nº 1.018 - 30 de mayo de 2025
Sobre el Servicio Público de Justicia… en la práctica
(Una reflexión a cuenta de la transformación de un juzgado)
J&F
No era mi intención escribir sobre ello y no era (desde luego) ni porque no hubiera razones suficientes para hacerlo, ni porque a quien escribe le faltaran ganas. Confieso que era por rabia contenida.
En esa situación me encontraba cuando a primera hora de la mañana del día 14 de mayo me dispuse a ver con que nos sorprendía el Boletín Oficial del Estado y me encontré con que la disposición general con la que se abría el diario oficial de ese día era el Real Decreto 388/2025, de 13 de mayo, de adecuación de la planta judicial, por el que se transforma el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de Melilla en Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 6 de Melilla.
Habrá (y no serán pocos) los que se sorprendan al saber que en la Ciudad Autónoma de Melilla había hasta ese momento tres Juzgados de lo Contencioso-Administrativo. Como los habrá (y no serán menos) que piensen que con la que está cayendo en el orden jurisdiccional Civil puestos a elegir será mejor que en Melilla haya un juzgado mixto más y uno de lo contencioso-administrativo menos.
Desde mi punto de vista ese planteamiento es el problema. Más que el problema, la resignación a asumir que no hay otro tipo de soluciones. Que los medios de la Justicia se rigen (también) por la primera Ley de la Termodinámica, norma que (aunque no está publicada en el Boletín Oficial del estado) viene a establecer que la energía no se crea ni se destruye, que solo puede cambiar de forma o transferirse de un objeto a otro.
Es un hecho que somos el país de la Unión Europea que menos medios dedica a la Administración de Justicia, algo que dice bien poco (o, tal vez, mucho) de quienes nos han venido gobernando en las últimas décadas.
Pero para maquillar ese asunto se inventaron los módulos de los órganos judiciales, lo que viene a ser como un reglamento de esa Primera Ley de la Termodinámica para el ámbito de los Juzgados y Tribunales, que viene a establecer que una jueza (utilizo el término femenino dado que casi el 70% de las personas que integran la carrera judicial son mujeres) puede y tiene que dictar cientos de sentencias al año (digamos, por poner un número, que 300) lo que supone establecer un estándar de productividad… sobre ello algunos se han atrevido a escribir, incluso magistrados, caso de Mariano Mecerreyes Jiménez (La productividad de los Jueces en España, La azarosa historia de la línea de Plimsoll). Hay más cosas escritas, pero es una lectura adecuada… a pesar del tiempo transcurrido.
Este mismo problema ya lo hemos padecido en otros ámbitos, en otros servicios públicos esenciales y básicos… hasta que ha reventado. La educación obligatoria masificada o los médicos de atención primaria con cupos inasumibles en los que se les decía que tenía que atender a pacientes en seis minutos.
Educación y sanidad son más perceptibles. La Justicia está ahí. Pero la situación no se sostiene porque es imposible que una persona dicte un o varias sentencias al día (laborables y festivos), además de hacer frente a lo que vulgarmente se conoce como menudeo, esto es, el resto de cuestiones que, sin tener forma de sentencia, han de ser resueltas.
La solución es otra y, por cierto, bien conocida, en nuestra cultura popular. Todos conocemos el dicho (refrán) desvestir a un santo para vestir a otro. Pues eso es lo que se está haciendo en muchos sitios. Ahora en Melilla. En lugar de comprar ropa nueva se desnuda a una persona (santo o santa) como si con ello se solucionase el problema. No, además se crea otro.
Hace unos meses en una capital de la península se decidió transformar un juzgado de una jurisdicción a otra más necesitada. La primera jurisdicción ha pasado de resolver en ocho meses a hacerlo en catorce. La segunda sigue, más o menos, igual. Lo adecuado, lo necesario, es crear órganos jurisdiccionales nuevos, no transformarlos. Cosa distinta es el modelo de oficina judicial… en ello nos dicen que estamos, aunque no es primera vez que se nos dice que estamos en ello.
Pero la Justicia importa poco, Entiéndame, a los políticos. Como si no les conviniera que funcionara. No está en su agenda porque no les importa.
Tal vez debieran pasearse de la mano de abogados, procuradores, graduados sociales, funcionarios de los cuerpos generales de la administración de Justicia, fiscales (sí, esos que ahora nos dicen que van a instruir, suponemos que con independencia) y, también, jueces. En especial los que prestan sus servicios y sirven en lo que llamamos pueblos, ya saben, los partidos judiciales que no son capital de provincia. Porque todos tiene derecho a la Justicia, aunque habiten la España vaciada.
La realidad es más sencilla. Número de habitantes, litigiosidad y personas que tienen que resolver esos conflictos.
Es economía doméstica… y las cuentas no salen. ■