras organizativas fuertemente jerarquizadas, es fundamental asumir estos cambios para que la empresa perviva y siga creciendo.
Los tips de los despachos top en teletrabajo
Sin perjuicio de esta transformación cultural de fondo, debemos seguir prestando atención a algo tan aparentemente simple, pero tan importante, como generar el entorno adecuado para las horas que trabajamos en casa, haciendo lo que esté en nuestra mano para recrear espacios saludables. Aquí tienes algunas recomendaciones para empezar:
– Habilita un espacio de trabajo diferenciado: Del mismo modo que conviene que te quites el pijama antes de abrir el ordenador, trata de crear un microuniverso laboral. Si no puede ser permanente, genéralo cada mañana y recógelo al terminar.
– Cuida la luz: a ser posible, natural. Si no, escógela con mimo. Y haz pausas para acercarte a la ventana. Al tiempo que vaciarás la mente, te inundarás de energía.
– Escoge la silla apropiada: no sirve la del comedor de los domingos, por muy noble que sea la madera; y cuidado con el sofá. Yo mismo me dañé la espalda con mi primer libro, y te aseguro que me costó recuperarme. No me gustaba escribirlo en la misma mesa que usaba para trabajar de abogado, por lo que comencé a hacerlo en el sofá. Mala idea, salvo que tengas una legión de cojines para enderezar la espalda y colocar el portátil a la altura de los ojos.
– Respeta los principios del fengshui: la posición de poder de esta disciplina ancestral requiere mirar hacia la puerta. Y ¿qué ocurre si has de mirar a la pared sí o sí? Siempre puedes poner un espejo.
– Coloca sobre la mesa una pequeña planta en un tiesto de tu color favorito. En mi anterior columna ya hablé sobre el diseño biofílico para los despachos. La conexión con la naturaleza es una fuente de bienestar, por lo que ha de estar presente en los entornos de trabajo.
– Ordena los cables: por fiabilidad, por mantenimiento, por estética… y para no volverte loco. Pon regletas en la pared, recoge los cables con una brida para acortarlos y etiquétalos. Inversión total: cinco minutos. Resultado: reducción del estrés. Imagina la maraña de cables como una metáfora de tu cerebro y tal vez te animes a hacerlo ahora mismo.
– Y, para terminar, guarda en un cajón todo aquello que no utilices a menudo, de forma que solo tengas sobre la mesa lo indispensable. Esta última recomendación podría considerarse una defensa del minimalismo, aunque hemos de entender bien a qué se refiere esta corriente. En palabras de Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito: «La perfección se alcanza no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando ya no hay nada que quitar». Todo lo sobrante en un proceso o en una estructura genera ruido y, por lo tanto, estrés. Lo superfluo nos roba tiempo, energía, dinero. Sobre todo, no te focalices en lo que dejas atrás, sino en el espacio que generas para que tenga cabida más tiempo, más creatividad, más libertad, más autonomía y flexibilidad. ■