nº 975 - 24 de junio de 2021
Por qué el Legaltech no es solo una rama más de especialización jurídica
Laura Paz Ramírez. Responsable de Legaltech en Deloitte Legal
El impacto de la tecnología en el sector legal va a suponer una desaparición de todas aquellas tareas de bajo valor añadido mediante la integración, automatización o delegación de estas
Porque el conocimiento jurídico es algo que ya se presupone, hay que buscar la diferencia en otro sitio
El pasado 24 de mayo tuve la suerte de participar en la jornada inaugural del bloque sobre Legaltech del congreso titulado Soft skills habilidades esenciales para la abogacía joven, organizado por la Agrupación de jóvenes abogados de las Islas Baleares y el Ilustre Colegio de Abogados de las Islas Baleares y entre tantas conversaciones, uno de los temas que tratamos fue el título del presente escrito y me pareció suficientemente interesante como para dedicarle unas líneas.
El Legaltech no es solo una tendencia en auge, algo que esté de moda o una formación complementaria a la carrera de derecho que toda universidad puede ofrecer. La nueva economía legal, según Jordan Furlong («The new legal economy» – You searched for the new legal economy – Law21) trata la idea de que el mercado legal está cambiando, no solo entorno al cómo los abogados hacemos nuestro trabajo, sino también en el qué hacemos, es decir, la naturaleza del producto legal (si me permitís el uso del término) que se compra y se vende en el mercado. Por eso usa la palabra económico para describir este fenómeno.
En el marco de este concepto, entendemos que el impacto de la tecnología en el sector legal va a suponer una desaparición de todas aquellas tareas de bajo valor añadido mediante la integración, automatización o delegación de estas.
Por ello, los nuevos abogados 4.0, como gusta tanto llamarles, no deberán aprender solamente derecho procesal, mercantil o fiscal, sino que, adicionalmente, como si de aprender idiomas se tratara, deberán tener una formación básica en tecnología, en primer lugar, y también en gestión de producto legal, nuevas metodologías, programación o machine learning. Todo esto es el famoso Legaltech.
Los conocimientos en tecnología son clave para sacar el mayor partido a la misma como usuario, pero también para saber identificar la necesidad jurídica concreta que precisa de tecnología, porque no es la solución a todos los males. Un abogado deberá se capaz de identificar las funcionalidades concretas que quiere encontrar en una herramienta, así como de llevar a cabo una toma de requerimientos y trasladarla de forma organizada a los desarrolladores.
La gestión del producto legal
En este punto es donde entra en juego la segunda capa de esta formación en legaltech: la gestión del producto legal. Como defendía Furlong, los abogados vendemos productos y como tales, les podría aplicar la misma metodología de gestión que al resto. La gestión de productos («product management») es la disciplina que se ocupa de la planificación, previsión y producción, o comercialización de un producto o productos en todas las etapas de su ciclo de duración. Estos nuevos perfiles están llamados a ser los responsables de dichos productos legales y, como tales, encargados de analizar las condiciones del mercado legal y de definir las características o funcionalidades de los productos, así como supervisar la producción de estos.
Finalmente, para envolver la tecnología y la gestión de producto, el aprendizaje de las nuevas metodologías como agile (Manifesto for Agile Software Development [agilemanifesto.org]) o design thinking (Design Thinking Methods Catalogue [designthinking-methods.com]) se vuelve imprescindible, puesto que son la base organizativa para trabajar en el diseño y gestión de nuevos productos y además, son una muy buena herramienta para trabajar con los desarrolladores, que hace años que usan estos marcos de trabajo y ya va siendo hora de que aprendamos a entendernos y destruyamos ese gap que nos separa. Estas metodologías, nos dan a los abogados habilidades nuevas para seguir aportando valor a nuestros clientes, que ya hemos dicho que no puede ser el mismo que hasta ahora. Porque el conocimiento jurídico es algo que ya se presupone, hay que buscar la diferencia en otro sitio.
Habrá quedado claro por qué el Legaltech no es solamente una nueva rama de especialización jurídica, ¿verdad?
Por si acaso, tres puntos rápidos para concluir:
a) El mercado legal esta evolucionando de forma rápida y uno de los drivers es la tecnología.
b) El uso de tecnología por parte de los abogados ha eliminado de su catálogo de productos las tareas repetitivas y de bajo valor añadido.
c) El valor diferencial que los abogados aportan a sus clientes deberá buscar otras formas que podrán pasar por la gestión diferencial del producto o el uso las nuevas metodologías, todo ello acompañado de una buena tecnología y, como no, de un sólido conocimiento jurídico que, no obstante siendo siempre la base del servicio, se dará por supuesto. ■