nº 1.007 - 30 de mayo de 2023
El momento de la solidaridad
Miguel García-Menéndez. CEO Castroalonso
El vigente panorama de fragilidad digital parece apuntar a que, efectivamente, el actual es un inmejorable momento para la [cíber] solidaridad
El 1 de diciembre de 2019 tenía lugar la puesta de largo del, entonces, flamante ejecutivo de la Unión Europea capitaneado por Dña. Ursula Gertrud Albrecht von der Leyen. Un equipo que estará viviendo su fin de ciclo en el momento en que se publiquen estas líneas; pero que, en aquellos momentos, iniciaba su andadura como gabinete al frente de la Comisión Europea manifestando dos importantes ambiciones: a) hacer que Europa fuese el primer continente en alcanzar la neutralidad climática [para 2050]; y, b) garantizar que Europa siguiese subida en el mismo tren de la modernidad en el que también viajaban –sin apariencia de querer bajarse– EEUU y China (y, por cierto, de ser posible, haciéndolo en clase preferente, como aquellos).
La primera de tales metas fue la razón de ser del Pacto Verde, presentado apenas diez días después, el 11 de diciembre. La segunda supondría el alumbramiento de una década digital, tras una larga gestación de tres años: el 9 de enero de 2023 entraría en vigor el programa homónimo de políticas públicas –»Década Digital 2030»–, como mecanismo de seguimiento y cooperación para alcanzar una serie de objetivos comunes para la transformación digital de Europa en el horizonte del año 2030.
Hitos intermedios
Sin embargo, esa Década Digital no se construiría repentinamente. El camino hacia la misma estaría trufado de una serie de hitos intermedios:
– El 19 de febrero de 2020 vería la luz la estrategia Configurar el Futuro Digital de Europa, nombre elegido por la Comisión Europea para una agenda digital que habría de desarrollarse sobre tres pilares: la tecnología al servicio de las personas, una economía digital justa y competitiva, y una sociedad abierta, democrática y sostenible.
– El discurso sobre el estado de la Unión de 2020, celebrado el 16 de septiembre y en el que se hace, por primera vez, un claro llamamiento a convertir los próximos años en la «Década Digital» de Europa.
– La publicación de la «Comunicación de la Comisión COM (221) 118, de 9 de marzo de 2021, al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones Brújula Digital 2030: el enfoque de Europa para el Decenio Digital», en la que se fijan los cuatro puntos cardinales sobre los que habrá de cartografiarse la trayectoria digital de la UE (competencias personales, infraestructuras, empresas y Administración).
– El discurso sobre el estado de la Unión de 2021, de 15 de septiembre, en el que se propone, finalmente, el itinerario hacia la Década Digital, anunciada un año antes.
Como se ha señalado, el programa de políticas relativas a la Década Digital no se materializará hasta 2023. Sin embargo, cabe señalar un hito adicional, alcanzado el 15 de diciembre de 2022, relevante para la construcción de esa Europa digital: la firma, a tres bandas (Comisión, Parlamento y Consejo) de la Declaración Europea sobre los Derechos y Principios Digitales para la Década Digital (2023/C 23/01).
La declaración recoge, como uno de tales principios el de la solidaridad, al señalar que «el diseño, desarrollo, despliegue y uso de soluciones tecnológicas ha de respetar los derechos fundamentales, permitir su ejercicio y promover la solidaridad». La misma solidaridad a que hace referencia la última pieza del puzle regulatorio que, en paralelo a la conformación de la Década Digital, ha ido elaborando el aparato legislativo de la Unión: la Ley de Cibersolidaridad (del inglés, Cyber Solidariry Act), sobre la que Parlamento y Consejo alcanzaron un acuerdo el pasado 6 de marzo de 2024.
La nueva pieza legislativa viene a complementar otras ya existentes, o en elaboración, en el marco de la prevención, detección y respuesta ante ciberamenazas –aspectos claves para la construcción de una Europa digital, como ya adelantara la Sra. von der Leyen en su discurso sobre el estado de la Unión, en 2020–. Y lo hará mediante:
– La promoción del establecimiento de un sistema europeo de alertas, apoyado en una red de centros de ciberseguridad, nacionales y transfronterizos.
– La creación de un mecanismo de emergencias (al que, por cierto, asocia la idea de una, siempre polémica, ciberreserva europea).
– Finalmente, el establecimiento de un mecanismo europeo de revisión de incidentes de ciberseguridad.
Sin duda, el vigente panorama de fragilidad digital parece apuntar a que, efectivamente, el actual es un inmejorable momento para la [cíber] solidaridad. ■