nº 1.015 - 27 de febrero de 2025
Reseña de la obra «Arrugas» de Paco Roca (2007)
María Elgezua Otero. Estudiante de cuarto curso del Grado de Derecho + Legal Tech (Universidad de Deusto. Bilbao)
En esta novela gráfica, Paco Roca nos cuenta la historia de Emilio, un ejecutivo bancario al que su hijo decide internar en una residencia de ancianos. Emilio padece Alzheimer y en la residencia tiene la oportunidad de conocer a más ancianos que, como él, luchan contra sus enfermedades día tras día.
A través de la narración sobre la rutina de nuestro protagonista Emilio y sus compañeros de residencia, Paco Roca nos presenta temas como la vejez, el abandono, el tratamiento institucional de la dependencia, la libertad y la demencia senil, todo ello de una manera sutil y delicada, pero a la vez realista.
El apartado gráfico que aporta el formato de novela gráfica de la obra nos permite no sólo poner cara a nuestros protagonistas, sino también conectar y empatizar con ellos, con sus emociones, sus buenos y malos momentos, con la visión de la propia residencia que ellos tienen y, en definitiva, con el desarrollo de la propia enfermedad, que es a la postre uno de los ejes centrales de la obra.
Lo que más impacta de Arrugas gira también en torno a la idea del desamparo y la soledad que sufren aquellas personas que por diferentes motivos conviven en una residencia –quienes tienen esa suerte de poder ser cuidados por profesionales– y cómo en muchos de los casos, terminan solos, sin familiares que les visiten, sin ese cariño que ellos dieron en su día, olvidados en una silla o en su habitación.
Esta novela gráfica nos sitúa ante una realidad incómoda, a la que normalmente damos la espalda y no hacemos caso porque pensamos que es lejana o porque creemos que nunca nos va a pasar algo así.
Emilio es un exbanquero, con sus costumbres y su vida hecha, que no se da cuenta de cómo la enfermedad poco a poco va ganándole terreno. Las actividades básicas del día a día que realizaba, como vestirse, empiezan a complicarse sin él entender el motivo.
No puedo evitar preguntarme: ¿Qué pasa cuando envejecemos? ¿Qué ocurre con la vida
como la conocíamos hasta ese momento? ¿Estamos preparando una sociedad para la vejez? ¿Es justo el trato que se les da a las personas mayores? ¿Cuáles son los derechos
de la gente mayor? ¿Se garantizan? ¿Estos derechos son diferentes a los de las personas jóvenes?
Vivimos en el mundo de la inmediatez, de la digitalización, consagrados al instante y al trabajo diario, pero ¿qué ocurre con aquellas personas que no se defienden con las nuevas tecnologías? ¿Se garantizan verdaderamente los derechos de las personas mayores y dependientes, obligadas ahora a relacionarse telemáticamente con los bancos, con proveedores de servicios o con la propia Administración?
Creo que nos hemos olvidado de quienes nos enseñaron todo aquello que sabemos, que se les aparta porque nos molestan y nos frenan en nuestro día a día. Parece ser que no somos conscientes de que todos y cada uno de nosotros un día seremos esas personas mayores a las que hoy vemos y que si no preparamos una sociedad apta para todas las personas que la formamos, nos veremos como los protagonistas de nuestra historia: olvidados, compartiendo nuestros achaques con desconocidos y sin poder seguir aportando valor a la sociedad que nos rodea. ■