nº 1.021 - 25 de septiembre de 2025
Pasos a tener en cuenta cuando decides abandonar un despacho de abogados
Fernando J. Biurrun
Consultor Social Media. Fundador Lawandtrends.com
La salida de un despacho es un proceso que hay que tratar con delicadeza
Está en juego el prestigio como profesional de la abogacía, el de la firma y la relación con los clientes
La vida profesional es un período largo en el que, por diferentes razones, un profesional de la abogacía puede decir que ha llegado el momento de abandonar la firma de abogados en la que trabaja. Una mejora salarial, una promoción profesional, la idea de crear su propio despacho…, diferentes razones que llevan a una decisión que hay que tratar con delicadeza, ya que no solo está en juego el prestigio de la persona que abandona la firma, sino la relación con los clientes y los colegas que quedan en la misma.
En Estados Unidos, la American Bar Association tiene una normativa de carácter obligatorio que regula esta situación, estableciendo obligaciones éticas en cuanto a la notificación, la comunicación con los clientes y la transferencia de archivos cuando cambian de firma.
Planificación estratégica: no actúes por impulso
La primera regla para una salida profesional es evitar decisiones emocionales o precipitadas. Aunque el entorno laboral pueda volverse tenso o insatisfactorio, una salida mal gestionada puede perjudicar tu imagen, afectar a tus clientes y generar conflictos legales. Antes de comunicar tu decisión, revisa tu contrato laboral o de sociedad, identifica los plazos de preaviso, las obligaciones pendientes y las políticas internas sobre la entrega de expedientes, propiedad intelectual o uso de recursos del despacho.
Además, considera el momento adecuado. Evita salir justo antes de una audiencia importante o en medio de un proceso judicial complejo. Tu salida debe ser lo menos traumática posible para los clientes y el equipo.
Cumplimiento ético: tus deberes no terminan al irte
Los abogados tienen obligaciones éticas que persisten incluso cuando dejan una firma. El proceso debería a seguir sería el siguiente:
– Notificar primero al despacho, no a los clientes.
– Informar a los clientes de la salida de forma clara y neutral, sin presionarlos para que te sigan.
– Respetar la confidencialidad de la firma, de los casos y de los clientes, incluso después de la salida.
– Transferir los expedientes de forma ordenada y segura, según lo que el cliente decida.
– Evitar conflictos de interés, especialmente si llevas contigo clientes o casos que puedan interferir con tu nuevo destino profesional.
Una salida ética no solo protege la licencia profesional, sino que demuestra el compromiso con la profesión y con quienes confían en ti.
Comunicación clara y respetuosa
La forma en la que se comunique la salida es tan importante como la decisión misma. Lo ideal es colaborar con el despacho para emitir una comunicación conjunta a los clientes, explicando la transición y asegurando la continuidad de la representación. Si esto no es posible, redacta una carta o correo profesional en el que informes de:
– La fecha efectiva de tu salida.
– Los derechos del cliente para elegir continuar contigo, quedarse en el despacho o buscar otro abogado.
– Cómo se gestionarán los asuntos pendientes.
– Tus nuevos datos de contacto, sin incitar a que te sigan.
Evita comentarios negativos sobre la firma, colegas o clientes. El mundo jurídico es pequeño, y la reputación te precederá en cada paso.
Mantén los puentes, no los quemes
Una salida bien gestionada puede convertirse en una oportunidad para demostrar madurez, capacidad organizativa y respeto por la profesión. Organizar una reunión de salida, agradecer las oportunidades recibidas y dejar todo en orden son gestos que hablan de tu carácter.
No se trata solo de irse, sino de cómo se hace. Una transición ética y estratégica permitirá avanzar con confianza hacia un próximo capítulo profesional, dejando atrás respeto, no resentimiento. ■