nº 1.017 - 24 de abril de 2025
De la defensa frente a los aranceles que vienen del otro lado del mar
(O de cómo ir a la guerra con espadas, reales decretos ley, de madera)
J&F
Llevamos semanas escuchando cómo la amenaza de una guerra económica mundial se cierne sobre nosotros y lo hemos hecho sin querer entender que los efectos son tangibles y negativos.
En nuestra plácida vida no somos conscientes (ni queremos serlo) de que muchos de los elementos sobre los que se sustenta esa forma de vivir son tan esenciales como invisibles.
En los últimos años hemos asistido a un derrumbe de los precios de determinados productos solo comparable al de la caída de su calidad y de las garantías de su funcionamiento. Al tiempo que otros productos y servicios han mostrado en los últimos tiempos una escalada imparable en los precios. Todo depende del momento en el que nos situemos.
La salida del Reino Unido de la Unión Europea hizo desaparecer determinados productos de las estanterías de nuestros supermercados (más de los de origen británico que de los de procedencia escocesa), pero nada comparable a lo que sucedió en las Islas Británica. La invasión de Ucrania (la segunda, puesto que la de Crimea la quisimos ignorar) determinó la escasez de determinados productos y esa escalada de precios que tenemos más presente. Cualquiera que haya visitado, de forma habitual, un supermercado (semana a semana) en los últimos años es consciente de lo que ha pasado. El ejemplo de aceite de oliva (y no digamos del de girasol) se dispararon. Ahora cae el precio del aceite de oliva… y la guerra comercial, la de verdad, no ha empezado.
Los valores cotizados reordenan (reajustan sus precios). La huida de los inversores hacia determinados bienes refugio ha empezado y el alza de precios es evidente. Las pérdidas han pasado de posibilidad a realidad y, solo cuando los hechos se han impuesto, los que nos dirigen han decidido actuar. Una vez más… previsión, ninguna.
De la noche a la mañana, una vez consumados los hechos, y solo cuando Europa ha avisado de las consecuencias se decide que hay que hacer algo. Como dice la canción, aquí no veríamos lo que va a pasar aunque pusiéramos un cartel con luces de colores bien grande.
Es en esta situación que el Gobierno nos coloca en el Boletín Oficial del Estado del 9 de abril de 2025 el Real Decreto-ley 4/2025, de 8 de abril, de medidas urgentes de respuesta a la amenaza arancelaria y de relanzamiento comercial¸ porque, eso se nos dice, «la política arancelaria recientemente anunciada por la administración de Estados Unidos va a generar desafíos en algunos sectores».
Veamos la respuesta.
Estos son los parches
1) Aprobación de una línea de avales para la cobertura por cuenta del Estado de la financiación otorgada por entidades financieras para atender necesidades de liquidez o de inversión derivadas de la imposición por Estados Unidos de aranceles a la importación.
Eso es. Avales destinados a la financiación de la exportación de bienes y servicios españoles, podrán ser ajustados en las condiciones y en la forma que reglamentariamente se establezca a través del Instituto de Crédito Oficial mediante un convenio de ajuste recíproco de intereses.
Con la correlativa modificación del artículo 58 de la Ley 14/2013, de 27 de septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización.
2) Modificación del artículo 56 de la Ley 31/2022, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2023.
Una pena eso de no tener Ley de Presupuestos Generales del Estado ni para 2023 ni para 2024.
La modificación consiste en pasar de que «adicionalmente el Fondo para la Internacionalización de la Empresa estará dotado con otros 20.000 miles de euros» a que «se podrán autorizar operaciones con cargo al FIEM por un importe de hasta 700.000 miles de euros a lo largo del ejercicio económico en curso».
Nótense los términos: «se podrán autorizar…».
3) Modificación de la disposición adicional quincuagésima segunda de la Ley 31/2022, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2023.
Lo que se hace es modificar las previsiones sobre cobertura por cuenta del Estado de los riesgos de la internacionalización de la economía española (disposición adicional 52), que pasa de «9.000.000 miles de euros» a «15.000.000 miles de euros».
Y todo ello sobre la base de lo que se denomina garantía de proporcionalidad territorial en la aplicación de los fondos, esto es «sobre la base del porcentaje de las exportaciones de bienes con destino a Estados Unidos de las empresas de cada comunidad autónoma respecto al total de España en 2024 con particular atención a aquellas comunidades que tengan una mayor exposición».
No lo sé. Mucha concreción no parece que haya, precisión tampoco y, desde luego, absoluta falta de certeza de lo que esto significa para quien, en este momento, y de forma real y efectiva, tiene mercancías en tránsito hacia el otro lado del Atlántico sin saber lo que ha de pasar.
Es cierto. Ninguna certeza hay de que la situación con la que nos acostemos hoy coincida con la de cuando despertemos mañana, que puede ser distinta por la tarde y volver a cambiar al día siguiente. A lo mejor no pasa nada y a lo peor vaya usted a saber. Pero las medidas, en cuanto a quienes necesitan de apoyo en este momento, eso que el propio Real Decreto-ley califica como necesidad de «desplegar un plan de respuesta que dé tranquilidad a nuestro tejido productivo estableciendo una red de instrumentos que permita a las empresas adaptarse a los efectos de este shock comercial y mitigar sus efectos»… total incertidumbre.
Pues ni hay plan (avala, que algo queda), ni se transmite tranquilidad (shock comercial y, sobre todo político) y los instrumentos carecen del soporte adecuado cuando llevamos dos años sin Ley de Presupuestos Generales. Pero vamos a modificar la Ley de Presupuestos Generales… la de hace tres años, que llevamos dos sin hacerla (para qué). Y ese es uno de los riesgos de desenvolverse con cuentas públicas que no responden a la situación actual. Para qué. Qué más da.
Porque lo que en realidad lleva tiempo transmitiendo el Gobierno central es que entidades financieras y empresarios son sujetos desaprensivos que solo piensan en generar ingresos, obviando que son el motor de la economía, del empleo y de los ingresos de los que se nutren las políticas sociales.
Porque el mensaje al emprendedor no es otro que parece que el tiempo empeora… hasta luego, ya me contarás cómo te fue. Lo dicho. Es lo que hay. ■