nº 1.017 - 24 de abril de 2025
Sé fiel a tus valores
Andrés Pascual. Abogado y escritor
Cuando las circunstancias te quitan parte de tu poder y opciones, aún puedes elegir quién quieres ser
Nuestros valores nos definen más que nuestros logros
Hace unos días leí una noticia sobre dos abogados del mismo despacho que se enfrentaban a una posible pena de cárcel, cuantiosas multas y la inhabilitación para ejercer su profesión por un delito continuado de deslealtad profesional y calumnia. Al parecer, pedían dinero a sus clientes para entregárselo bajo manga al fiscal jefe a cambio de unos acuerdos que, entiendo, ya habían pactado previamente con aquel con total legalidad. Imagino a los clientes pidiendo un recibo y la pareja de letrados inventándose que se hacía todo bajo manga (debe de haber una grabación por la que los han pillado). «Él pone el cazo, nosotros somos unos santos». Y, entretanto, el fiscal jefe trabajando sin descanso, sin saber nada del tejemaneje y sin probar la mariscada.
Esta noticia es la anécdota. Lo importante es la crisis de valores. Cuando empecé a ejercer en 1992 en el despacho rural de mi abuelo –abogado de zapatillas de fieltro, como decía él, porque recibía a los clientes en su casa–, pasé una década sin firmar un solo acuerdo con mis compañeros de la zona. Nos dábamos un apretón de manos y bajábamos al bar a contarnos cualquier cosa que no fuera del asunto. A más intimidad, más confianza; a más confianza, mejor se trabajaba; cuanto mejor se trabajaba, mejor para los clientes. Unos años después, lo de darse la mano ya no era suficiente. Cachis… A ver si la IA nos recuerda lo verdaderamente importante.
Elige quién quieres ser
En los párrafos anteriores he hablado tanto de relación con los clientes como con otros compañeros abogados porque hemos de filtrar todas nuestras acciones a través de nuestros valores, en cualquier momento y situación. El tenerlos siempre presentes es nuestra tabla de salvación, la forma de no hundirnos en un mundo superficial plagado de impostura. Me encanta una inspiración de Susan David, doctora sudafricana autora de «Agilidad emocional»: «Regresa a los valores. Incluso cuando las circunstancias te quitan parte de tu poder y opciones, aún puedes elegir quién quieres ser».
Debemos definir qué es importante para nosotros. ¿Cómo quiero actuar en estos tiempos complicados? ¿Cómo quiero tratar a los demás? ¿Cómo quiero ser? Y esto es algo que también hemos de hablar con nuestros compañeros de despacho o de cualquier otro equipo de trabajo. Nuestros valores nos definen más que nuestros logros. No somos lo que conseguimos o tenemos, sino cómo llegamos hasta ahí. Y sí, queridos compañeros, esta máxima también opera con los clientes. Las relaciones-sean de amor, amistad o trabajo-se basan en la confianza, algo que solo se construye a partir de la fidelidad a nuestros principios.
El tener un gran bufete (o uno pequeño, ya que la grandeza está en cómo lo trabajamos) es un premio, no cabe duda, pero sobre todo es una oportunidad de hacer cosas buenas por los demás. El letrado, como todo líder, ha de tener vocación de servicio. Y lo mejor de todo es que este propósito personal, acompañado de unos valores firmes, de inmediato se convierte en un impulsor de la prosperidad. Los valores son una brújula que nos ayuda a tomar decisiones difíciles; y, esto no es baladí, nos aportan paz interior. Puede que esos dos pajaritos que simulaban acuerdos fraudulentos con fiscalía engañen a los demás, pero nunca se engañarán a ellos mismos.
Trucos de magia blanca
Hace años, José Ramón Chaves, que ha pasado por el rol de docente, abogado, letrado de la Administración y juez, compartió lo que denominaba «trucos de magia blanca para conseguir sacar de la chistera judicial el conejo de la victoria». Esto es, claves para ganar un juicio. ¿Y de qué hablaba? De una serie de agudas recomendaciones prácticas tras las cuales siempre estaban presentes unos valores que son el principio y el fin de todo. Te comparto solo alguna a modo de ejemplo:
– Honradez. Hemos de explicar al cliente los riesgos de embarcarse en un pleito. Un cliente puede entender una derrota, pero le será difícil digerir además la decepción o el engaño de su abogado. Además, desde el principio hemos de contar con paracaídas. No pierdas la perspectiva realista, desde el inicio hay que barajar las posibilidades de recurso.
– Respeto. No insultes, ni denigres a la otra parte, ni abuses de la adulación al juez. En un mundo donde la solución al litigio es dudosa (ya sea por dudas de derecho o por discutirse la prueba de hechos), no provoques la animadversión judicial por las malas formas.
– Autocrítica. Haz siempre una segunda lectura. A ser posible por un compañero de bufete o un tercero que lea y efectúe observaciones; y, siempre, edítate a ti mismo, releyendo tu escrito hasta que creas en él, con valentía para suprimir lo no esencial. ■